La cuarta revolución industrial ya está en marcha y, con ella, una profunda transformación del mercado de trabajo. En los últimos meses proliferan los estudios de expertos y de organismos o entes económicos que han alertado de que la automatización de procesos se llevará por delante millones de empleos en todo el mundo. España es uno de los países que salen peor parados en esas proyecciones, al afrontar un riesgo elevado que afecta al 12% de los puestos de trabajo, según las cifras de la OCDE. Pero el debate se está polarizando entre las visiones más apocalípticas y numerosos detractores que alertan del potencial de creación de empleo de la cuarta revolución industrial y de la nueva economía colaborativa.

EL 12% DE LOS EMPLEOS EN RIESGO

La Asociación Española de Robótica (AER) ha incorporado en su imagen pública el lema en positivo "Robots, Create Jobs!" (Robots, ¡crean empleo!). El lema con las ventajas de la robotización contrasta con la publicación de un reciente informe en el Foro Económico de Davos que advertía de que la automatización destruiría cinco millones de puestos de trabajo en los próximos años en todo el mundo.

El último estudio de la OCDE sitúa a España en el podio de los países más expuestos al riesgo de la cuarta revolución industrial, junto con Austria y Alemania. El 12% de empleos con un elevado riesgo de ser automatizados equivalen a más de dos millones de puestos de trabajo. Los autores del estudio llegan a esa conclusión identificando los perfiles de empleos de menos cualificación y que responden a procesos rutinarios y repetitivos en los que sería más fácil sustituir a los trabajadores por máquinas que llevan a cabo un 70% o más de las tareas.

Los sectores más expuestos no son necesariamente los industriales, en los que el grado de robotización roza el 100% en algunas áreas de las fábricas. "En algunas actividades de servicios administrativos e incluso de atención al público se puede producir un vaciado de empleados sustituidos por robots o programas informáticos", asegura Eva Rimbau, profesora de Economía y Empresa en la UOC.

ECONOMÍA COLABORATIVA

Rimbau no es partidaria de las predicciones taxativas que apuntan a una destrucción masiva de puestos de trabajo, pero tampoco se alinea con los más optimistas porque "hay muchos factores que se desconocen: está claro que se eliminarán muchos empleos pero también se crearán empleos".

Un ejemplo de esa tendencia en positivo son las nuevas startups nacidas en los últimos años y centradas en la economía colaborativa. Algunas de estas nuevas empresas con una base tecnológica muy importante indicaban en el congreso Bizbarcelona que tienen una gran demanda de perfiles como developers o frikis de los datos y del manejo de Excel para expandir el negocio y detectar oportunidades.

La OCDE también advierte de que, más que la formación, el factor decisivo para identificar el riesgo para los empleos es su carácter rutinario y repetitivo, y añade que el proceso de automatización será lento y también generará oportunidades. La organización recuerda, en otro informe, que el riesgo de "paro tecnológico" ya fue pronosticado por el economista John Maynard Keynes en 1931, y señala contrapuntos al catastrofismo, como las estimaciones de que por cada empleo de alta cualificación creado hay otros cinco complementos que dependen de él, así como cierta tendencia a inflar el impacto negativo que luego es posible que se modere por los "obstáculos económicos, legales y sociales".

ERRADICAR MALA IMAGEN

La Asociación Española de Robótica recuerda que Corea del Sur, Japón y Alemania, los países con más densidad de robots en sus empresas, tienen unas tasas de paro del 3%, el 3,5% y el 4,7%, respectivamente, lo que prueba que "la robótica no genera desempleo, sino que da sostenibilidad a las plantas generando empleo cualificado para la mejora de la productividad".