Las fiestas del Pilar, al menos su programación oficial, enmudecieron ayer entre las 19.00 y las 19.05 horas como muestra de repulsa a la agresión sexista que el pasado sábado de madrugada sufrió una joven en Delicias. Alrededor de cien personas se concentraron en la plaza de España, convocados por la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Zaragoza, para mostrar el rechazo unánime de la ciudad a estos actos y a la «cultura de la violación» que los ampara.

Precisamente esta «respuesta ciudadana potente» llevó al Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC), que anteayer se mostraba remiso a activar este protocolo de parálisis, a actuar. Así definió la concejala de Juventud e Inclusión, Arantza Gracia, a la convocatoria de esta concentración y los mensajes de repulsa en las redes sociales.

Ayer, el consistorio dio su beneplácito a la activación del protocolo acordado, el de paralizar las fiestas simbólicamente como marca la campaña No es no. Hoy realizarán una segunda concentración, a las 11.30 horas, a las puertas del ayuntamiento.

Anteayer no se activó, según explicaron desde el consistorio, porque no había denuncia. Y sigue sin haberla. Como publicó EL PERIÓDICO, la joven relató a los agentes de la Policía Local, que fueron a la calle Celanova ante las llamadas de vecinos por una pelea, que varios jóvenes la habían violado y habían apaleado a su novio. Ambos fueron trasladados a un hospital y se aplicó el protocolo sanitario propio de estos casos, pero la joven se ha negado a ratificar su relato inicial ante la Policía Nacional o el juzgado.

DE OFICIO / Los investigadores enmarcan el caso a priori en un problema de violencia de bandas latinas, entre otras cosas porque ambas agresiones se produjeron a la salida de una discoteca de este ambiente. Continúan investigándolo de oficio, ante la falta de denuncia por parte de la víctima.

La Coordinadora de Organizaciones Feministas de Zaragoza, por boca de una portavoz, Josefina Musulén, recordó que la concentración de repulsa se produjo «como siempre que hay una agresión», para remarcar que hace falta «educación y jugar en equipo» para acabar con estas agresiones.

Sobre los motivos que pueden llevar a la joven a no denunciar, más allá de las circunstancias concretas del caso, Musulén expuso que «conocemos el miedo y la vergüenza (de las víctimas), pero no son ellas las que tienen que tenerla», expuso.

En este sentido, también el manifiesto que fue leído en la plaza España apostaba por un cambio de foco, el de la responsabilidad, de las víctimas a los agresores. En palabras de la portavoz, «las campañas que se hacen son para que la mujer tenga cuidado; habría que hacerlas para que el violador no actuase».

A la concentración se sumaron, entre otros, la diputada de Podemos Amparo Bella, el coordinador general de Izquierda Unida en Aragón, Adolfo Barrena, o la directora del Instituto Aragonés de la Mujer, Natalia Salvo.

La coordinadora llamó a los zaragozanos a expresar su «condena y repulsa» a estos actos, ahora con la excusa de las fiestas pero que son una «manifestación extrema» de una violencia machista omnipresente. El manifiesto recogía que, aunque en el «imaginario colectivo», las agresiones sexuales sean responsabilidad de desconocidos, «el 82% de ellas» las protagoniza gente del entorno de la víctima, incluso su propia pareja.

Por ello, animaron a las víctimas a no sentirse culpables ni avergonzadas a la hora de denunciar, sino a rechazar cualquiera de estos actos, desde «piropos de babosos» a tocamientos, por pequeños que puedan parecer en estas fiestas. Y conminaron a la sociedad en general a ayudar y rechazar estos actos.

A escasos cien metros, una charanga acometía el tírate a la rubia, a la rubia tiraté. H