La era Guardiola comenzó en el 2008, pero el entrenador más exitoso que ha conocido el Barcelona siempre reconoció que el imperio de gloria que pudo construir se sustentaba en unos cimientos ya colocados. Y el peón que los puso, porque nunca quiso arrogarse la categoría de arquitecto, fue Franklin Edmundo Rijkaard (Amsterdam, 30 de septiembre de 1962), que reaparece ante los aficionados españoles al mando de Arabia Saudí.

Hoy los ensortijados rizos que emergen de su cabeza están teñidos de gris. El nivel de estrés que pueda sentir no tiene punto de comparación con las descargas que emitía la silla eléctrica del Camp Nou y que él contribuyó a rebajar de vatios con su personalidad taciturna y tranquila. Pero la tarea que emprendió y culminó en el Barça, relanzando a un equipo, acaso a todo el club azulgrana, es menos compleja que la que asumió el verano pasado: llevar el progreso futbolístico a Arabia Saudí.

Dos Ligas, dos Supercopas de Europa y una Liga de Campeones conforman el exitoso lustro de Rijkaard (2003-2008), que también marcó una era. Menor en trofeos, pero valiosa en aspectos menos cuantificables. Empezó mal --en sus primeras navidades rozó el despido que promovía Sandro Rosell, entonces vicepresidente deportivo en la junta de Joan Laporta-- y acabó peor, con el vestuario distraído.

Con Ronaldinho tumbado en la camilla --"fue él quien nos puso en el mapa internacional", dijo ayer al diario Sport--, con Deco desganado, con Márquez enamorado, con Etoo desorientado... El desmembramiento de una parte de la plantilla quedó en el debe de Rijkaard, del mismo modo que en el haber se contaba la consolidación de Messi como titular, la solidez de Víctor Valdés en la portería, el despegue de Xavi y el asentamiento de Iniesta, cuatro de los pilares sobre los que se apoyó Guardiola. A día de hoy, no se ha escuchado de Rijkaard ni un reproche, pero sí continuas muestras de agradecimiento y nostalgia de su paso por el Barça.

Staff de confianza

Ante todos ellos --los azulgranas convocados por Del Bosque-- revivirá sus mejores tiempos Rijkaard, que descansó un año, duró unos meses en el Galatasaray y encontró refugio en Arabia Saudí en el 2011. Con gente de confianza como el preparador físico Albert Roca y el doctor Toni Tramullas, a quienes se sumó Carles Cuadrat, entrenador también del fútbol base azulgrana, otro técnico español (Ricardo Rodríguez) y Juan Ramón López Caro, efímero entrenador madridista y hoy director deportivo de la federación asiática.

Rijkaard, el entrañable Ripeto (mote que aludía a su confusión lingüística inicial cuando quería decir ñrepito"), espera colocar en el mapa a Arabia Saudi, la selección 105 del ranking FIFA.