Nació en Villahermosa del Campo, Teruel, y llegó directamente al filial desde Segunda Regional. Estuvo tres temporadas en el segundo equipo y cuatro en el primero (de 19978 a 1982) con técnicos como Manolo Villalova, Luis Costa, Vujadin Boskov y Leo Beenhakker, del que no guarda buen recuerdo. Después siguió jugando en Segunda y Segunda B logrando varios ascensos hasta que le retiró una grave lesión de rodilla.

-¿Sigue jugando al fútbol?

-Eso no se pierde. A pesar de la edad que tenemos seguimos jugando, hacemos lo que podemos. Lo principal es jugar en un buen grupo, divertirte, las risas, los almuerzos. Te gusta ver partidos porque lo llevas dentro pero si puedes jugar, al nivel que sea, lo haces.

-¿Cómo empezó todo?

-Fue curioso porque estaba jugando en el colegio en el pueblo y los veranos bajábamos a pasar la tarde a Daroca y fiché por el Daroca. Alguien me debió de ver del Zaragoza porque me llamaron para hacer una prueba y me cogieron. No pasé por ninguna categoría inferior, llegué directamente al filial. Pasé de Segunda Regional a Tercera División. Al principio fue un poco duro, me costó, pero me adapté y luego ya pues se trata de mostrar tus cualidades.

-¿Qué se encontró?

-De ese filial creo que llegamos once o doce jugadores al primer equipo. Estaban Víctor Muñoz, India, Barrachina, Benedé, Crespo, Güerri, Lafita, Vitaller, Casajús, Arjol, Abad, Blesa… Muy buen equipo. Creo que siempre ha habido nivel en la cantera, otra cosa es que lleguen. Entonces el Zaragoza era un equipo comprador y había mucha gente de fuera. Creo que empecé el último año de Arrúa, Diarte, Violeta.

-¿Jugaba contra los Zaraguayos en los partidillos de los jueves?

-Todos los jueves jugábamos contra el primer equipo. Que la mayoría de los jueves ganábamos (ríe). Recuerdo que el entrenador era Carriega y nos decía, chavales, tranquilicos que estos el domingo tienen partido. Había buenos piques y el partido estaba nivelado. Si ves los nombres de aquel filial es que la mayoría jugaron en Primera. Creo que los primeros en subir fueron Víctor, India, Barrachina y eso nos animó a los demás. Hasta entonces habían llegado muy pocos.

-¿Cómo le dicen que va a jugar con el primer equipo?

-La verdad es que fue un poco de sorpresa. Normalmente entrenábamos por la tarde con el filial y al terminar me dijo Manolo Villanova, que era el entrenador, mira chavalín, el domingo vas convocado con el primer equipo. Te pilla por sorpresa y te tiembla todo. Tenía 20 años. Pero como ya había subido más gente acabó siendo fácil.

-¿Dónde debutó?

-En Valencia, en un partido que fue televisado. Fue anecdótico. En el pueblo, que tenía cien habitantes, todos pegados a la televisión. Mi madre en la cocina, llorando. Y ahí empezó mi andadura en el Zaragoza. Jugué de titular porque creo que hubo algún lesionado y ya no bajé al filial.

-¿De qué jugaba?

-De interior izquierdo o lateral pero más en el centro del campo.

-¿Cómo era Boskov?

-A nivel de entrenamientos a mí me llamó mucho la atención porque todo el trabajo era con balón. Normalmente se hace físico al principio y luego balón y con Vujadin era todo pelota. Que realmente es lo que luego juegas y lo físico también lo haces con el balón. Aparte de que me dio la oportunidad de debutar, me dio toda la confianza del mundo. No se le entendía mucho pero era un tío muy majo (ríe).

-¿Cómo jugaba el Zaragoza?

-Muy bien. Hay que reconocer que tenía muy buenos jugadores, Pichi Alonso, Valdano, Señor, jugadores de talento nacional. El equipo jugaba bien y había nivel, no era fácil hacerse un hueco. Cuando yo debuté aún jugaba Nino Arrúa, que posiblemente haya sido el mejor extranjero que ha pasado por aquí, quizá junto a Radomir Antic, que era otro fenómeno. Te daban toda la confianza del mundo, chaval no te pongas nervioso. Fuera del campo igual iban a lo suyo, pero dentro te ayudaban mucho.

-¿Cómo era el trato de los veteranos hacia los jóvenes y de los jóvenes hacia los veteranos?

-La gente que lleva años tiene sus galones. La mayoría de jóvenes cuando entras eres humilde, ver, oír y callar. Y el trato era muy bueno hacia nosotros, siempre intentando ayudarte.

-¿Alguno le sorprendió especialmente?

-El jugador que más me ha impresionado ha sido Nino Arrúa. El día que le daba por ganar un partido lo ganaba él solo. Es lo mejor que he visto en muchos años, comparable a las grandes figuras. Si ese jugador hubiera caído en el Barcelona o en el Madrid hubiera sido una estrella mundial.

-Después de Boskov, le volvió a entrenar Villanova.

-Boskov al año siguiente fichó por el Madrid, yo estuve con él media temporada. Al año siguiente estuvo Manolo Villanova y después vino la época de Beenhakker, que para mí no fue una época muy buena. No tengo muy buenos recuerdos de él. Cada uno cuenta según le va y conmigo no fue justo.

-¿Qué pasó?

-Al principio necesitaba traductor. Yo por ejemplo estaba jugando de titular, vino él y ya no fui ni concentrado. Él no nos conocía, así que alguien por detrás tuvo que decirle algo. No quiero dar nombres pero sé quién es. A dos o tres nos limpió así por las buenas.

-¿Con Villanova sí jugó?

-Sí, un montón de partidos. La verdad es que tanto con él como con Boskov jugué bastante. Con este ya fue otra cosa. El último año fue un desastre, apenas jugué y eso es muy frustrante para un jugador porque te esfuerzas cada día y ves que no va a llegar a nada. No sé si sería algo personal porque tampoco me dio ninguna explicación. Es más, en los entrenamientos decía que era el que mejor entrenaba y el que mejor estaba, y luego a la grada. Cada domingo.

-¿Había otro jugador en su puesto?

-Ese año vino Señor, que fue internacional un montón de veces, y había muy buenos jugadores, pero yo no era peor que ellos. Y en una temporada tienes muchos partidos para ir citado, hay lesiones, partidos de Copa...

-¿Cómo era La Romareda?

-No es como ahora, con la gente de casa era muy exigente. Teníamos el doble de exigencia que cualquiera de fuera. Cualquier fallo nuestro la gente silbaba y a los de fuera se les perdonaba. Pero eso lo llevas, sabes que la afición puede manifestarse de la forma que quiera y hay que respetarlo. Con el equipo estaban desde el principio a muerte porque entonces el Zaragoza era un equipo que le podía ganar a cualquiera y de hecho aquí se ganaba a cualquiera.

-¿Recuerda algún partido especialmente bueno?

-Recuerdo una semifinal de Copa del Rey contra el Madrid que me anularon un gol a mí. Perdimos 2-0 en la ida y aquí les encorrimos y tuvimos ocasiones para darle la vuelta. Ganamos 1-0 y me anularon el 2-0 que, como mínimo, nos llevaba a la prórroga. Fue un gol directo de córner y se supone que Pichi Alonso tocó un poco con la mano al portero... pero nadie lo vio. Fue en el gol norte, un gol olímpico. Fue un partido que lo tuvimos grabado durante un tiempo porque no merecimos esa eliminación y hubiéramos llegado a una final.

-¿Jugó aquel amistoso contra el Boca de Maradona?

-Ese partido fue un amistoso y hubo muchos cambios. Creo recordar que jugué medio tiempo.

De lo que he visto en un campo de fútbol, lo mejor. No he visto nada igual. Entonces era una estrella en Argentina y ese año firmó con el Barcelona. Media Europa lo quería ya. Tuvimos la suerte de verlo jugar en España. Ha sido uno de los grandes talentos de todos los tiempos. Si se hubiera cuidado un poco más (risas)...

-¿Por qué se marchó?

-La verdad es que yo quería marcharme después de estar un año entero sin jugar pero me dieron la baja. Te tienes que buscar la vida por ahí. Fue un año un poco triste para mí porque fue el año que falleció mi madre. Estuvo ingresada aquí en el Miguel Servet nueve meses y al final falleció. De las ofertas que tenía como mi madre estaba tan mal me daba pena irme y fiché por el Palencia de Luis Costa, en Segunda División. Tuve otras alternativas pero no me arrepiento porque fue un año tremendo.

-¿Ah, sí?

-Los cinco primeros partidos de Liga no se jugaron porque no habían pagado el año anterior, tuvo que jugar el filial y sumó cero puntos. Arreglaron la situación, empezamos a jugar, fuimos hasta primeros, estuvimos a punto de subir, pero los últimos cinco partidos como tampoco pagaban dejamos de jugar. Íbamos segundos en posición de ascenso. Volvió a jugar el filial y tampoco ganó ningún partido y no subieron. Estaba Luis Costa de entrenador.

-Luis Costa y Manolo Villanova, dos instituciones.

-A Luis Costa lo tuve en el filial y tuve una relación muy personal con él, me ayudó bastante. Más que entrenadores han sido empleados del club, han estado ahí toda su vida. Manolo cuando yo firmé estaba en el filial y tengo que agradecerle la confianza que me dio y todo. Y a Luis lo tuve también año y medio. Además de buenos entrenadores son grandes personas, con un trato exquisito. Siempre me acuerdo de ellos.

-¿Y después de Palencia?

-Me fui a Elche. El primer año ascendimos a Primera División, también fue un año espléndido. Estuve tres temporadas. Es un equipo modesto que sube, baja, y es complicado estar en Primera. A pesar de que tiene más de 200.000 habitantes y un campo impresionante. Guardo muy buenos recuerdos.

-También ascendió con el Logroñés a Primera.

-Sí, también subimos a Primera. Vivir un ascenso es impresionante porque ahí se refleja el trabajo y el sufrimiento de todo el año. Se vive muy intensamente. Luego estás una semana de fiesta (risas). Pero más que nada es ver la ilusión y la alegría de la gente, lo contenta que está. Eso no tiene precio. Así como los descensos son otra cosa, que también me han tocado, porque lo ves venir y te preparas.

-¿Dónde más estuvo?

-Un año estuve en Huelva, bien, los andaluces son otra historia. Y luego terminé en Segunda B, estuve cuatro años en Benidorm. Tuve una lesión y lo tuve que dejar. Tuve una tríada en la rodilla y ahí terminó mi carrera. Tenía 35 años y ya lo dejé.

-¿Ha seguido ligado al fútbol como entrenador?

-Tengo carnet para Tercera División, me falta el de Primera, pero no fue por ahí la cosa. Terminé con la baja casi dos años por la rodilla, porque tardé en recuperarme incluso para andar. Me costó mucho y pensé que me quedaba hasta cojo. Me destrocé la rodilla. Si ya dejas el fútbol y continúas de entrenador todo seguido pues estás ahí. Pero después de casi dos años y pico ya no me llamó. Antes además el título nacional no te lo podías sacar en activo y ya no me lo saqué. Pero me hubiera gustado, creo que hubiera sido buen entrenador.

-¿Sigue al equipo?

-Hubo años que venía todos los domingos a La Romareda pero a raíz del descenso ahora ya casi no vengo. Lo veo por la tele, quiero que gane siempre el Zaragoza pero no voy al campo.

-¿Con qué Zaragoza ha disfrutado más después?

-El equipo de Víctor Fernández que ganó la Recopa era impresionante. La semifinal con el Chelsea fue gloriosa. Entonces el Zaragoza tenía muy buenos jugadores, un equipazo. Esa época la disfrutamos todos.

-¿Qué balance hace?

-Estoy agradecido al fútbol porque desde pequeño siempre ha sido la ilusión, lo ves muy lejano pero yo siempre tuve ilusión de jugar. He llegado al nivel que he llegado pero he disfrutado, he hecho amigos por todos lados, creo que la gente me ha querido mucho y estoy relativamente feliz. Podía haber llegado a más, por supuesto, pero un poco la suerte también influye.