El 51,4% de los jóvenes aragoneses afirman haber empezado a ver pornografía antes de los 16 años, algo que sobre todo hacen los chicos (en el 78% de los casos). Así lo refleja el estudio Nueva pronografía y cambios en las relaciones interpersonales, que revela cómo la pornografía influye en el comportamiento sexual de la juventud y en una perpetuación de los roles basados en la dominación masculina.

Lluís Ballester y Carmen Orte realizaron este estudio -presentado en la sede de Bantierra en Zaragoza- entre mayo y junio del 2018, gracias a las muestras obtenidas en un total de siete comunidades, aunque en un principio iba a incluir nueve. Finalmente, se descartaron Madrid y País Vasco tras no conseguir una muestra significativa y equilibrada. En total, fueron entrevistadas 2.457 ciudadanos de entre 16 y 29 años, de los que casi 400 fueron aragoneses.

Entre los motivos para consumir pornografía a estas edades, el estudio destaca la masturbación, en un 36% de los casos en Aragón frente a la media del 40% en el conjunto de España. Otra de las razones que esgrimen es la curiosidad y un 20,4% de los casos aseguran que lo hacen para aprender sobre sexo a pesar de que casi el 70% había recibido educación afectivo sexual. Ante esta situación, Ballester insistió en tener que «adaptar esta educación a la realidad actual» debido a que tan solo el 23% había resuelto sus dudas plenamente.

Ante esta cifra desoladora, los jóvenes buscan alternativas para conseguir una respuesta, algo que no encuentran precisamente en los adultos, ya que en la mayor parte de las ocasiones (79%) acuden a sus amigos que son, según explicó Ballester, «chicos y chicas tan confundidos como ellos», o en internet (74%), que «no ayuda a esclarecer sus dudas sino más bien a profundizar en algunos casos».

El gerente de la Fundación para la Atención Integral del Menor (FAIM), Pedro Coduras, recordó que en los últimos años, a través del programa de trabajo con violencia filio parental, se han encontrado con el acompañamiento de adolescentes que soportaban situaciones que les llamaron la atención, lo que les llevó en el 2017 a realizar un estudio sobre el uso de redes por parte de los jóvenes. Este análisis desveló «un uso problemático de pornografía y de redes de contactos en edades relativamente tempranas».

Ballester destacó que había habido «un cambio sustancial» desde la tecnología de cuarta generación, que había supuesto un cambio en la manera de producir la pornografía, de distribuirla y de acceder a ella. Además, Ballester explicó que existía una gran diferencia entre un «adulto formado y que ha tenido una sexualidad» a que un adolescente se construya y descubra «el imaginario sexual» a través de la pornografía.

Las consecuencias ante esta situación está clara, según Ballester, «un cambio de percepciones negativas de las chicas y los chicos». El porno crea una imagen de omnipotencia masculina, aumento de los peligros ante las enfermedades sexuales al no usar protección y adjetivos denigrates hacia las mujeres.

Mirar pornografía habitualmente es una práctica de chicos pero hay una presencia en aumento de las chicas, que también hacen uso de ella a pesar de una diferencia de más de 30 puntos conceptuales.

Detrás de la pornografía hay una gran cantidad de dinero invertido y parte de ese dinero va destinado a quién le está vendiendo ese producto. «Actualmente es a los hombres y no saben todavía qué venderles a las mujeres, pero lo van a conseguir e irán posicionando cada vez más vídeos también para las mujeres», afirmó Ballester.

Los días 17 y 18 de octubre se celebrará en el edificio Bantierra la IV jornada de FAIM bajo el título Sexualidad y adolescencia. Identidad, comunicación y seguridad, donde se reflexionará sobre estos temas desde distintos ámbitos. Además, se abordará el papel de los profesionales en el acompañamiento de los jóvenes en su descubrimiento de la sexualidad, se analizarán los distintos contextos de la vida cotidiana de los adolescentes y se escucharán a profesionales del ámbito de la medicina, la salud mental, la sexología, la psicología, la educación, el ocio y las redes sociales.