La semana pasada, Gabi Orte me habló de lo deliciosos que eran los tallos de hinojo cuando comenzaban a crecer. Me comentó que en su casa hacían tortillas con ellos, todo un descubrimiento, pero poca sorpresa, pues todo lo bueno a lo que le añades huevo y calor consigue multiplicar el disfrute.

Justo ahora el hinojo está comenzando a brotar, y sabiendo esto, no pude quitarme de la cabeza la idea de caminar por el campo recolectando brotes para hacer algún experimento, y así pasó.

Ya casi entrada la noche del domingo me fui a pasear por el río Cámaras, en soledad pero no solo, pues estuve paseando junto a mis pensamientos, el croar de las ranas, algún pajarillo que despedía al sol y el fluir del agua.

Cruz me explicó como encontrar los brotes, era sencillo, simplemente buscar los tallos viejos y secos de hinojo, y debajo entre la maleza encontraría los nuevos y frescos.

Exactamente fue así, no tardé mucho en encontrarlos. Agachado, cortando los tallos con el cuchillo y sin romper el bulbo el olor te llegaba de golpe. En ese momento ya empezaban a venirme ideas sobre lo que hacer con ellos, todas las iba descartando, solo quería pensar en el olor y los sonidos del río, nada más.

Desintoxicación mental, tan necesaria como las ganas de hacer cosas y no parar. Equilibrio, siempre lo digo y siempre lo diré, bueno, eso creo... Recordaremos que las "contradicciones son síntomas de inteligencia", como dijo Kase.O.

También 'rescaté' una bolsa de almendras, carnosas y sabrosas, no como las que compras en tiendas a precio de bitcoin, estas eran recogidas del año pasado y guardadas en la caseta del huerto de Cruz. Además de un manojo de sándalo, olor que también me atrapó.

La recolección no quedó en estos tres productos, faltaba uno más. Félix cogió ajos silvestres para su madre y le pedí quedarme con las raíces rodeadas de tierra, porque ese aroma a tierra húmeda y ajo fresco tenía que formar parte de mi receta.

Ya en Moonlight me dispuse a trasformar todo en algo que se pudiera beber y si es posible disfrutar.

  • Primer paso, redestilar el hinojo con vodka en rotavapor. El resultado fue abrumador, anís, verde y vegetal. Gran intensidad y delicadeza a la vez. También redestilé las raíces de los ajos con la tierra para hacer un perfume y así aromatizar el cóctel.
  • Con las almendras preparé una leche, a la que le sumé un pequeño toque de miel, pues semanas atrás recuerdo verme en mitad de un campo de almendros en flor con la sensación de estar dentro de un bote de miel.
  • Y con el sándalo preparé un cordial, que básicamente es un sirope ácido. Hinojo, almendra, miel, sándalo y tierra, ¿qué podía salir mal? Nada, y así fue.