Según vienen reiterando las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), casi la tercera parte de la población considera los políticos, los partidos, y la política en general,uno de los principales problemas de España tras el paro, la corrupción y los problemas económicos ;aunque baja este porcentaje hasta el quinto lugar cuando se habla de problemas personales, lo cierto es que desde 2008 el rechazo se ha cuadruplicado en ambos casos.

En un país donde casi la mitad de la población (un 44%) nunca ha pertenecido a una asociación voluntaria y la sociedad civil organizada está siendo machacada y relegada sistemáticamente, o se dan cauces nuevos de participación e ilusión además del voto cada cuatro años o estamos atizando un fuego que será difícil de apagar, porque no hay sociedad que aguante el maltrato permanente de sus condiciones de vida sin tener referentes colectivos en quien confiar su defensa, sean asociaciones, sindicatos o partidos políticos.

El cabreo ciudadano se vuelca contra estas organizaciones a las que consideran poco permeables a sus reivindicaciones, opacas en su funcionamiento y contagiadas de las corruptelas cada vez más amplificadas por las redes sociales; la desconfianza y el descrédito es una marea creciente fruto de la crisis y el rechazo, difícil de atajar si no se actúa.

LA TRANSICIÓN política nos hizo ser excesivamente prudentes, en aras de la estabilidad democrática se impulsó un bipartidismo con la Ley D'Hont como garantía y unos partidos políticos con mucho poder concentrado en las cúpulas que a través de la ley electoral con listas cerradas y bloqueadas confeccionan las candidaturas y los procesos electorales en base a su proceso de democracia interna.

Salíamos de cuarenta años de dictadura, muchos enemigos de la libertad en todas las instituciones y organizaciones débiles en todos los ámbitos. Ha sido positivo y tampoco hay que adjurar de ello, pero hoy este sistema se resquebraja, las grietas producidas por el rechazo ciudadano a las todopoderosas burocracias de partidos y sindicatos puede poner en cuestión su papel y su existencia.

Resolverlo no es fácil, estamos viendo como movimientos renovadores de gran potencial han quedado en nada, decepcionando a su electorado o a sus activistas, Beppe Grillo, 15-M, mareas de todos los colores, primavera árabe..., por eso la alternativa debe hacerse sin sobresaltos pero con garantías y rigor; hay un primer paso en todo ello, ampliar la transparencia y la democracia en el seno de los partidos como alternativa a la desconfianza y el descrédito.

Es ahí donde se enmarca la valiente iniciativa del PSOE con la convocatoria de primarias abiertas que puedan favorecer el acercamiento de la vida partidaria a la gente y ser un instrumento de participación y movilización ante la creciente desafección que vemos día a día. Aprobando este proceso, el Comité Federal de los socialistas ha antepuesto la participación a la lógica del aparato y ha dado un gran paso para recuperar la perdida iniciativa política, ilusionar a la izquierda, dar a conocer mucho mejor a los candidatos y de paso dar una lección al PP y otros.

SERÍA ILUSO pensar que llegar a este punto ha sido fácil, más lo sería si no tuviésemos en cuanta la resistencia para aplicarlo en un aparato como el del PSOE que es una máquina de distribución del poder controlada por unos pocos y con escasa disposición a compartirlo. En esa contradicción de necesitar hacerlas y no perder el control se inscribe la postura aragonesa de convocarlas cuanto antes y limitarlas al ámbito de los afiliados, es decir democracia sí, pero la justa, participación, pero solo de los míos, apertura pero sin excesos.

Elegiremos nuestro candidato al Gobierno de España y de la mayor parte de las comunidades autónomas en listas abiertas, con censo previo para los simpatizantes, una aportación hasta dos euros y un apoyo a la política general de la socialdemocracia y aquí solo lo haremos los militantes.

¿Porque... hay alguna razón para ello? Las condiciones políticas no prevén un adelanto electoral, hay paz interna en el partido, la oposición planea al mismo nivel que en otros territorios.Quizá la única razón es la miopía estratégica, de querer vaciar un proceso transformador e ilusionante por miedo a perder el control orgánico del partido.

Las primarias son positivas si se hacen bien, porque son una oportunidad única para debatir, difundir proyectos y ampliar apoyos e influencias, si las convertimos en un ritual hueco el fracaso será estrepitoso y el descrédito de quien las haga mucho mayor.