Hace unos días estuve viendo en el Museo Thyssen la exposición de Edvard Munch, titulada Arquetipos, que les recomiendo, y acabo de hacerme con El friso de la vida (Nórdica) una recopilación de los textos del pintor noruego, que también les recomiendo.

La referencia a los arquetipos nos conduce directamente a Jung, cuyos estudios de psicoanálisis se remontan con frecuencia a los mitos originarios, a las figuras primordiales que han configurado nuestra mente y nuestra civilización. También en Munch tuvieron su trascendencia, teñida de las vanguardias pictóricas --no en vano se le considera un pionero del expresionismo-- y de la literatura dramática de Ibsen y Strindberg, a los que admiró y retrató.

A su manera, Munch fue asimismo un hombre de letras. Gran lector, cultísimo gracias a sus lecturas y amistades de los círculos bohemios de la época, como el de Kristiana, escribió mucho, aunque deslabazamente. A su muerte legó todos sus cuadernos y escritos al Ayuntamiento de Oslo, y ha sido sobre ese material que se ha podido confeccionar un volumen en torno a su obra escrita. Con pequeños ensayos, poemas, aforismos y anotaciones marginales sobre su trabajo de taller, entre otros muchos textos redactados con una letra deslabazada y a menudo sin signos de puntuación.

El famoso cuadro de El grito, por ejemplo, se inspira sobre el siguiente texto poético del propio Munch: "Paseaba por el camino/ con dos amigos/ cuando se puso el sol/ De pronto el cielo se tornó rojo sangre/ Me paré, me apoyé sobre la valla/ extenuado hasta la muerte/ sobre el fiordo y la ciudad negros azulados/ la sangre se extendía en lenguas de fuego/ Mis amigos siguieron y yo me quedé atrás temblando de angustia y sentí que un inmenso grito infinito recorría la naturaleza.

Torturado por la depresión y la soledad, Munch se esforzó por llegar al fondo del milagro del arte, concluyendo que éste es lo contrario de la naturaleza y que sólo puede surgir de lo más profundo de los sentimientos. Afirmaba piuntar no lo que veía, "sino lo que había visto", siendo para él mucho más importante intentar reflejar lo que alguien sentía al sentarse en una silla que la silla misma como mero mueble.

Sumergirse en Munch, en sus facetas, en su genio, es una experiencia intensa, de la que no se sale indemne.