Alcaldes y alcaldesas de España

José Luis Corral

José Luis Corral

El sueldo de los políticos es tema recurrente en las barras de los bares españoles, donde se ejerce la crítica política de manera intensa, visceral y encendida, más incluso que en las tribunas del Congreso y del Senado, meras pasarelas para debatir asuntos que no suelen interesar en demasía al personal.

El cargo de alcalde es el más cercano al ciudadano y es el que supone una mayor y más directa exposición ante los votantes. Los alcaldes de las ciudades están todos profesionalizados y cobran en muchos casos sueldos sustanciosos; los hay, como los de Barcelona y Madrid, que superan los cien mil euros anuales; ganan más que los ministros y que el presidente del Gobierno. A esos ingresos sujetos a retención hay que añadir dietas por asistencia a plenos y a comisiones, que no cotizan a Hacienda y que en algunos ayuntamientos superan los 750 euros por pleno ordinario. La mayoría de los alcaldes de las ciudades medianas y pequeñas, de diez mil habitantes para arriba, tienen emolumentos que rondan los cincuenta mil euros anuales (siempre cantidades brutas).

Estas cifras duplican, triplican o quintuplican el salario medio en España. También hay muchos alcaldes de localidades pequeñas, probablemente la mayoría, que no cobran nada, pero trabajan a todas horas para que a sus vecinos no les falten los servicios básicos.

Al frente de las alcaldías españolas ha habido de todo: tipos corruptos, groseros y maleducados que salían en televisión, donde les reían y jaleaban las malditas gracias, metidos en un jacuzzi y rodeados de señoritas en bikini; lerdos y horteras sin la menor preparación que ejercían el cargo paseando del bracete a folclóricas cupletistas por las calles de ciudades turísticas; alcaldesas populistas e incompetentes que condujeron a sus ciudades al borde del colapso; y también, los más, gente honrada y realmente trabajadora.

Conozco a alcaldes y a concejales de todo el espectro y colores políticos, que, independientemente de su afiliación y de su sueldo, se dejan la piel por sus vecinos. La mayoría de estos ediles son tipos decentes y limpios, que desean y procuran lo mejor para la localidad que gobiernan. No es difícil identificarlos: basta con pasear por las calles de las ciudades y los pueblos de España, ver qué cuidadas están, cómo se conservan las instalaciones y los espacios públicos, cómo se atienden los servicios sociales y culturales y cómo hablan de ellos y de ellas, afortunadamente hay cada vez más alcaldesas, sus vecinos.

Tener un alcalde o una alcaldesa así no tiene precio.

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