EL ARTÍCULO DEL DÍA

Carta de despedida a César Alierta

César era brillante, inteligente, buen amigo, divertido, carismático y con una enorme capacidad de anticipación

Juan Uguet de Resayre Alierta

Se nos va una persona única y los que estáis aquí entendéis perfectamente lo que quiero decir por único. César era brillante, inteligente, trabajador, buen amigo, divertido, carismático y con una enorme capacidad de visión y anticipación... Pero, por encima de todo César era un hombre bueno, muy bueno y enormemente generoso. Siempre decía que era incapaz de decir «no» cuando alguien con alguna necesidad, la que fuera, se le acercaba en busca de ayuda.

Estas enormes cualidades, junto con su fuerte personalidad, le llevaron a tener una brillante carrera profesional. Primero en el Banco Urquijo y posteriormente en Beta Capital, Tabacalera y Telefónica. Tuve la suerte de comenzar mi carrera profesional en Beta Capital, y desde el primer momento quedé impresionado, además de por su liderazgo e inteligencia, por el trato tan humano y cariñoso que tenía con todos los que en allí trabajaban. Conocía el nombre de los maridos, mujeres e hijos de todos y mostraba interés por la situación y problemas de cada uno de ellos. Todos le adoraban. Dejó Beta por la presidencia de Tabacalera y en pocos años convirtió una compañía local en la compañía líder de Europa. Posteriormente, como presidente de telefónica, también en pocos años consiguió que ésta se convirtiera en líder global de las telecomunicaciones. Estos últimos años centró todos sus esfuerzos en la Fundación ProFuturo, su querida ProFuturo, impulsando la educación de los niños más vulnerables de todo el mundo.

César se sentía muy orgulloso de ser aragonés. Era el primero en ponerse el cachirulo en las Fiestas de Pilar y en su cumpleaños nunca faltaba un cuadro jotero, le encantaba terminar las fiestas cantando, con los brazos en jarras y junto a tus hermanos, la famosa jota Soy de Aragón. En verano y Navidad disfrutaba en Villanúa con toda la familia. Allí aprovechaba para charlar con le gente del valle y con sus amigos de la infancia. César era un zaragocista incondicional. No consiguió devolver a su querido Real Zaragoza a primera división, como decía le hubiera gustado a su padre «Don Cesáreo», pero mucho más importante fue que consiguió, gracias a su enorme generosidad, la supervivencia del club. Los zaragocistas te estaremos eternamente agradecidos.

César también se sentía muy español. En la crisis de 2008, no dudó en movilizar a los principales empresarios del país para poner en marcha el Consejo Empresarial para la Competitividad, con el objetivo de ayudar a la recuperación económica de España y mejora de su imagen en el exterior. Siempre encontraba tiempo, si de ayudar a España se trataba y siempre anteponía los intereses de España antes que los suyos propios.

Las reuniones familiares ya no serán lo mismo sin ti. Siempre has sido el alma y el pegamento que has mantenido a la familia unida. Nos encantaba escuchar tus historias con líderes políticos y empresariales de todo el mundo. Tus conversaciones con tu amigo el papa Francisco, al que tanto cariño tenías. Siempre ha sido un orgullo que fueras de nuestra familia.

Te has ido para reunirte con tu querida Ana, a la que adorabas. Cuando Ana se fue, en abril de 2015, se llevó parte de tu vida. Ya no fuiste el mismo, apenas volvimos a escuchar esa risa tan contagiosa y característica tuya que provocabas que todo el mundo se volviera. Sin Ana, tu vida se fue apagando poco a poco, pero nosotros siempre te recordaremos como el César alegre, familiar y divertido con el que hemos pasado momentos tan especiales.

Has dejado una huella imborrable en todos nosotros. Has sido y serás siempre un ejemplo a seguir. Te queremos y nunca te olvidaremos.

D.E.P.

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