Opinión | EL RINCÓN DE PENSAR

Brotes verdes en la política vasca

La contienda electoral está mostrando una forma muy distinta de confrontar, en la que el populismo no triunfa cuando se habla solo de gestión y de lo que preocupa al ciudadano

Nunca antes había captado tanta atención la campaña electoral en el País Vasco. Quizá por la distancia o las claras diferencias con el resto de territorios o por lo reñido de las encuestas que ahora dan un estrecho margen de diferencia entre Eh Bildu y el PNV, pero creo que ha abierto una interesante ventana a una forma de hacer política que denota madurez, moderación y estar más centrada en los problemas de gestión que en el ataque gratuito y el populismo o insulto fácil. Quizá es el reflejo de una sociedad vasca que ha sufrido como nadie con el terror de ETA y que ahora parece más centrada en la confrontación de proyectos de futuro, que no tiene miedo a nada –ya lo tuvo durante décadas–, ni siquiera a demostrar que se puede pasar página sin olvidar la importancia de trabajar por la memoria de las víctimas. Me da la sensación de que son, o pueden ser, un espejo en el que mirarse.

Cuesta imaginar en la política nacional un debate como el que protagonizaron esta semana en RadioTelevisión Española (RTVE) las siete formaciones con más posibilidades de captar votos en los comicios que se celebran el próximo 21 de abril. Ya sé que no es el marco donde lanzarse improperios, que estos debates televisados tienden a ser planos, a dejar pocos titulares y a los discursos políticamente correctos, pero se agradece que el terrorismo no monopolice la confrontación. Es verdad que no estaban todos los primeros espadas, que formaciones con vocación de gobernar en España, como el PP o el PSOE, en Euskadi tienen un papel secundario, pero las diferencias de sus representantes con el discurso de sus líderes nacionales es abismal. Sus ataques no se basan en simplificar todo a lo malo que es apoyarse en los «bilduetarras» o que cualquier concesión es blanquear el terrorismo, como se escucha una y otra vez igual en Madrid que en Aragón u otras tantas comunidades para castigar al presidente Sánchez. Los abertzales no pueden aspirar al reconocimiento de ser vistos como un partido como los demás mientras no condenen la violencia de ETA o ayuden a esclarecer los crímenes que el terrorismo perpetró en el pasado, eso creo que está claro. Pero en la práctica lo son en la única lógica que entiende la democracia que es la de las urnas y la de que todos los votos valen igual para poner y quitar gobiernos.

En el caso de Eh Bildu, que nadie piense que va a abandonar su idea del soberanismo, pero qué diferente es, por ejemplo, el discurso y la estrategia con respecto al independentismo catalán. Suena a ridículo escuchar a todo un presidente como Pere Aragonès decir que va al Senado a hablar de la amnistía para «trolear» al PP. O las barbaridades de Junts y el candidato prófugo Puigdemont para demostrar que la estabilidad del Gobierno está en manos de personas que cambian de estrategia más que de vestuario, y que lo hacen sobre la marcha, improvisando o a golpe de titular. Así le van las encuestas, así es como se dinamita un proyecto soberanista, se consigue la desafección de hasta quienes les apoyaron y, lo que es peor, se degrada la forma de hacer política en Cataluña. Y todo porque quizá no conviene debatir sobre sus proyectos de gestión o de cómo remontar en la calidad de los servicios que se prestan al ciudadano. O de admitir que el personaje les ha acabado devorando.

Tampoco voy a ocultar que, escuchando el debate televisado, quizá el País Vasco alumbre al resto del país la fórmula mágica para desarmar el discurso populista, mentiroso, xenófobo, racista, machista y homófobo de Vox. Cuanto más hablan los partidos de gestión más desaparece la ultraderecha. No tienen proyecto. Su protagonismo se reduce a hablar de la inmigración ilegal y de las importaciones sin control de Europa desde países extracomunitarios que solo existen en sus cabezas. Se empequeñecen tanto como sus expectativas electorales.

¿Y por qué fijarse en el País Vasco si lo que importa aquí es Aragón? Pues porque creo que la crispación ha devorado ya las instituciones y los espacios de debate político aquí. Que los discursos de odio que copan titulares alientan otros discursos de odio para seguir con ese adictivo protagonismo. El a ver quién la suelta más gorda les funciona. O que al ciudadano en Aragón lo que le importa también es hablar de sanidad y vivienda, como hacían los representantes vascos en la tele pública. O de atraer inversiones o de subir o bajar impuestos, o de poner alfombras rojas a empresas o freírles a impuestos. Es decir, política de altura, esa que quizá renazca como brotes verdes en una tierra antes quemada que sobrevivió al terror.

Suscríbete para seguir leyendo