Opinión | DELANTE DE TUS NARICES

Día del libro

La célebre ley Romeo afirma que todos los escritores del mundo son aragoneses

430 escritores y 111 expositores y miles de lectores se reunirán el martes en el paseo de la Independencia, en uno de los días más alegres del año en Zaragoza. En Independencia habrá muchos más escritores, paseando y comprando libros y saludando (o mirando desde sus obras): ya dijo hace años Daniel Nesquens que en Zaragoza además de un carril bici tenía que haber un carril poetas. Esto sin contar con la célebre ley Romeo, que afirma que todos los escritores del mundo son aragoneses. Dos zaragozanos han publicado dos de los libros más comentados de la temporada: Sara Barquinero y Sergio del Molino. Uno de los mejores del año pasado fue Castillos de fuego, de Ignacio Martínez de Pisón. El otro día Alberto Olmos, el mejor comentarista literario de la prensa española, se preguntaba qué es querer escribir una novela: es querer escribir un libro como Castillos de fuego, decía. La editorial Xordica cumple 30 años y en su caseta estarán Marta Borraz, José Luis Melero y Severino Pallaruelo. Se han reeditado Onda media, de Miguel Mena, y Los idiotas prefieren la montaña, el libro que Aloma Rodríguez dedicó a Sergio Algora. Hay una adaptación de El infinito en un junco. Octavio Gómez Milián tiene un poemario hermoso y shepardiano sobre el padre, Motel Margot, en la colección La gruta de las palabras de Prensas de la Universidad de Zaragoza, donde también ha salido Tantos hombres mejores de Christian Peribáñez. Estos días se ha presentado la nueva novela de Félix Teira, Milenials; Pilar Nasarre ha publicado La Tribu de los locos, que habla entre otras cosas de los secretos y de las cosas que nos unen; Mariano Gistaín ha sacado Familias raras, un libro perturbador y genial sobre la orfandad. Hay una adaptación al cómic, hecha por Josema Carrasco, de El paseo en bicicleta de Antón Castro: ¡poema gráfico! Mercè Ibarz publica una biografía de Mercé Rodoreda; Mamen Horno, un ensayo sobre la lengua y el cerebro. Se cumplen cien años de la muerte de Kafka, cuya indudable aragonesidad mostró Javier Tomeo, desarrolló Manuel Vilas en Artes y Letras y confirma Miguel Ángel Ortiz Albero en Por el camino de Kafka. Lloro porque no tengo sentimientos, de Bárbara Mingo, es un libro maravilloso de paseos y extravíos, y si quieres reír una buena opción son los geniales Cuentos incompletos de T. C. Boyle, donde por ejemplo un niño decide que es una abeja y se dedica a atormentar a sus padres adoptivos, mientras que el hombre mosca se presenta a un manager de artistas de poca monta dispuesto a cualquier cosa por ser famoso. En La contra-ilustración y la voluntad romántica Página Indómita reúne tres ensayos de Isaiah Berlin sobre las Luces y sus críticos. Sintético, inteligente, me ha hecho pensar en La flecha en el aire de Ismael Grasa, un gran escritor que seguro que pasea el martes entre los soportales y los tilos.

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