Opinión | EL TRIÁNGULO

Madrid, Barcelona, Bilbao

La política a la contra es la que ha ganado enteros y la cólera sigue acampando en Madrid, pero más en la comunidad que en las Cortes

Hay un triángulo en este país que marca el destino del resto, lo fue en la primera etapa de ruido y furia de la democracia cuando en 1993, contra todo pronóstico, Felipe González ganó las generales mientras se destapaba la corrupción por el asunto Filesa. Desde ese momento, la presión del Partido Popular en todos los frentes se volvió asfixiante para el gobierno, y cuando su socio, Convergencia y Unión, no apoyó los Presupuestos Generales del Estado de 1996, González, tras hablar con Ardanza y Pujol, buscando rebajar la crispación política convocó elecciones. Ganó el Partido Popular y los primeros años fueron una balsa de aceite entre el nuevo gobierno y los nacionalismos periféricos.

Treinta años después vivimos en un reflejo modificado de ese tiempo, en una legislatura que comenzó de manera agónica el pasado agosto con Alberto Núñez Feijóo reivindicando su victoria frente a la imposibilidad de conseguir aliados suficientes y Pedro Sánchez dependiendo de la incómoda e imprevisible actuación de Junts. Una ruptura en un inicio de cambio de ciclo que parecía comenzar con la victoria del Partido Popular en autonómicas y locales, y esperan que se ratifique en las europeas de junio. Mientras tanto la política a la contra es la que ha ganado enteros y la cólera sigue acampando en Madrid, pero más en la comunidad autónoma, quién lo iba a decir en el 93, que en las Cortes Generales. El procesismo de este territorio no estaba previsto cuando todo el mundo miraba al de las comunidades históricas. Así que aquí estamos el resto del país viendo cuánto va a aguantar el pulso Isabel Díaz Ayuso, cómo de despejado le va a dejar a Feijóo el camino para las elecciones europeas, y cómo Pedro Sánchez va a perder a su principal atacante que había hecho de esta relación su agenda política en la gestión.

Pero fuera de ese entorno abigarrado, se juegan otras competiciones, que volverán a ser determinantes para el futuro de todos, de los que no vivimos ahí también. En Euskadi la competencia abierta entre el PNV y Bildu, la media de las encuestas hasta hoy anticipa un empate entre las dos fuerzas políticas, y la posibilidad de reeditar el pacto PNV- PSE otorgaría estabilidad al Gobierno Central. Una clara victoria de EH Bildu nos llevaría a un lugar desconocido, sobre todo porque el PNV replantearía su estrategia en Madrid. El adelanto catalán no traerá nada nuevo si según las previsiones los resultados son parecidos a los actuales, pero si Junts supera a ERC, los republicanos también pueden reorientar su apoyo nacional. De aquí a junio, y como casi siempre, miraremos a Madrid, Barcelona y Bilbao.

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