Zaragoza, y también Huesca, así como todas las ciudades españolas de más de 50.000 habitantes que hay en España, deberán contar antes de 2023 con una zona de bajas emisiones (ZBE) según marca la nueva Ley del Cambio Climático. Esto es un área (o varias) restringida al tráfico parcialmente para tratar de reducir la contaminación, lo que en la capital española se llamó Madrid Central. Sin embargo, en la ciudad del Ebro poco se sabe de cómo, cuándo y dónde se impondrá.

Sí que se conoce ya que el área de Movilidad, dependiente de la concejala Natalia Chueca, va a solicitar subvenciones a Europa por valor de 7 millones para sufragar las inversiones que requerirá la implantación de una zona de bajas emisiones y otras actuaciones para descarbonizar las calles. Pero si el consistorio quiere dinero no valdrá todo. La normativa estatal no dice nada sobre el tamaño de estas áreas, pero una nueva directiva del Ministerio para la Transición Ecológica sí que marca una serie de pautas que acabarán por concretarse este año. Ahora están sometidas a información pública para que los interesados puedan presentar alegaciones.

Entre los requisitos, el ministerio contempla que el tamaño de una zona de bajas emisiones «debe ser significativo y suficiente para el cumplimiento de sus objetivos», que son la disminución de la contaminación. Las ZBE deberán conseguir mejorar los índices de calidad del aire, por lo que la idea en Zaragoza de acotar el área con el tráfico restringido al Casco Histórico podría no valer porque, al haber ya varias calles pacificadas o peatonalizadas, el impacto de cortar el paso a algunos vehículos por el centro apenas se notaría.

Asimismo, el ministerio establece que «se debe justificar que se trata de una zona con características adecuadas para la actuación, que incluye una parte significativa de la población, de la superficie del municipio o del tráfico de vehículos a motor». Así que parece que el futuro Zaragoza Central deberá extenderse más allá del Coso, aunque la intención de Chueca es que sea lo menos molesto posible.

Otra batalla y otro condicionante serán los apoyos que tengan PP y Cs para aprobar restricciones al tráfico. Pronto quieren aprobar la nueva ordenanza de Movilidad y a Vox, todo lo que suene a impedir el uso del coche no le gusta, como siempre indica su portavoz, Julio Calvo, cuando tiene oportunidad. Negociar con la izquierda será necesario y las relaciones entre los grupos no pasan por su mejor momento.

Por último, habrá qué saber qué coches pueden entrar en la ZBE zaragozana. Habrá excepciones para, seguramente, camiones de reparto, residentes e incluso visitantes esporádicos, pero todavía queda por delimitar qué tipo de vehículos podrán acceder.

Aquí influirá también la Dirección General de Tráfico, que desde hace meses estudia y negocia cambiar el sistema de pegatinas actual para los coches. En estos momentos, un turismo de gasolina de alta cilindrada con un pequeño motor eléctrico que le asiste se considera ECO, y eso podría cambiar, lo que también determinará que vehículos pueden entrar o no en la ZBE.

Asimismo, otro de los factores que influirá es la tecnología. Con el dinero que llegue de Europa, si llega, Zaragoza quiere comprar un sistema de cámaras para leer las matrículas de los vehículos y controlar así quién entra y quién no en la ZBE y, en caso de infracción, tomar los datos para poder mandar la correspondiente denuncia. Todo está todavía en el aire y, a pesar de las directrices del ministerio, será el ayuntamiento el encargado de diseñar su propio plan para restringir el tráfico.