Caminante no hay camino, se hace camino al andar, rezaban los versos de Machado, unas líneas que bien podrían resumir las intenciones de un grupo de vecinos de Torrero y La Cartuja que se juntaron este sábado para compartir experiencias, emociones, conocerse y reivindicar lo que les une, que entre otras muchas cosas es el Canal Imperial de Aragón. Ocurrió en la segunda edición del encuentro oficial entre ambos barrios zaragozanos, que se celebró bajo el amparo de las juntas de distrito y vecinal.

La jornada comenzó con una caminata que emprendieron a las 9.30 horas una docena de vecinos de Torrero con dirección hacia La Cartuja. Hora y media después, ya se habían encontrado con sus colegas de La Cartuja en el parque del Huerto. «Hace dos años celebramos el primer hermanamiento e hicimos una plantación de árboles y después comimos en las esclusas de Valdegurriana. Nosotros fuimos caminando junto al Canal hasta allí y ellos vinieron desde Torrero», explica María Saralegui, de la junta vecinal de La Cartuja.

Vista panorámica del centro de La Cartuja, barrio rural de Zaragoza desde 1960. | EL PERIÓDICO

Dos años después, y con una pandemia de por medio, tenían ganas de repetir la experiencia y hace unos meses se pusieron a trabajar para cerrar la fecha y una serie de actividades. Todo lo acordado se concretó este sábado en un día que, además de la caminata, incluyó una visita guiada por las calles de La Cartuja, la muestra de los huertos urbanos de este barrio rural, una comida y hasta una actuación por la tarde.

«La Cartuja es un sitio que no conoce la mayoría de gente que vive en Zaragoza y es un lugar que merece la pena. Viviendo aquí estás viviendo la historia», explicaba otro de los organizadores, Josema López, también de la Junta vecinal.

Así pues, el acto central de este encuentro fue una visita organizada por las calles de este barrio rural zaragozano, que corrió a cargo de un vecino del lugar, Blas Casado, que está jubilado y que ejerce como guía de manera voluntaria. «Pretendo que todos estén a gusto y que conozcan un rincón que está tan solo a seis kilómetros de la ciudad», explicaba el veterano ilusionado antes de comenzar con su exposición.

El origen de este barrio rural, explicó a todos Casado, está, como su propio nombre indica, en un monasterio, una cartuja de la orden de San Bruno. La primera piedra de aquella construcción se puso en 1651 y en 1674 llegaron los primeros frailes.

En el monasterio vivieron más de un centenar de frailes y durante el siglo XVIII el centro vivió su época de máxima esplendor.

Pero con la llegada de la guerra de la Independencia y, sobre todo, con la desamortización de Mendizábal de 1836, comenzó la decadencia. Cuando la cartuja se le arrebató a la Iglesia y pasó a ser propiedad del Estado varios particulares compraron los terrenos. Entonces, comenzaron a destruir parte del convento para abrir calles (en las que todavía se observan las dovelas que sujetaban los arcos que conformaban los pasillos del monasterio) y alquilaron y vendieron casas para atraer a nuevos colonos que trabajaran las tierras del lugar. Entonces, esta cartuja pasó a ser La Cartuja: un recinto monacal convertido en un pueblo en el que viven ahora 2.000 personas y cuyo parque principal es el antiguo claustro, como atestiguan las paredes que lo rodean.

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El recorrido guiado por el «querido Blas» pasó por los puntos más emblemáticos del barrio, como la iglesia del antiguo monasterio, el antiguo comedor de los monjes y la puerta de entrada original al recinto de los frailes. Pero el ocio y el turismo no eran la motivación principal de la visita, puesto que si algo tienen en común tanto Torrero como La Cartuja es su activismo y los movimientos vecinales.

«Desde Torrero queremos potenciar este tipo de encuentros para unir fuerzas con otros barrios por los que también pasa el Canal, como Valdefierro, Casablanca y La Cartuja. Por eso venimos andando. Queremos visibilizar todas las obras que quedan por hacer y este momento de hermanamiento es importante para aunar fuerzas, aunar conciencias y sentimientos y experiencias. Queremos incorporar el Canal a la vida de los barrios y que la gente lo pueda disfrutar mucho más que ahora», explicaba Josán Pérez, otro de los organizadores.