El Periódico de Aragón

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ZARAGOZEANDO

Las curiosidades que oculta el cementerio de Zaragoza

En este camposanto, inaugurado en 1834, descansan las almas de tantas personas como habitantes tiene ahora la capital aragonesa, unas 700.000

El camposanto de Torrero es una ciudad en sí misma que oculta un sinfín de curiosidades. Jaime Galindo.

El cementerio de Torrero es una pequeña ciudad en sí misma dentro de Zaragoza. En este camposanto, inaugurado en 1834, descansan las almas de tantas personas como habitantes tiene ahora la capital aragonesa, unas 700.000. Es el equipamiento más grande del que dispone el consistorio, con más de 400.000 metros cuadrados. Pasear entre sus calles y manzanas sirve, además de para honrar y despedir a los difuntos, para disfrutar del arte y descubrir la historia de un lugar que hoy, día de Todos los Santos, se convierte en el lugar de encuentro de muchas familias.

El cementerio de Torrero se construyó a principios del siglo XIX debido al desarrollo de normativas en materia de higiene y salud pública. En 1813, las Cortes Generales dispusieron que todas las ciudades debían de contar con una necrópolis separada de la ciudad para evitar los enterramientos dentro de las urbes. En Zaragoza se construyó primero el cementerio de La Cartuja (1791) y dos décadas más tarde, el de Torrero.

Desde su apertura ha ido aumentando su tamaño. La primera ampliación se llevó a cabo entre los años 1935 y 1936, tomando parte de los terrenos que quedaban a la izquierda de la entrada principal. Una segunda ampliación tuvo lugar en el año 1966 y se incorporaron en el mismo recinto el cementerio civil, el musulmán, el evangélico y el alemán, que antes tenían ingresos distintos.

El cementerio musulmán de Torrero se abrió tras la guerra civil. Jaime Galindo.

En el caso del cementerio musulmán, este ocupa una extensión de 3.100 metros cuadrados y en este recinto se enterraron, originalmente, los combatientes musulmanes marroquíes muertos en Zaragoza durante la Guerra Civil. Entonces surgió pero hoy en día sirve para acoger los enterramientos de los ciudadanos que profesan la fe islámica. No obstante, previamente, ha de acreditarse que pertenecen a esta comunidad religiosa.

El cementerio alemán también se concretó en el recinto que ocupa actualmente durante la guerra civil española, para poder enterrar a los militares nazis de la Legión Cóndor caídos en combate en las tierras de Aragón. Sin embargo, previamente, la colonia alemana que vivía en Zaragoza ya disponía de un espacio particular para sus difuntos. Hoy, el cementerio alemán sigue gestionándolo una asociación ajena al resto del camposanto de Torrero.

Espacios para depositar cenizas

Otra de las zonas que puede resultar desconocidas es el llamado Jardín de las Cenizas, un espacio en el que los familiares pueden esparcir de forma libre y gratuita, sin la intervención de ningún trabajador del cementerio, las cenizas de sus familiares fallecidos. De esta forma, al ser un lugar habilitado, se busca evitar que se depositen los restos mortales de los difuntos en la naturaleza, una práctica habitual pero que puede suponer un perjuicio para el medio ambiente puesto durante la cremación pueden incorporares tóxicos a las cenizas.

En el cementerio de Torrero también existe la opción de depositar las cenizas de los difuntos en el llamado cinerario común, un depósito gigante situado junto al Pabellón de Ilustres del camposanto. Permanece cerrado con llave, pero su acceso también es libre y solo hay que elegir un día para que lo abran. Al lado hay un contenedor para poder desechar las urnas funerarias.

Nichos XXL

Otra zona especial es la manzana llamada 118-G, situada también junto al Pabellón de los Ilustres. Aquí los nichos son más grandes que en el resto del cementerio para poder dar cabida a finados más corpulentos. A simple vista, apenas se aprecia la diferencia, pero son más anchos para que todos los cuerpos puedan entrar. A día de hoy, quedan muchos huecos libres en esta manzana.

Hablar del cementerio de Torrero también es hablar de arte, puesto que entre las lápidas hay un gran número de esculturas y relieves de gran valor patrimonial y que son obra de nombres destacados como José Bueno, Bayod y Buzzi-Gussoni, entre otros muchos.

Esta escultura, de José Bueno, es una pieza de arte de gran valor. Jaime Galindo.

En el camposanto zaragozano hay en total seis rutas establecidas para conocer a fondo el lugar: la de mujeres imborrables, «que compone una visión y homenaje a Zaragoza a través del legado y la personalidad de 41 mujeres que fueron enterradas en este lugar»; la ruta medioambiental; la de personas ilustres –en Torrero están enterrados personajes de la talla de Joaquín Costa, Basilio Paraíso, Miguel Fleta y Pilar Bayona–; la ruta del arte funerario; el itinerario artístico; y el recorrido llamado Torrero, un lugar de memoria, que busca recordar a los miles de asesinados y represaliados por el franquismo tras las tapias de esta necrópolis. 

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