El Real Zaragoza tiene ante sí esta noche la oportunidad de alejar fantasmas y de mantener la tranquilidad clasificatoria por un buen periodo de tiempo. La cita en La Romareda ante el Celta es un pasaporte hacia la calma de un equipo que vive el presente sintiéndose fuerte y en pleno crecimiento, pero que necesita remarcar ese estado con mejores resultados, porque ahora ha perdido dos de sus tres últimos choques ligueros. Pasó con derrotas y buena imagen las visitas seguidas al Bernabéu y al Camp Nou y fue capaz de meter en medio la victoria ante el Deportivo, una remontada mágica que vivió ante su gente, donde el Zaragoza debe hacerse aún más fuerte.

Ya ha mejorado sus malas prestaciones locales en el inicio de la Liga y ahora necesita dar un paso más, poner tierra de por medio con el descenso, en estos momentos a cuatro puntos. Si supera al conjunto vigués serán hasta siete, una enormidad, mirando sobre todo la situación zaragocistas en los últimos años, donde ha sido inquilino habitual de las plazas con billete a Segunda y se ha salvado sobre la bocina.

Jugar en lunes es una decisión arbitraria y sin sentido de la Liga propiciada por las televisiones. Nunca ha sido día de fútbol y, además, la semana se hace eterna para los futbolistas. El Zaragoza, que jugó el sábado 17 en el Camp Nou ante el Barça, ha tenido nueve días entre partido y partido, una eternidad y, sin embargo, juega en Copa el jueves con el Granada, que tiene dos días más de descanso que los zaragocistas, todo un agravio comparativo sin duda, y el domingo en Mallorca. Es decir, tres partidos en siete días ante rivales de su mismo nivel que pueden marcar mucho el futuro del equipo. En la Copa para recobrar la ilusión en este torneo y, sobre todo, en la Liga y con la tranquilidad como la meta, como el Santo Grial, para buscar por parte del Zaragoza.

El partido de esta noche frente al Celta lo vive el conjunto aragonés sin las obligaciones de antaño, de temporadas pasadas, cuando cada choque era una cita con la agonía, pero la sensación que se respira en el vestuario zaragocista es que ganar al conjunto celeste y ser capaz de repetir triunfo en Palma de Mallorca el domingo supondrían pasos de gigante para mirar la tabla con otros ojos, con los que merece el actual momento de confianza y buen fútbol que vive el Zaragoza.

TRES REGRESOS, UNA DUDA Ese momento de mejor fútbol, de mayores posibilidades en el remate y en el gol, de crecimiento general como equipo, aconseja tocar muy poco el once de inicio, el que tiene casi ya fijo en la memoria el zaragocismo. Ya lo dice el refrán.... Vuelven Sapunaru y Abraham, sancionados ante el Barcelona, y también Loovens, que se perdió esa cita por un mal gesto en la rodilla. Las sensaciones del holandés son buenas y, si él está bien, es un fijo. También retornará al once Postiga, suplente en el Camp Nou y Jiménez habló de cuatro alternativas --Oriol, Zuculini, Romaric y Aranda-- para el puesto que baila últimamente. Como Aranda y Romaric implican mover a la banda a Víctor, de tan excelso nivel en la mediapunta, son Edu Oriol y Zucu los que se juegan el puesto en la diestra. Con la obligación de ganar y la blandura atrás del Celta, quizá sea el turno de mirar más hacia arriba con el catalán en la banda.

El Zaragoza ha ganado sus dos últimos encuentros en su feudo, ante el Sevilla y el Deportivo, y lleva hasta tres victorias seguidas como local si se cuenta la de Copa ante el Granada. Jiménez sabe que el equipo ha cogido confianza en casa, pero quiere frenar euforias, porque aún queda por mejorar, empezando por la defensa, donde se reciben goles en todos los partidos. El Celta, con Iago Aspas --cinco dianas y tres asistencias-- como referencia indudable, es un bloque afilado y que juega bien al fútbol. Mete más miedo en Balaídos y fuera baja mucho en su consistencia.

De hecho, el conjunto vigués, que lleva 5 jornadas sin ganar, no ha puntuado en sus seis salidas y está a un paso de enlazar su peor registro visitante. Es el viajero más asequible, pero tiene más fútbol del que dicen sus números y, sobre todo, cuenta con jugadores de nivel en su ataque. Y no solo Aspas, su baluarte en ataque. Oubiña ha recuperado el nivel que le hizo llegar a La Roja y que se perdió por sus lesiones y Krohn Dehli, Augusto Fernández o Park, hoy suplente, son futbolistas muy interesantes. El problema vigués está en su falta de contundencia como bloque. El Zaragoza debe aprovechar eso, mantener su actual nivel y firmar una victoria que supondría una tonelada de tranquilidad.