La Administración aragonesa va a incentivar el retranqueo e incluso la eliminación de motas y diques para facilitar la gestión sostenible de las avenidas que se registran en el Ebro. Así lo afirmó ayer el consejero de Desarrollo Rural y Sostenibilidad de la DGA, Joaquín Olona, en la clausura de las jornadas celebradas en Zaragoza sobre las inundaciones del 2015. De esta forma, se apoyarán los cultivos herbáceos, fundamentalmente alfalfa, en la zona de inundación, dado que, según insistió, las "crecidas no se pueden evitar y hay que convivir con ellas".

El consejero expuso ante ecologistas, agricultores y representantes de los pueblos ribereños que su departamento ha costeado este año daños por valor de más de 30 millones de euros en la ribera del Ebro. "Y esto no es sostenible, aunque se ha cumplido", concluyó Olona, que afirmó que se va a aplicar el plan ambiental del Ebro, si bien se realizarán ajustes de la normativa, con la vista puesta en la protección de los habitantes y de sus bienes.

"El objetivo es incentivar la recuperación de la zona inundable", subrayó el responsable de Desarrollo Rural. En este sentido, se abonarán 300 euros por hectárea para compensar el cambio de cultivos en las inmediaciones del cauce, dado que la finalidad es mantener su uso agrícola. Otras medidas serán la aplicación de los planes de la Red Natura 2000 y "no indemnizar los bienes no asegurados que son asegurables", un concepto al que este año se han destinado cuatro millones.

El discurso de Olona coincidió en líneas generales con el punto de vista defendido por Alfredo Ollero, profesor de Geografía Física en la Universidad de Zaragoza, que abogó por "dar más espacio al río", lo que "no se consigue dragándolo, sino abriendo las defensas y retranqueando motas". "La regulación, las motas y la limpieza del cauce son medidas caras e ineficientes que aumentan el riesgo de las riadas, dañan al río y pueden tener efectos contraproducentes", aseguró el experto.

ORDENACIÓN TERRITORIAL

En opinión de Ollero, el control de las riadas no es un problema fluvial sino de ordenación del territorio. Y recalcó que, pese a su impacto mediático, los desbordamientos del Ebro no han causado ninguna muerte desde 1930, si bien han provocado mucha destrucción, en particular en granjas, ganado, urbanizaciones precarias y zonas de acampada.

"Los daños no se pueden evitar ni eliminar, solo mitigar", repitió el profesor de Geografía Física, que señaló que en el 2012 se produjo un fallo de ordenación del territorio cuando se permitió volver a habitar una vivienda destruida por el desbordamiento del Aragón en Castiello de Jaca. Ollero produjo indignación en algunos de los presentes en la salón de actos del Centro Joaquín Roncal cuando manifestó que el dragado era la medida "más inútil" para evitar futuros desbordamientos.