Después de 30 años la Feria de Arte Contemporáneo ARCO, mira con optimismo por los buenos balances; se mantiene el nivel de ventas y visitantes. Claro, estamos hablando de unas pocas galerías que acceden a tener un stand en la feria, hay muchísimas más que se quedan fuera de estos circuitos comerciales. Pero también, paralelamente, se celebra otra feria, quizá, incluso de un nivel artístico igual o superior, por lo menos en lo que se refiere a la proporcionalidad entre obra y espacio expositivo, es Art-Madrid. Una feria donde las comunidades autónomas están representadas a través de sus galerías, salvo alguna extranjera, el resto son nacionales: catalanas, mallorquinas, valencianas, madrileñas y ¿aragonesas?, ni una sola, salvo, en el apartado de Fundaciones, la de Fuendetodos Goya que exhibió obra gráfica. Es lamentable que Aragón no aparezca por ninguna feria, y no será porque no haya artistas ni galerías, que de lo primero estamos bien servidos, lo decía Joan Gaspar en su stand al lado de un maravilloso Antoni Clavé. Se ha perdido cualquier inercia donde los artistas plásticos, al igual que los músicos, los escritores, se vean representados en la sociedad a través de propuestas expositivas conjuntas, de políticas de producción. Los artistas generan actividad y cultura, por lo tanto, economía; los políticos lo saben, los inversores también, por eso, mejorar, no mermar, las facilidades expositivas en las salas institucionales y las infraestructuras a la promoción del arte, impulsar beneficios fiscales para los inversores, aplicar el 1% de obra pública a obras artísticas, serían medidas indispensables para activar la cultura, para que, al menos, nos podamos creer eso de que Zaragoza vaya a ser Capital Europea de la Cultura del 2016.

Pintora y profesora de C.F.