Los ríos del Pirineo y buena parte de los de la margen derecha están atravesando una extraordinaria situación de estiaje en pleno invierno, precisamente en los meses en los que más precipitaciones se producen en un año meteorológicamente normal.

Esa situación pone en riesgo la campaña de riegos que comenzará la próxima primavera, y que, salvo que se produzca un cambio meteorológico que ninguna predicción vislumbra, los grandes sistemas de regadío deberán afrontar sin reservas suficientes para garantizar la producción agrícola. La sequedad de los cauces supone también una amenaza para el equilibrio de sus ecosistemas, ya que el caudal que circula en muchos tramos resulta insuficiente para disolver la carga contaminante que reciben de manera habitual.

El Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) señalaba a media tarde de ayer que las cabeceras del Ésera y el Gállego no alcanzaban el caudal de seguridad fijado en el Plan Hidrológico del Ebro (PHE), vigente desde 1996. El primer río bajaba con 610 litros por segundo cuando el mínimo para garantizar su equilibrio es de 890, y el segundo llegaba a Búbal con 740 litros cuando debería alcanzar los 1.250.

ARAGÓN Sí bajaba con fuerza, al contrario, el Aragón, que llegaba a Jaca con 2.020 litros por segundo, 1.110 más de los necesarios.

Las situaciones de extrema sequedad se extienden igualmente por el territorio aragonés de la margen derecha del Ebro. Así, los 190 litros por segundo que circulaban por el Martín a su paso por Híjar suponen apenas dos terceras partes de los 280 en los que está fijado su caudal de seguridad. Algo similar ocurría con el Piedra en Carenas, a donde llegaba con 200 litros cuando la aportación mínima debería ser de 340, mientras que el déficit era mucho más elevado en otros cauces como el Guadalope, que únicamente llevaba en Caspe 240 de los mil litros que requiere su ecosistema.

La situación era de estiaje extremo en tres ríos: el Matarraña llevaba en Nonaspe 10 litros por segundo --el caudal de seguridad es de 350--, mientras la aportación del Aguas Vivas a pie de la presa de Moneva era cero, la misma que marcaba el Arba de Luesia en Biota, este en la margen derecha.

El Ebro, por su parte, llegaba a Zaragoza con 57,8 metros cúbicos por segundo, casi el doble de los 30 fijados como caudal de seguridad. Se debe, entre otros aspectos a la aportación de ríos como el Arga y el Ega, que carecen de regulación y nacen en el Pirineo navarro, donde sí ha habido algunas precipitaciones en las últimas semanas.

EL TIEMPO Los resúmenes mensuales de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) señalan que el año hidrológico, que comienza el 1 de octubre, está siendo en Aragón más cálido y seco de lo normal.

Así, las temperaturas fueron casi tres grados más elevadas de lo habitual en el Pirineo en octubre, superaron a las medias en otros dos en noviembre y las rebasaron en casi otro grado en diciembre.

En cuanto a las precipitaciones, se quedaron un tercio por debajo de las habituales (-36%) en el mes de octubre. Noviembre fue muy húmedo en el conjunto de Aragón, aunque el volumen de lluvia se quedó por debajo de lo normal en la práctica totalidad del Pirineo y el Prepirineo. Y diciembre volvió a ser muy seco al caer un 20% de lo que llueve normalmente en ese mes. El Moncayo fue la zona de más precipitaciones de la comunidad al recibir un 50% de la media.

Las previsiones meteorológicas no apuntan a que esa situación de extrema sequedad vaya a cambiar a corto plazo. Esta semana llega una borrasca atlántica, aunque será poco activa y dejará pocas precipitaciones. No pasarán de 25 litros por metro cuadrado en la cabecera del Aragón, donde se prevé la mayor intensidad.