ola de calor

La cruda realidad de trabajar a 41°C

Ante las altas temperaturas, algunos trabajadores han tenido la jornada reducida

Los limpiadores y repartidores han seguido con el mismo horario laboral

Los trabajadores utilizan sombrillas para protegerse del sol.

Los trabajadores utilizan sombrillas para protegerse del sol. / MIGUEL ANGEL GRACIA

Judit Macarro

Judit Macarro

Hace unas semanas, con los termómetros rozando en Zaragoza los 39 grados, comenzaron los murmullos entre los trabajadores de si se tomarían las medidas que marca la normativa sobre prevención de riesgos laborales, frente a las altas temperaturas. Esta semana, con el mercurio marcando alerta roja en la capital, era la prueba de fuego para ver si se cumple o no con lo establecido.

De momento, el día más caluroso amanecía ayer como otro más para los que trabajan al aire libre. No ha habído parón en la avenida de Goya, donde siguen con el asfaltado de la calzada, como si los termómetros no rozarán más de 40 grados a la sombra. Raúl, oficial de primera en la obra, asegura que «ya de por sí el calor que desprende el asfalto es duro», así que, en días como los de ayer, «es aún peor».

Sin embargo, aún con la perspectiva de una dura jornada laboral, el obrero se muestra optimísta porque «sí que tenemos jornada reducida hoy». Por lo que, en lugar de trabajar mañana y tarde, «hemos empezado antes y pararemos a las tres del mediodía», explica Raúl, contento por librarse de las peores horas de calor.

Aun así, trabajar al límite de los 40 grados, no es fácil. Porque que aunque están «ya acostumbrados y se agradece parar antes», el trabajador insiste en que «sigue siendo duro».

Los limpiadores no han tenido jornada reducida a pesar de las temperaturas extremas.

Los limpiadores no han tenido jornada reducida a pesar de las temperaturas extremas. / MIGUEL ANGEL GRACIA

Para aquellos que se encargan de mantener la ciudad limpia, tampoco ha hubo ayer descanso. Ni siquiera una reducción de la jornada, porque en el caso de Manuel ayer cumplió rigurosamente con su horario, «de siete de la mañana a dos del mediodía». Para él, la solución es fácil: «intento hacer las zonas donde da el sol en las primeras horas, así por lo menos estoy a la sombra cuando hace más calor».

Se mantiene positivo, porque al final, «a mí me tocan hoy las mejores horas, pero al compañero que me releva al mediodía...». Y es que, haga el calor que haga, parece que los trabajadores de la contrata de limpieza, a cargo del Ayuntamiento de Zaragoza, se las tendrán que apañar con una botella de agua y una gorra sobre la cabeza, para protegerse del sol.

 Sin descanso también estuvieron ayer los repartidores, tanto de comida rápida como de correo. Porque, «los paquetes tienen que llegar» aseguró Carla, trabajadora de Amazon que tampoco vio reducida su jornada y, a pesar de las temperaturas, «seguimos con la ruta normal de todos los días».

Para combatir el fuego que desprende el pavimento, la repartidora para en cada esquina que puede a beber agua. Porque, aunque tienen que seguir sin descanso, «los jefes entienden que en días con tanto calor no podemos seguir el mismo rítmo». Además, la joven añade que tienen «media hora para descansar si lo necesitamos», y colocándose la mochila en la espalda continúa su camino frente al calor.

Y es que, ante estas altas temperaturas, la gente se resguarda en casa, bajo el aire acondicionado o frente a un ventilador. Porque a nadie le apetece sufrir el infierno de caminar con 40°C. Y a pesar de ello, en los días donde las temperaturas son extremas (sea viento, lluvia o calor), es cuando más pedidos a domicilio reciben los repartidores de empresas como Uber Eats o Just Eat.

Alex trabaja con Took, una cadena como las anteriores, y sabe que, a pesar de las condiciones climatológicas, «los pedidos tienen que llegar sí o sí». El problema es que una de las franjas horarias donde más pedidos recibe es «durante la hora de comer», por lo que escapar del sol y del calor «no es viable», asegura el joven.

En las obras han comenzado un poco antes su jornada para escapar de las horas de más calor.

En las obras han comenzado un poco antes su jornada para escapar de las horas de más calor. / MIGUEL ANGEL GRACIA

Él, al igual que Carla, se protege con una gorra y, botella en mano, «intento seguir la ruta como puedo». Aunque, el rítmo de trabajo no es el mismo, pero «la empresa es consciente y no nos dicen nada por retrasarnos».

A pesar de todo, lo peor no es enfrentarse solo al clima, sino que «muchas veces llegas tarde a entregar un pedido y te miran mal», explica el repartidor y añade entre risas que, suelen ser en estos días de temperaturas extremas «en los que, encima, menos propina recibo».

Una dura realidad a la que se tienen que enfrentar, durante los días de veranto, aquellos que trabajan al aire libre. Y es que, a apesar de las normativas y los protocolos, parece que de momento, con las almas saltando por alerta roja en la capital, los trabajadores (sin los que el día a día en la ciudad no sería posible) aguantan como pueden.