tradición

Claveles anticipados para Todos los Santos

Las floristas del cementerio de Torrero ponen el lazo a los ramos y encargos de última hora

Los visitantes adornaban hoy las lápidas en el cementerio en los días previos a Todos los Santos

Los visitantes adornaban hoy las lápidas en el cementerio en los días previos a Todos los Santos / Laura Trives

En una mañana despejada y con una temperatura más cálida de lo habitual, el cementerio de Torrero se prepara un año más para acoger a los miles y miles de fieles que lo visitan para conmemorar el día de Todos los Santos.

Cristina, propietaria de una de las floristerías a la entrada del camposanto, termina de decorar un ramo de rosas para un cliente. Ajustando bien el lazo asegura que «la gente sigue viniendo, igual no tanto, pero gente hay». Muestra de ello da el continuo flujo de coches que entran y salen del recinto, algún taxi y varios autobuses los acompañan. Pero Cristina no se distrae, los 45 años de experiencia le permiten montar ramos a una velocidad reseñable. Como no podía ser de otra manera, las flores no escapan a la inflación, este año los profesionales del sector han notado un incremento en los costes de más del 30%. «Pero eso no puede repercutir en el precio de venta», afirma.

En el puesto de al lado, Noemí lo confirma, «han subido los precios, pero nos tenemos que adaptar». Lo que no ha cambiado, y en eso coinciden las floristas, es que «el clavel rojo y blanco es el gran clásico de Todos los Santos», dice Noemí de forma rotunda. Hay variedad, asegura, «pero los claveles siguen de moda, sobre todo entre la gente más mayor». Visitar a los seres queridos en el cementerio no es solo cosa de personas de edad, «vienen jóvenes también, no en la misma proporción que los mayores, pero vienen a menudo», explica Noemí. La diferencia entre jóvenes y mayores puede que radique más en la elección de las flores. Como comenta la tendera, «los jóvenes suelen improvisar más, la gente con más años viene con las ideas claras».

Habituales y esporádicos

A falta de unos días para Todos los Santos, en el Cementerio de Torrero se ve ajetreo, aunque su gran extensión permite que todos los visitantes puedan pasear sin aglomeraciones. En su mayoría, son previsores que aprovechan el fin de semana para evitar el gentío del 1 de noviembre. Familias al completo con perro incluido, parejas cogidas del brazo e incluso algún ciclista que no ha dudado en entrar al recinto con la bici en la mano.

Teresa y José Luis vienen a «limpiar y dejarlo todo majo», no les gustan las aglomeraciones así que prefieren venir antes. Lo mismo le ocurre a María Asunción, que se acerca antes al camposanto para rezar tranquila porque «cuando hay gente es más incómodo, así que el miércoles rezaré desde casa». Juan Pablo, que viene de fuera, también elige el fin de semana previo para cambiar las flores, «ahora vamos a poner naturales, cuando se marchiten colocaremos las artificiales y ya hasta el año que viene».

Pese al trajín de estos días, el cementerio recibe asistentes a lo largo de todo el año. Es el caso de Nuria, que se acerca «un par de veces al mes», aunque no le gusta venir en Todos los Santos porque «hay demasiado tráfico y el párking se colapsa», explica. Andrés también es asiduo en sus visitas, lo acompaña su familia y traen diversos ramos porque «vienen a ver a varias personas».

Menos afluencia

Aunque se aprecia movimiento, el número de personas que se acercan al camposanto va en disminución. José María lleva casi 40 años en el servicio de préstamo de escaleras del recinto y cree que «cada vez viene menos gente». Además, añade, este año está siendo «un poco flojo», a pesar de la buena temperatura y el sol considera que «hay menos visitantes».

Entre las calles del cementerio se ve un vaivén de gente al paso propio del que sabe a dónde tiene que ir. Pero no faltan los «que no era por ahí, que nos la hemos pasado» y alguna que otra discusión sobre dónde se encuentra un nicho. Y los productos de limpieza y las regaderas tampoco pasan inadvertidas, todo lo necesario para dejar las lápidas a punto. Los casi 50 gatos que tienen su residencia permanente en el recinto acompañan a los visitantes que aprovechan estos días previos para honrar a sus difuntos.