Vacaciones para la tercera edad

Viajando con el Imserso: "Sin transporte no puedo ir a ningún lado"

Ante el aumento de precios en los hoteles, la mayoría de viajes ya no incluyen el transporte, generando dificultades y nuevas preocupaciones entre los jubilados

Germán Blasco y Pablo Román jugando a las cartas con un amigo.

Germán Blasco y Pablo Román jugando a las cartas con un amigo. / Ángel De Castro

Andrea Sánchez

Andrea Sánchez

En el marco de los viajes del Imserso en Aragón, la gran demanda choca con la oferta limitada. Este año se han quedado una gran cantidad de jubilados sin la posibilidad de disfrutar de estos viajes subvencionados. Además, la eliminación del transporte en numerosos destinos y la disminución de la demanda en las zonas de las costas catalana y valenciana han añadido complejidad a los desafíos a los que se enfrenta el programa este año. Siendo evidente la determinación de las personas más mayores por disfrutar de las oportunidades que les ofrecen estos viajes.

«Este año lo hemos intentado pero no nos lo han dado, queríamos hacer un viaje de interior, pero tampoco había plazas», menciona Germán Blasco mientras juega a las cartas con sus amigos en el Centro de Convivencia para Mayores Francisco de Goya. «Fuimos el segundo día a la agencia y ya no había plazas», confiesa mientras reparte las cartas a sus compañeros de mesa. Enfrente de Germán se encuentra, Pablo Román. Él sí que ha ido a algún viaje, «pero como tenemos un apartamento en Benidorm ya no vamos».

En la mesa de al lado, María Ángeles Blasco nunca ha podido ir. «Siempre que lo he intentado no había plazas y no me parece bien porque todo el mundo de la tercera edad tiene derecho a ir», comenta de forma descontenta, ya que le hubiera gustado ir alguna vez. María Ángeles no sabe si el problema viene de la organización o la gente que «coge tres viajes a la vez», menciona con tono de enfado. Sentada a su derecha está Adela Bernad, ella sí que ha tenido más suerte y ha ido en varias ocasiones. «En marzo fui al último, pero este año todavía no sé si voy a ir», confiesa Adela mientras empieza a barajar las cartas.

El tipo de viaje también influye en el número de plazas disponibles. Adela fue de las primeras y no tuvo problema al realizar la solicitud, fue un viaje cultural y confiesa que «en estos hay más plazas disponibles que en los de playa, hay menos demanda». En una esquina de la sala, mientras mira su teléfono móvil está Luis Hernández. Él cuenta que accedió a la web por la noche el mismo día que se abrieron las reservas y «ya no quedaba nada».

Mientras toma un café y juega a las cartas con su amiga y compañera de mesa, Araceli Monzón relata que lleva ya tres años haciendo estos viajes y conoce lo que pasa: «Otros años a las nueve de la mañana ya se han cogido todos, así que este año fuimos a la agencia unos días antes y ellos se encargaron de que ese día fuéramos de los primeros en entrar para elegir destino».

Algunos, a pesar de ser de los primeros en la lista, no consiguieron plaza para su primera opción. Es el caso de Araceli, ella y su grupo querían ir a Málaga y les tocó Peñíscola. «Este año la costa catalana no ha sido tan demandada, al final en Aragón conocemos la zona a la perfección, y había más plazas libres», confiesa Araceli.

Uno de los principales problemas de este año es la falta de transporte. Los hoteles han subido los precios y ya no lo ofrecen. Esto, en el caso de Adela Bernad, es un problema. «Si no hay transporte no puedo ir», dice con cierta pena Adela. Unas mesas más allá la opinión es parecida, Carmen Horos piensa que «van a perder muchos viajes, es complicado buscar el transporte y ya no es tan económico». Y su compañera de mesa, Rosa Colas, cuenta que ha hecho varios viajes: «Antes se incluía todo, el avión y hasta un autobús que nos llevaba hasta el hotel». «Si hay que ir cada uno por su cuenta, ¡vaya viaje!», confiesa Rosa con tono de queja.

Para otros, como Luis Hernández, esto no es problema, sino una facilidad. «No me importa, llevo mi propio coche, siempre hay más libertad con el coche», menciona Luis y da un sorbo a su café. Araceli Monzón, no ve inconveniente, pero si es lejos es más cómodo que incluyan el transporte: «El anterior estuvimos en Andalucía, hicimos el viaje en tren, es más cómodo que ir hasta Sevilla en coche».

La eliminación del transporte para algunos destinos aumenta la complejidad de gestionar un programa que se ve afectado y refleja cambios demográficos. Así como la dificultad de las personas mayores para buscar la forma de llegar a su destino, de esta forma el viaje ya no es tán económico y es algo a lo que dan importancia.