ZaragoZeando | "Esto vuelve a ser un solar"

La iniciativa que intentó conseguir revertir la degradación en zonas urbanas como el Casco Histórico se reduce a cenizas ante la dejadez y el olvido del ayuntamiento

El solar que albergó la escuela del circo social y el mercadillo de Las Armas está cerrado y ya no se utiliza para nada.

El solar que albergó la escuela del circo social y el mercadillo de Las Armas está cerrado y ya no se utiliza para nada. / SERVICIO ESPECIAL

Iván Trigo

Iván Trigo

Hace más de diez años, al calor de las nuevas propuestas urbanísticas, surgió en Zaragoza el proyecto Esto no es un solar, una iniciativa que intentó y consiguió revertir la degradación de algunos rincones de la ciudad que no tenían un uso definido y que no servían más que para acumular basura. Se puso en marcha en el Casco Histórico y pronto saltó a otros barrios de la capital aragonesa. Pero hoy, el abandono y la dejación del ayuntamiento han reducido esta propuesta urbana a cenizas. Hoy quedan sus restos.

«Fue muy bonito. Creo que conseguimos hacer del Casco un lugar amable y muy bonito», recuerda ahora José Manuel Alonso, quien fue concejal de IU en el Ayuntamiento de Zaragoza cuando se impulsó este proyecto, que fue ideado por la arquitecta italiana Patricia di Monte. El objetivo es sencillo: adecentar y arreglar solares en desuso para recuperarlos para la ciudadanía y convertirlos en espacios aptos para el encuentro y el disfrute de los vecinos. Dentro de este concepto caben un montón de iniciativas. Desde la instalación de canchas de baloncesto donde antes solo había tierra y basura; hasta la creación de plazas públicas o de huertos en espacios en los que se antaño solo había eso: un solar.

El conocido como solar del Conejo está vallado y es inaccesible.

El conocido como solar del Conejo está vallado y es inaccesible. / SERVICIO ESPECIAL

«Al principio nos dimos cuenta que el Casco Histórico era un ámbito perfecto en el que encajaba muy bien este proyecto. Y se crearon espacios que fueron un éxito, como los huertos de la calle Las Armas –que hoy siguen existiendo– y otros lugares dedicados al esparcimiento y el deporte», cuenta Alonso.

Ejemplos que hoy siguen siendo visibles son la parcela de la calle San Agustín, donde todavía se ven las rayuelas en el suelo y unos juegos de parchís pintados sobre el asfalto. El mantenimiento, eso sí, es nulo o no demasiado esmerado. Lo que antes era pintura reluciente ahora son formas que se intuyen y desconchones. «Siempre que paso por alguno de estos lugares siento mucha nostalgia. Quedan solo los restos de lo que fue Esto no es un solar», lamenta el exconcejal.

Cerca de esta ubicación está el conocido como solar del Conejo, hoy vallado. En la pared sigue pintado el lema de Esto no es un solar. Pero eso es todo. Los bancos y estructuras de madera que se colocaron en el lugar están amontonados en una esquina, si bien aunque estuvieran en buenas condiciones la cerca metálica impide el paso.

Y qué hay que decir del solar de la calle Las Armas donde se situó en su momento la escuela del circo social, donde se instalaba también el mercadillo de este barrio y que atraía a todos los modernos de la ciudad. Hoy está también vallado. Cerrado a cal y canto. Vacío y en desuso. Un solar que vuelve a ser un solar. Solo las obras y pinturas que decoran las paredes permiten recordar lo que antes fue un espacio con vida. 

El proyecto Esto no es un solar llegó a proyectar casi una treintena de iniciativas por toda Zaragoza para recuperar para los vecinos espacios degradados y sin uso. Quedan sus restos en el Actur, a la altura de la parada del tranvía de Legaz Lacambra, en Oliver y en Miralbueno. «Más que el paso del tiempo, ha sido la dejación lo que ha provocado esta situación», critica Alonso. 

Los huertos de la calle Las Armas siguen dando sus frutos.

Los huertos de la calle Las Armas siguen dando sus frutos. / SERVICIO ESPECIAL

El proyecto, además, sirvió para emplear a decenas de personas en tiempos de crisis. Se generaron entorno a ellos proyectos sociales. Y se puso a disposición de la ciudadanía un espacio que hoy corre la suerte contraria: la privatización. Porque mientras que Esto no es un solar buscaba generar lugares públicos de encuentro no centrados en el consumo, hoy lo más que uno halla en la calle es una terraza en la que tomarse una caña. 

«Los políticos no están para tener ideas ingeniosas. Lo que debe hacer un político es escuchar a su entorno e impulsar aquellos proyectos válidos que aportan al conjunto», valora Alonso.

Suscríbete para seguir leyendo