Uno de los templos históricos más conocidos del centro

Zaragozeando: San Cayetano, la iglesia que tiene dos nombres

El epicentro de la Semana Santa en la capital de Aragón guarda muchos secretos, entre ellos que su verdadero nombre Real Capilla de Santa Isabel de Portugal

La Real Capilla de Santa Isabel de Portugal es conocida por todos como San Cayetano.

La Real Capilla de Santa Isabel de Portugal es conocida por todos como San Cayetano. / Andreea Vornicu

Iván Trigo

Iván Trigo

Todo el mundo la conoce como iglesia de San Cayetano, pero su nombre auténtico es el de Real Capilla de Santa Isabel de Portugal. Este templo, situado en la plaza del Justicia, en el corazón de Zaragoza, es también el epicentro de la Semana Santa de la capital aragonesa. El edificio, propiedad de la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) desde la desamortización de Mendizábal, está habitualmente cerrado al público, si bien unas visitas guiadas permiten conocer sus secretos, que no son pocos.

La primera incógnita es evidente. ¿Por qué todo el mundo se refiere al templo con un nombre que no es el suyo? Pues porque San Cayetano fue uno de los fundadores de la orden de los Teatinos, quienes custodiaron la iglesia hasta que pasó a manos del Estado.

La imagen de San Cayetano, además, se repite en varios retablos del templo, así como en la fachada exterior. Pero quien ostenta realmente la advocación de la iglesia es Santa Isabel de Portugal, quien fue reina del país luso tras casarse con Dioniso I, además de infanta de Aragón, pues era hija del monarca Pedro III. «Santa Isabel tuvo un matrimonio tortuoso. No le hicieron santa por aguantar al rey Dioniso pero casi. Mi tatarabuela Jacobita lo comparaba con su marido y decía: que Dios lo tenga donde menos estorbe. Santa Isabel luchó con la virtud y la verdad frente al marido que le tocó aguantar», explica Miguel Ángel, el guía de la DPZ que enseña la iglesia.

Un grupo de visitantes atiende al guia con el órgano de fondo.

Un grupo de visitantes atiende al guia con el órgano de fondo. / Andreea Vornicu

La figura de Santa Isabel de Portugal preside el retablo mayor del templo y la fachada exterior. Se le representa con un ramo de rosas entre las sayas para recordar el milagro que se le atribuye: «Cuentan que una noche de invierno, Isabel iba a repartir comida a los pobres que rodeaban su palacio. Siempre se escondía el pan entre las sayas, pero un día su marido le sorprendió y le preguntó que dónde iba y qué llevaba. Ella respondió que portaba rosas, pero él no le creyó. ‘Como que rosas si es invierno’, preguntó de nuevo él. Y cuando se abrió las sayas para enseñar su contenido ahí estaban: el pan se había convertido en rosas», explica Miguel Ángel ante los atentos visitantes.

Esta iglesia está además ligada con la historia de Aragón. Fue la Diputación General del Reino la que impulsó su construcción. La obra se terminó hacia 1706. Es por esto que el edificio está plagado de escudos heráldicos. Los cuatro cuarteles de la señal de Aragón están representados en las pechinas que sujetan la cúpula. Como curiosidad, la parte central de este templo, con sus grandes y cuadradas columnas, sirvió de ensayo para después construir el Pilar.

El cristo de la cama es una de las imágenes más veneradas de la Semana Santa.

El cristo de la cama es una de las imágenes más veneradas de la Semana Santa. / Andreea Vornicu

Con el tiempo y con el surgimiento de los movimientos aragonesistas, el templo cobró de nuevo relevancia cuando a principios del siglo XX se llevaron allí los restos de Juan de Lanuza, Justicia de Aragón ejecutado por orden de Felipe II, un asunto que generó mucho debate y el rechazo de los estamentos más reaccionarios de la sociedad.

De esta iglesia parten muchas de las cofradías de la Semana Santa de Zaragoza y aquí descansa el Cristo de la Cama, una de las tallas más veneradas de la capital aragonesa. Data de finales del siglo XV, está articulado y tiene pelo natural.  

Otro dato curioso es que esta iglesia era desde donde se tocaban las campanas para avisar de la hora de cierre de los comercios de la ciudad. En el tour los visitantes también pueden visitar la sacristía, que es la última estancia del recorrido por el templo cuidadosamente explicado por Miguel Ángel. «Saber mirar es saber amar. A veces vemos pero no nos fijamos. Y en tiempos convulsos tenemos que aprender a mirarnos mejor y amarnos más», zanja el guía ante dos relicarios.