La crisis agraria

Las raíces de la tormenta en el campo aragonés

Las movilizaciones vuelven al campo aragonés cuatro años después de la última gran protesta

La sequía y las distorsiones de precios cercan a los pequeños productores

Movilización histórica 8 Más de un millar de tractores tomaron el centro de Zaragoza el 10 marzo de 2020.  | ÁNGEL DE CASTRO

Movilización histórica 8 Más de un millar de tractores tomaron el centro de Zaragoza el 10 marzo de 2020. | ÁNGEL DE CASTRO / j. heras pastor

Hace casi cuatro años, pocos días antes de que se decretara el gran confinamiento por el estallido del coronavirus, un millar de tractores tomaron las calles del centro de Zaragoza. Fue el 10 de marzo de 2020, una marcha histórica que contó con la participación de unos 4.000 agricultores que, llegados desde todos los puntos de Aragón, reivindicaban la supervivencia como sector. El clamor que vivía el campo entonces se apagó de golpe a causa de la pandemia, pero sus problemas estructurales, lejos de resolverse, se han agravado. Una tormenta perfecta que ha abonado el terreno para la vuelta de las movilizaciones agrarias, pero esta vez con algunos tintes distintos, algunos con intencionalidad política a 150 días de las elecciones europeas.

La encrucijada que arrastra el sector primario se ha cargado de nuevos nubarrones, algunos derivados de la pandemia y la guerra de Ucrania, que han añadido complejidad a la crisis agraria, que tiene múltiples aristas. El encarecimiento de los costes de producción y la tensión inflacionista han hecho más adversa la situación, pero sin duda es la sequía la que más impacto ha tenido, con el calentamiento global como trasfondo.

1) La falta de agua seca las cuentas

La prolongada sequía que ha sufrido Aragón los dos últimos años ha hecho mella en las cuentas de resultados de las explotaciones agrarias. A falta de disponer de los datos de diciembre, los agricultores cerraron el año pasado con una cosecha de entre 1,1 y 1,35 millones de toneladas, muy lejos de los 2,42 millones de 2018 o los cerca de dos millones de 2021 y 2022. La caída se traduce en una merma de la producción que se sitúa entre el 50% y el 60% respecto a la última campaña porque muchos optaron directamente por no sembrar.

La actividad económica del sector en la comunidad ha sufrido un mordisco que Asaja cifra en 1.480 millones de euros y UAGA en cerca de 850 millones, lo que provoca una pérdida de liquidez que merma la siembra de la nueva campaña.

Las organizaciones agrarias achacan al estrés hídrico los males de una campaña que encuentra en los cultivos herbáceos su mayor víctima, con un volumen en mínimos en lo que va de siglo. Según las estimaciones facilitadas por Asaja, el impacto económico a la baja por la sequía se cifra en 490 millones de euros para el negocio del cereal, en 500 millones para el maíz, en 60 millones para la alfalfa (que ahora sufre el golpe a la exportación por la crisis del Mar Rojo), y el girasol, que cultivó 60 millones de euros menos. Respecto a las frutas de hueso y los frutos secos, la actividad económica cayó 350 millones de euros.

2) El campo se vacía de profesionales

El campo aragonés sufre una lacerante pérdida de agricultores profesionales, lo que acrecienta el problema demográfico del medio rural. La merma de efectivos es una constante año tras año, un goteo que invita a pensar en la desaparición del modelo tradicional a medio y largo plazo a menos que se intervenga en el sector. La falta de relevo generacional y la baja rentabilidad de las explotaciones ha llevado al abandono gradual de unos 200 autónomos agrarios cada año en el sector primario de la comunidad, en beneficio de otro régimen de explotación en el que toman protagonismo los grandes propietarios y los fondos de inversión.

La organización agraria UAGA, en su balance de final de 2023, critica «la reducción anual de explotaciones y por tanto de cotizaciones a la seguridad social», ratificándolo con los datos de los pasados años. El 2021 se cerraba con 18.206 autónomos en el régimen de la seguridad social agraria, mientras que el 2022 lo hacía con 18.020 afiliados en este mismo régimen. La cifra a cierre de septiembre de 2023, según los datos facilitados por la Seguridad Social, reflejan esta negativa tendencia: 17.881 personas cotizan como autónomos en el sector primario.

3) A remolque de Europa

Los agricultores de distintos países de la Unión Europea (UE) llevan semanas manifestándose para llamar la atención sobre la crisis que atraviesan, sobre todo en el caso de los pequeños productores, y exigen cambios en las políticas nacionales y europeas. El año comenzó con fuertes movilizaciones en Alemania, donde el Gobierno accedió a mantener algunos subsidios para el sector, aunque poco después el foco de los protestas se ha trasladado a Francia, con importantes bloqueos en ciudades y carreteras, hasta extenderse a otros países como España, donde las principales organizaciones agrarias se han unido para alzar la voz.

4) La cara y la cruz de los subsectores

La crisis agropecuaria es generalizada, pero hay cultivos y ramas ganaderas que están en peor situación. El cereal sería uno de ellos tras una mala cosecha con costes de producción en máximos. Inversiones muy altas para rendimientos muy bajos. El vino también vive una situación muy crítica, con unas pérdidas de 1.200 euros por hectárea en 2023, ante el excedente almacenado en las bodegas, la caída en la comercialización y la subida de los costes de producción. UAGA reclama ayudas directas al Gobierno de Aragón para paliar los daños.

La otra cara de la moneda la arroja el porcino, que sigue gozando de buena salud en la comunidad y ha permitido compensar las pérdidas económicas que la parte agrícola ha dejado en muchas explotaciones. Esta ganadería supone ya el 66% de la producción agraria total de Aragón.