Comienzan los actos tradicionales

Cristina Inogés Sanz, pregonera de la Semana Santa de Zaragoza: «El clericalismo lleva a la mujer a un lugar irrelevante. Tenemos un lugar»

La teóloga invita "a vivir la profundidad de una Semana Santa en la que tiene cabida todo el mundo" / Le gustan "especialmente las procesiones nocturnas, son más íntimas»

Cristina Inogés Sanz en la plaza de La Seo de Zaragoza.  | ÁNGEL DE CASTRO

Cristina Inogés Sanz en la plaza de La Seo de Zaragoza. | ÁNGEL DE CASTRO / LUIS M. GABÁS

Ha sido usted elegida como pregonera de la Semana Santa de Zaragoza. Como teóloga, ¿qué significa para usted?

Va más allá de mi formación, pero reconoceré que, como teóloga, tengo una serie de herramientas que me permiten tener una visión diferente al que pueda tener cualquier otra persona. Es la semana grande de los cristianos porque significa vivir lo nuclear de la fe. Me han invadido los recuerdos porque es una ilusión que tenía desde pequeña cuando acompañaba a mi padre, que era cofrade de Las Siete Palabras. No me enteraba de nada, pero cuando crecí entendí su profundidad.

¿Tiene más recuerdos de esa Semana Santa?

Recuerdo que trataba de memorizar sus zapatos porque era la forma de identificarle en la procesión. Ese primer contacto con la Semana Santa fue de la mano de mi padre y él me enseñó que era una forma de vivir y transmitir la fe.

¿Va a verla? Porque usted viaja mucho por trabajo.

Me gusta ver la Semana Santa. Me gustan especialmente las procesiones nocturnas porque me transmiten intimidad. Me gusta mucho La Piedad por el Boterón, Las Siete Palabras en el arco del Deán y me gusta muchísimo el Sábado de Gloria la de las Esclavas. Salen solo mujeres y hay que apoyarnos entre nosotras. Veo todo un símbolo detrás de esas humildes campanas que hacen sonar tras la tamborrada de los días previos. Anuncian algo grande que va a pasar al día siguiente.

Los pasos de Semana Santa relacionan a los zaragozanos con Dios. ¿Cómo ve este discurso popular en la calle en forma de pasos?

La religiosidad popular es un primer paso para iniciarse en la fe. Hay que contar que el valor de las procesiones no lo hemos descubierto de repente. Da la sensación que es solo tocar el tambor y pasear, pero hay que poner en valor el compromiso con los demás que hay en la Semana Santa. Hay una labor callada y sostenida todo el año que es muy importante que se conozca que se une al valor testimonial de sacar los pasos. Hay que reivindicar todo ello.

¿Cree que falla algo, falta o sobra?

Nada es perfecto. Falla que no se entiende la religiosidad popular porque no se quiere entender desde la Iglesia. Falta un verdadero interés por conocer la religiosidad popular y falta, por parte de la propia religiosidad popular, dar el paso importante y necesario de desarrollar la mística de la religiosidad popular. ¿Qué sobra? Egocentrismo, todas las cofradías forman un discurso y todas son importantes más allá de los gustos.

Ese sentimiento popular lleva en algunas ocasiones a representar episodios que no aparecen en las Sagradas Escrituras que usted tiene estudiadas. Me viene a la cabeza la figura de La Verónica o Claudia Prócula y su relación con los evangelios. ¿Está de acuerdo con este tipo de inclusiones?

No son personajes bíblicos, ni históricos, pero se han convertido en real porque nadie entendería ya la Pasión de Cristo sin la Verónica. Destaco esta última porque es el personaje tierno a curar el dolor, a intentar procurar alivio, que es innato en el ser humano. No sabemos si pasó o no, pero aunque no está recogido en los evangelios considero que es positivo porque eso es la religiosidad popular y se muestra la expresión de un sentimiento humano ante un sufrimiento. Es actitud de ayuda y compromiso.

¿Cuál es el mensaje que quiere trasladar en su pregón que irá dirigido a cofrades, pero también al resto de zaragozanos?

No quiero adelantarlo, pero quiero invitar a vivir la profundidad de la Semana Santa en la que tiene cabida todo el mundo.

Como teóloga quiero preguntarle ¿Cuál es para usted la trascendencia socio religiosa de las cofradías?

Ayudan y han ayudado a crear la historia de la ciudad. Han crecido con la ciudad, han acompañado a la ciudad y demuestra que no es solo una misión trascendente, sino que cohesionan al territorio como ciudad. Son parte de la sociedad y están allí. Nacieron muchas de la mano de gremios o de personas que han venido de otras comunidades de España y esa identidad está presente, por ejemplo, en el patrimonio.

La Semana Santa tiene más de 16.000 cofrades que discurren por las calles de la ciudad y no lo hacen solos, sino que el público les acompaña. Un fervor que no se traslada de igual forma al interior de los templos. ¿A qué cree que se debe?

Hay una religiosidad popular que tira porque quien participa en ella se siente identificado, pero es evidente que hay una desafección hacia el culto porque no lo entienden. Sin embargo, sí sienten emotividad en un paso. Vivimos en una sociedad que se mueve por los efectos y de ahí hay que sacar una lectura positiva para que haya un trasvase. Pero para que haya más culto debe haber una reflexión seria y serena.

Usted ha sido la primera persona laica en ofrecer una meditación previa a la apertura del sínodo por parte del pontífice. Una reflexión en la que invitó a “construir esa Iglesia llamada a ser refugio seguro para todos; lugar de encuentro y diálogo intercultural, espacio de creatividad teológica y pastoral con la que afrontar los desafíos a los que nos enfrentamos”. ¿No lo es ahora?

Estamos en un proceso de sínodo. La Iglesia ha hecho muchas cosas bien y hace muchas cosas bien, pero en otra se equivoca. Lo valido en el siglo XVI no vale en el siglo XXI. Estamos llamados a reformar la Iglesia, no crear una nueva pero si aprender todos juntos a ser iglesia de otra manera. La Iglesia debe ser más inclusiva, más evangélica y mucho menos normativa. Que la creatividad sea un valor que se aprecie.

¿Cree que falta feminizar la Iglesia en un momento en el que las corrientes sociales van por ese camino? Al final es un choque con la realidad…

Muy necesario. Somos más del 80% de la iglesia, la realidad de la Iglesia es muy femenina. Las mujeres en la Iglesia no tenemos un papel, sino un lugar que nos da el bautismo como a todos. Hay una realidad de un problema que arrastramos desde hace muchos siglos que es el clericalismo que lleva a la mujer a un lugar irrelevante. En este momento, es momento de reflexionar el lugar auténtico de la mujer en la propia iglesia. Hay que tener en cuenta que la persona que elige Cristo para transmitir su mensaje es María Magdalena. Es una mujer, es considerada como apóstol de los apóstoles y es la que recibe de Jesús el mandato supremo de comunicar su resurrección.

En octubre de este año se celebrará una de las asambleas del Sínodo sobre la sinodalidad en cuyo debate se habla de la realidad de de la mujer, pero también de homosexualidad de la mano de los colectivos LGTBi. ¿Hay doble moralidad dentro de la Iglesia?

Absoluta. Se habla de los homosexuales como si estuvieran fuera, pero están ahí y que hay que demostrar que no pasa nada. Se nace así y tienen ese lugar por estar bautizados.

El Papa ha apostado por esta especie de revolución con ese nombre que muchos ni saben lo que significa, pero ¿cree que las conclusiones se implementarán? ¿En cuánto tiempo?

Que en octubre 2024 nadie espere una Iglesia sinodal. Se hará poco a poco. A partir de ese mes habrá que empezar hacer realidad todo lo que no ha hecho durante el sínodo, pero no habrá que esperar que el cambio venga desde arriba y será importante tener en la mano la síntesis de cómo se aplica.

Volviendo al inicio. ¿Cree que la Iglesia debe mirar más a las cofradías y los valores que representan en ese camino de renovación?

Aprender a ser Iglesia de otra manera nos debe obligar a quitar prejuicios. En este sínodo hemos aprendido valor de la escucha y debe ser un momento clave para que las cofradías nos cuenten para implementar.