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La escritora Isabel Abenia, con uno de sus libros.CHUS MARCHADOR

Reseña

Los libros aragoneses de Domingo Buesa. El traductor al que venció su traducción

Isabel Abenia se adentra en 'El traductor', su nueva novela, en el reinado de Carlomagno

Una de las figuras históricas más famosas es la del emperador Carlomagno que es considerado, junto con san Benito, el constructor de Europa. A él se han dedicado importantes estudios explicando su obra política y analizando cómo un hombre analfabeto se convierte, desde su llegada al trono, en un monarca culto que acabó creando la Escuela Palatina, en su palacio de Aquisgrán, donde se recupera la cultura clásica y se produce un notable renacimiento del saber.

Una notable tarea en la que contó con el apoyo de clérigos venidos de varios territorios, como Hispania de donde salen huyendo ante la ocupación musulmana y entre los cuales hay un famoso zaragozano conocido universalmente como Teodulfo de Orleáns, por haber sido nombrado obispo de esa ciudad por su amigo Carlomagno, para el que trabajó creando escuelas, modernizando hospitales o redactando importantes libros de enseñanza.

Junto al culto hispano Teodulfo de Zaragoza (desconocido en su tierra natal) –y otros muchos como el británico Alcuino de York– formaba parte del íntimo círculo imperial Eginardo, nacido en tierras de la actual Alemania y autor de la biografía del emperador al que sirvió durante veinte años.

Estos dos personajes, Teodulfo y Eginardo, que fueron personas claves de ese reinado que comienza en el siglo VIII y concluye en el siglo IX, son los protagonistas principales del hermoso relato que nos ofrece la novelista zaragozana Isabel Abenia, que ya nos cautivó con obras excepcionales como 'El Alquimista holandés' trazando uno de los mejores relatos escritos sobre el Bosco.

En esta ocasión, la novela, titulada con acierto 'El traductor', nos adentra en la historia de los últimos años del reinado de Carlomagno permitiéndonos conocer sus intrigas, sus sueños, sus miedos y sus posibles sucesos paranormales, gracias a una larga carta que escribe el cronista Eginardo a su hijo.

La carta le permite a la autora escribir una novela histórica porque acabamos siendo testigos presenciales de muchos sucesos, unos explicables y otros no, que permiten entender esa figura del rey Carlos el Grande al que debemos los orígenes del condado de Aragón, asunto que queda muy claro en el relato de Abenia, mujer que se caracteriza por hacer un exhaustivo estudio y una completa investigación del tiempo en el que sitúa sus tramas novelescas.

Pero, esto no es la novela, aunque lo parezca. Después de descubrir la existencia de ese manuscrito del siglo IX, nos damos cuenta que la clave está en el siglo XXI porque un estudioso recibe el encargo de analizarla y traducirla usando los medios a su alcance y los interlocutores que le vienen bien a la materia, entre los que le agradezco que me incluya convirtiéndome en un personaje de dentro de la novela que está leyendo la novela desde fuera, es decir en ese concepto cervantino de la fusión de los planos de realidad y ficción.

Del siglo IX al XXI

En este sentido del sugerente manejo de los tiempos, es muy interesante como la novela propone la sucesión de relatos del siglo IX y del siglo XXI, intercalados con gran maestría, que permiten plantear el ejercicio de construir paralelamente el declive del protagonista medieval y el declive del protagonista de nuestros días, ese traductor que verá destruida su vida en el perfil de una novela negra de la que él será el agredido.

Les aconsejo su lectura y les anuncio que verán lo interesante que es meternos a recorrer la historia en un texto muy bien escrito, con un dominio del lenguaje muy de alabar, con una limpieza de narración extraordinaria. Isabel Abenia ha logrado además incorporar en este relato retazos de nuestra historia aragonesa por lo que es lógico que haya sido publicada por la reconocida editorial Doce Robles que se ha consolidado como una importante firma aragonesa en el empeño de recuperar nuestra historia.

Gracias a los editores por este empeño en acercarnos nuestra historia y, en este caso, nuestro pasado coincidente con los grandes sucesos del medievo. Así se demuestra, aunque algunos no lo puedan comprender, que nuestra historia en su conjunto es algo que debe llenarnos de orgullo.

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