FESTIVAL EN EL CAMINO DE SANTIAGO

La crítica de Javier Losilla: Fiesta popular en las calles del Barroco

Le Concert de l’Hostel Dieu presentó este sábado su espectáculo en la Ciudadela de Jaca

Imagen de la actuación que Le Concert de l’Hostel Dieu ofreció el sábado en Jaca.

Imagen de la actuación que Le Concert de l’Hostel Dieu ofreció el sábado en Jaca. / CARLOS GURPEGUI

Javier Losilla

Javier Losilla

La música y la fiesta es uno de los argumentos de la programación de este año del festival En el Camino de Santiago. Y una sugerente fiesta musical (FugaCités) es la que ofrecieron el sábado en La Ciudadela de Jaca la formación francesa L’Hostel Dieu, dirigida por el clavecinista y arreglista Franck-Emmanueel Comte, y los artistas de culturas urbanas Jerôme Oussou (danza hip hop), Tiko (beatboxing) y Mehdi Krüger (slam). Es decir, disfrutamos de un espectáculo bien armado, entretenido, teatral y no exento de humor, en el que las composiciones barrocas conectaron con creaciones del tiempo presente. No, no estoy hablando de neobarroco en el sentido que el ensayista Omar Calabrese dio a ese término, sino de un encuentro entre el pasado y la actualidad e, incluso, de una reformulación contemporánea de aspectos que, como en todas la músicas a lo largo de la Historia, estuvieron muy presentes en el Barroco. La danza, por ejemplo.

Contradanza, chacona, zarabanda, allemande, canario, folía… El Barroco bailó en los salones cortesanos y en las calles. Hoy los salones son los teatros y los clubs de baile, y las calles siguen acogiendo a danzantes que recogen el latido urbano: las diferentes variedades de la danza en el hip hop, por ejemplo. Con coreografía de Mourad Merzouki, Jerôme Oussou transcribió en el espacio los tempos de las escrituras musicales de John Playford (compositor experto en contradanzas), Henry Pourcell, Antonio Vivaldi y Michel Farrinel, entre otros. Acompañado por el clave de Comte, el chelo de Aude Walker-Viry y el violín de Reynier Guerrero, Oussou desplegó con elegante brío un repertorio de movimientos a medio camino entre la danza contemporánea y el hip hop, con detalles muy interesantes como la coreografía de Les folies d’Espagne, de Farinel, que recordó a la deconstrucción flamenca del bailaor Israel Galván.

En la segunda parte del espectáculo, con violín, guitarra barroca y tiorba (Clément Latour) y contrabajo (Vincent Girard), sonaron fragmentos de obras de los mencionados Playford y Pourcell, de Jean-Michel Cayre y del español Santiago de Murcia. Fue el turno del vibrante beatboxing (técnica para producir sonidos con el aparato fonador) de Tiko, productor, a la manera de un dj, pero sin tecnología, de todo tipo de bases percutivas, breaks, sampleos y ambientaciones varias. Una delicia que asombró con las atmósferas de naturaleza, a la manera de los koujis chinos, creadas para A Prince of Glorious Race, de Pourcell, y con el acompañamiento en las Tarantelas, de Santiago de Murcia.

Versos recitados

Y para cerrar, con clave, chelo y percusiones (David Bruley), el slam (una forma de recitado, cercano al spoken word, que no lega a ser rap, creado inicialmente para competiciones entre poetas) de Mehdi Krüger, al calor de las músicas de Vivaldi, Couperin, Barrière, Playford y Monteverdi. Sinuoso pero contundente con sus poemas en francés, Krüger, quien trabaja habitualmente con músicos de diferentes géneros y estilos, inscribe su trabajo en el trayecto que va desde bardo francés de la Resistencia René Char (1907-1988) al comprometido rapero norteamericano Kendrick Lamar (1987). Salvando todas distancias salvables, las interpretaciones de Krüger enlazan de alguna forma con los recitativos (hablar cantando / cantar hablando) de la ópera barroca. En Si dolce é il tormento, de Monteverdi, conjugó su recitado con el canto de la violonchelista ("Si dolce è il tormento che in seno mi sta /ch’io vivo contento per cruda beltà"); con el texto Café-croissants, al compás de la Tarantelle napolitaine, con excelente apertura del percusionista, brilló como la luna de agosto.

La presencia de toda la troupe en el escenario antes de la despedida clausuró una velada de encuentros y conexiones; una afortunada manifestación del sentimiento popular.