OPINIÓN

Guardando las distancias: Un 'boom' incontrolable

Se van a seguir publicando miles y miles de libros creando un mercado inmanejable

Las librerías reciben cientos de novedades cada mes.

Las librerías reciben cientos de novedades cada mes.

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Acaba el verano y ya se sabe lo que toca en la industria editorial, empiezan a aparecer las novedades para ya ir haciéndose un hueco de cara a la Navidad. De aquí a noviembre se anuncian catálogos llenos de novedades literarias en los que todos los autores (y sobre todo sus editoriales) tratan de destacar por encima de los de al lado. Nadie sabe dónde está el secreto del éxito pero todos lo buscan. Y lo que subyace en toda esta explosión de títulos es un problema que nadie quiere atajar, se publican demasiados libros en España. A todos los de las grandes editoriales que, obviamente, por sus resultados, se pueden permitir apostar por los grandes nombres, por los medianos e incluso dejar un pequeño hueco (eso sí) a los más pequeños para experimentar, hay que añadir la autoedición. No digo que ese sea el principal problema pero es innegable que la facilidad del acceso a la edición ha hecho que ahora mismo sea insostenible el mercado literario para el lector.

Nadie es capaz, ni siquiera los libreros profesionales y de buen hacer de los que Zaragoza está llena, de tener controladas todas las publicaciones que salen y eso, lejos de llevar a un punto de democratización de la cultura, provoca el efecto contrario, al final, entre lo inabarcable, el lector mayoritario se acaba inclinando por los nombres ya conocidos y que destacan.

Un problema que lejos de atajarse sigue creciendo año tras año. Y aunque, como decía, sea una contradicción, cuantos más libros hay en el mercado, más beneficios consiguen los grandes grupos editoriales. No hay que obviar ni mucho menos que ellos cuentan con los escritores más destacados.

Buscar una salida

Dado que no parece que sea un problema que vaya a tener una solución temprana, es decir, se van a seguir publicando miles y miles de libros creando un mercado absolutamente inmanejable para nadie, ni para los escritores ni para las editoriales ni para los medios que los promocionan ni para los lectores, hay que buscar una salida.

Y esta puede venir por la ayuda en la selección de las lecturas, la prescripción de los productos que se puede (y se debe) realizar desde los medios de comunicación o incluso, ojo, desde los propios lectores. Es la única solución para controlar un mercado que no se deja domar por sí mismo y que, por supuesto, no puede impedir la publicación de tantos libros. Quien más quien menos busca su espacio e intentar saltar a la lista de los más vendidos sin esperarlo.

En ese camino, irrumpió hace diez años una pequeña editorial aragonesa, Doce Robles, que, con Javier Lafuente al frente ha ido haciéndose un hueco en el sector. Tanto que ha conseguido colocar varias de sus obras en los puestos de las más vendidas en Aragón. No deja de ser una editorial modesta, sin grandes alardes, pero es el ejemplo del trabajo bien hecho, casi artesanal con el que se mima a los autores y que aspira simplemente a perdurar y, quizá, a como decía Goya, instruir deleitando.

Su colección Historia de Aragón esconde verdaderas joyas que uno se pregunta cómo es posible que no hubieran visto ya la luz en otras editoriales. Ahí supongo que tiene mucho que ver el ojo avizor del editor y el saber encontrar dónde puede haber un nicho que hasta entonces nadie había sido capaz de ocupar con eficiencia. A por otros diez años más.