opinión

Guardando las distancias: Un canto a la vida desde la muerte

El documental 'Dispararon al pianista', de Fernando Trueba, no solo resucita la figura de Tenório Jr. sino que es un canto excelso a la vida

Una escena de ‘Dispararon al pianista’.

Una escena de ‘Dispararon al pianista’.

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Cuando se le pregunta, Fernando Trueba lo tiene claro. Quería rodar un canto a la vida de un músico vivo, no de un muerto. Y la única opción de hacerlo era optar por la animación para el documental 'Dispararon al pianista', en el que se ha vuelto aliar con Javier Mariscal como ya sucediera en 'Chico y Rita'. 

Y es que la película de Fernando Trueba es una producción que, ante todo, es una celebración. De la música, no solo de la brasileña, de las relaciones de amistad, pero, ante todo, de una forma de vivir en la que el arte creativo, en este caso musical, es superior a cualquier otro aspecto. Y construir eso desde la historia de un desaparecido por la dictadura argentina como es el caso del pianista Tenório Jr., poco conocido pero uno de los más destacados de aquella generación, es harto complicado.

Para ello, Fernando Trueba construye una historia de un periodista norteamericano (que, aunque no se parezca en nada es claramente su alter ego conociendo los años que le ha dedicado el madrileño a este proyecto) que aterrizado en Brasil enfrascado en un libro sobre la bossa nova decide reorientar su investigación hacia este curioso caso.

Así, el documental no solo resucita la figura de Tenório Jr. o descubre (como es mi caso) sino que es un alarde de investigación ya que para su preparación se habló con más de 100 personas y, sobre todo, es un grito de libertad. No está claro porque se detuvo y, posteriormente, se asesinó al brasileño pero todo indica que su pecado fue llevar el pelo largo y ser músico (por lo que se le emparentó con actividades comunistas sin ninguna constatación). Todavía no había sucedido el golpe de Estado en Argentina pero este pasó solo un día después de su desaparición.

Si magistral es la recopilación de Trueba y, sobre todo, el ritmo que sabe imprimirle al documental basándose en esas canciones con ritmos de luz y con escenas tan prodigiosas como cuando Bebo Valdés interpreta una partitura del propio Tenório Jr. por la petición del propio periodista, el trabajo de Javier Mariscal es, y no es novedad, de otro planeta.

El diseñador se permite el lujo de colocar sus pequeñas firmas en forma de ese perro que tan famoso le hizo en lugares tan icónicos como la playa de Río de Janeiro pero es que, además, sabe resituar cada una de las escenas y entrevistas incluidas en el documental de una manera magistral sin que nada chirríe a la acción que se está desarrollando.

No sé qué sucederá (ni yo ni nadie, claro) con esta película a partir de ahora (su recorrido en las salas de ciudades al margen de Madrid y Barcelona está llegando a su fin lamentablemente) aunque se va a estrenar en muchos países, incluidos Brasil, por supuesto. Llega el momento de los premios y, sin duda, creo que este 'Dispararon al pianista' es firme candidato a ganar Goyas (aunque todo es muy complicado por el absurdo miramiento con las películas de animación), pero yo no descartaría que tenga un largo recorrido incluso en otras latitudes.

Cuando su director presentó la película en Zaragoza, aseguró que a él el único éxito que le preocupa, porque entiende que es el único que importa en la vida, es poder hacer la película que uno quiere. Su trayectoria y su carrera le avalan y, desde luego, se puede decir con orgullo que 'Dispararon al pianista' es la película que hace tiempo se debió hacer y que por fin ha visto la luz. Tenório Jr. mediante.