El Canal Imperial de Aragón

El 9 de noviembre de 1510 comenzaron las obras de la Acequia Imperial, antecesora del actual Canal Imperial de Aragón

Acequia Imperial de Aragón

Acequia Imperial de Aragón

Santiago Navascués Alcay

Santiago Navascués Alcay

Tal día como hoy, en 1510 y muy cerca de la aragonesa Gallur, comenzaron las obras de la Acequia Imperial, antecesora del actual Canal Imperial de Aragón. Su construcción fue el colofón de una historia salpicada de conflictos por el aprovechamiento del agua en una tierra de regadíos desde tiempo inmemorial.

Ya en época romana, nos consta, por medio del Bronce de Botorrita, de la existencia de un litigio por el uso de unas aguas entre Salduie (actual Zaragoza) y Alaun (actual Alagón), que hacen suponer la existencia de una especie de canal o acequia en torno al Ebro. También nos da testimonio de este tipo de infraestructuras el Bronce de Agón, que, originalmente, estaba situado a la vista de todo el mundo en algún punto indeterminado entre el Pago de los Belsinonenses (posiblemente el actual Mallén) y el Pago de los Galos (actual Gallur). En él se recogen una serie de acuerdos legales entre ambas localidades para el aprovechamiento de una especie de canal. Este transcurría en muchos puntos por donde después lo haría la Acequia y el Canal Imperial, en paralelo al río y a una importante calzada romana.

Esclusas de Casablanca del Canal Imperial de Aragón

Esclusas de Casablanca del Canal Imperial de Aragón

Con la crisis del Imperio Romano y la ruralización de la sociedad se descuidó el mantenimiento de muchas de estas obras hidráulicas. Hasta que llegaron los musulmanes, que no solo revitalizaron los antiguos regadíos, sino que los multiplicaron y mejoraron. Gracias a estos nuevos pobladores la huerta del Ebro, junto con la del Guadalquivir, se convierte en una de las más feraces de Europa.

Visto bueno de Carlos V

Mucho tiempo después, en el siglo XVI, se construyó la Acequia Imperial de Aragón, tras ceder el emperador Carlos V, seguramente con fines políticos, a la petición del Concejo de Zaragoza. Las obras comenzaron a hacerse cerca de Gallur. El problema es que el agua no alcanzaba el volumen necesario para regar todo el campo zaragozano. Entonces se situó la embocadura del canal en Fontellas (Navarra), lo que ocasionó problemas de jurisdicción con el Reino de Navarra. Finalmente, debido a problemas técnicos y al elevado coste del proyecto, las obras no se llevaron a su fin.

A pesar del malestar de los aragoneses y de sentirse desatendidos por sus reyes, la empresa fue dejada a un lado por los sucesivos monarcas hasta bien entrado el siglo XVIII. Es entonces cuando la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, encabezada por el conde de Aranda (persona de gran influencia en el reinado de Carlos III), propuso al rey la construcción del Canal Imperial de Aragón. Se trataba de un proyecto mucho más ambicioso que el de la Acequia Imperial, en el contexto de aquella España que para modernizarse quería llenarse de canales como los de Francia e Inglaterra, sin tener en cuenta que no podía hacerse a causa de las características de los ríos españoles. Tan solo era factible en el río Ebro y en algunos escasos puntos más de la geografía peninsular.

Ramón Pignatelli

Ramón Pignatelli

Los trabajos comenzaron en 1776 y terminaron en 1790. Pocas obras hidráulicas de Europa gozan de una importancia mayor. Ocupa 110 kilómetros, abarcando desde Fontellas hasta Zaragoza. La empresa se encargó a Ramón Pignatelli, cuñado del Conde de Aranda. Se emplearon las mejores técnicas de la época y su construcción supuso un elevado coste que asumió el Estado, endeudándose con bancos holandeses. Todavía hoy en día, en muchos de sus tramos, despierta la admiración de muchos ingenieros e historiadores del arte.

Las aspiraciones eran construir un canal navegable que, bordeando el Ebro, comunicara el Cantábrico con el Mediterráneo para dar salida al mar a los productos de la huerta del valle medio del Ebro; y que los campesinos accedieran a unas tierras secas a bajo coste pero muy fértiles si se regaban, lo que desató las protestas de algunos nobles de Aragón, ya que esto perjudicaba sus intereses.

Desde Fontellas

El primero de los objetivos no se cumplió totalmente, ya que por dificultades técnicas el canal solo transcurre desde Fontellas hasta Zaragoza. No se logró comunicar los dos mares pero sí se consiguió que los productos de los pueblos ribereños llegaran por medio del canal con mucha facilidad y rapidez a Zaragoza. También se alcanzó el segundo de los propósitos, ya que la cantidad de tierras regables aumentaron de manera considerable.

El canal se convirtió en la autopista de la época, en el medio más rápido de transportar mercancías y supuso un fuerte revulsivo económico para la zona. Coincidiendo con su etapa de esplendor, el 16 de mayo de 1873 se constituyó la Junta del Canal Imperial de Aragón, que desde entonces fue un organismo descentralizado y autónomo. Sin embargo, lentamente cayó en desuso debido a la construcción en 1861 del ferrocarril Zaragoza-Alsasua, con un recorrido paralelo al del canal, aunque sigue siendo de importancia vital para el regadío de la zona. Ante la construcción de otras líneas de ferrocarril, se fueron desechando las ideas de alargar el canal y hacer navegable el Ebro. 

No obstante, esta última pretensión no murió del todo, como se puso de manifiesto en el proyecto inicial de la Expo de Zaragoza del 2008.