Uno de los propósitos más deseados de principio de año es apuntarse al gimnasio. Echarse a sudar para descargar los excesos navideños. Pocos cumplen el plan establecido por las buenas intenciones. El Huesca está a medio camino. Es verdad que ha franqueado la puerta y ha doblegado a la pereza, ha pasado por el vestuario para maquearse y ponerse guapetón con sus nuevos fichajes, se ha visto fuerte en las primeras barras de pesas, pero ahora corre el peligro de quedarse atrapado en la cinta estática, corriendo y corriendo hacia adelante sin pillar a nadie, como un ratón atrapado en una rueda sin evacuación. Su reacción de las últimas semanas, esos ocho puntos (dos victorias y dos empates) en cinco encuentros, pueden quedarse en nada de no confirmarse un triunfo esta tarde de carnaval ante el Sevilla (18.30, BeIN LaLiga). La victoria vuelve a ser la única salida.

A seis puntos queda hoy la salvación. Mucho menos que hace un mes y medio e igual de insuficiente para mantenerse. Agua de borrajas. Esta obsesión por no bajarse del carrusel, por seguir recortando distancias, es algo repetitivo casi desde el inicio de la temporada, pero ahora se acentúa porque cada vez queda menos tiempo y porque el Huesca ha demostrado que ha competido y ha ganado con su actual estructura. Esa doble forma de ver el vaso, las urgencias por el paso de las jornadas y el positivismo del cambio de cara táctico, describe el choque ante el Sevilla como una nueva final en un Alcoraz que volverá a gritar ilusionado el ‘sí, se puede’ de conseguirse una victoria que daría valor extra al empate de Cornellá.

Un gato negro, un mal de ojo, algún conjuro de una bruixa pirenaica... No se sabe muy bien la causa, pero el infortunio sigue riéndose del Huesca. Francisco podrá mantener en pie a un once de garantías pese a que ha tenido que preparar el choque con quince jugadores en las sesiones tácticas. El banquillo será casi un solar. Los movimientos por conseguir la cesión de Peru Nolaskoain del Athletic no han canalizado por la excesiva cantidad impuesta desde Ibaigane (medio millón por un negocio temporal). El míster deberá conformarse con no tener recambios en la zaga, pocos en la delantera y hacer debutar a un eje en la zona ancha.

Suerte de las incorporaciones llegadas en invierno. Luisinho, Melero (esta semana volvió a pisar césped), Insua y ahora Christian Rivera son la lista de dolientes que no se reduce. El asturiano fue operado esta semana de la ruptura de su codo izquierdo sufrida ante el Espanyol y, aunque se prevé que vuelva en abril, su más que sensible baja será cubierta hoy por el venezolano Yángel Herrera. Además está la ausencia de Cucho Hernández con un sufrimiento típico de patio de colegio. El colombiano, de 19 años, ha pasado una varicela infantil que le ha dejado con pocas energías y reduce las cartas ofensivas que pueda barajar Francisco. Chimy Ávila sería la referencia ofensiva junto a Enric Gallego, con David Ferreiro como posible revulsivo.

Otra de las medidas, a falta de cubrir la ficha federativa dejada por Pablo Insua, será mantener a Adrián Diéguez como acompañante de la dupla consistente de Etxeita y Pulido dentro de la apuesta por el dibujo de cinco defensas, clave en los nuevos bríos oscenses. El regreso de Miramón, cumplida su sanción, reduce la importancia de un nuevo incidente para Carlos Akapo, caído en el entrenamiento del lunes con una luxación en la cabeza del peroné de su pierna derecha.

El Sevilla, quinto, habita la parte noble de la clasificación, aunque su rendimiento ha sufrido un severo frenazo. El cuadro palangana ha suspendido en matemáticas en este bimestre, con cinco puntos, adelgazando las aspiraciones a campeonato que olió en los primeros meses. Su rendimiento ha bajado sobre todo fuera de casa, donde no gana desde el 20 de septiembre y encadena cuatro derrotas sin marcar. Pablo Machín contará además con las bajas de Nolito, Carriço, Gonalons y Escudero, además de las dudas de Gnagnon, Mercado y Wöber, lo que hace que la configuración de su defensa sea toda una incógnita.