LA MONTAÑA EN ARAGÓN

A la conquista de las fortalezas

La belicosa cicatriz del Aragón medieval jalona nuestras tres provincias de castillos, atalayas y torreones impresionantes cuya visita puede ser una magnífica excusa para animarse a una escapada con el valor de sentir nuestra historia

La siete torres del Castillo de Sábaba aportan carácter al complejo.

La siete torres del Castillo de Sábaba aportan carácter al complejo. / Arteviajero.com

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

Un viaje al pasado bajo la sombra de siete torres (Sádaba, Zaragoza)

Siete alzadas torres siluetean la identidad de Sádaba. Pocos castillos hay en Aragón con su compostura y su tortuoso relato al ser fronterizo con Navarra. Su buena reconstrucción resalta su contorno dominante sobre una de las Cinco Villas. Su visita, gestionada desde la Oficina de Turismo y óptima los fines de semana, puede ser el condimento perfecto antes o después de una andada cultural de unos 14 kilómetros llanitos.

Más que una excursión esta propuesta senderista es un viaje al pasado que puede ser atractiva para realizar en familia por la facilidad del trazado. y por visitar vestigios romanos y medievales.

Desde el propio Sádaba salimos por el camino de San Francisco siguiendo el chapoteo del Río Ríguel. Se corta la vega sadabense casi en línea recta para desembocar, en unos 45 minutos, en la ermita de Puilampa, tras girar a la derecha en un cruce de caminos. Sobre una elevación del terreno, para estar a la vista de los peregrinos a Santiago, es una preciosa muestra del románico con miles de detalles: múltiples inscripciones, ábside, crismón, molduras, capiteles y una portada con seis arcos de decoración excelsa.

Volvamos al cruce y seguimos recto, por un camino balizado, para volver al abrazo del río, que pasamos por un puente que nos hace virar al Este al encuentro de una pista asfaltada que tomaremos en dirección Sur, paralela a un canal, en la búsqueda de las ruinas del Monasterio de Cambrón, románico en su origen.

Nos retiramos por donde hemos venido y no abandonamos la pista asfaltada de regreso a Sádaba junto al Canal de Bardenas. Antes de entrar en la localidad paramos a ver el monumento funerario de La Sinagoga, un mausoleo romano-paleocristiano del siglo IV integrado en una villa. 

El campanario de Santa Cilia dialoga con el torreón de Fantova.

El campanario de Santa Cilia dialoga con el torreón de Fantova. / SERVICIO ESPECIAL

La escondida atalaya con panorámica infinita (La Puebla de Fantova, Huesca)

Ribagorza, reino y condado, tierra fundacional de Aragón, trufada de monasterios, ermitas, iglesias, puentes y fortalezas románicas dignas de una visita antes de liarse en su Pirineo. Entre sus castillos brillan Benabarre, Arén, Viacamp, Perarrua, Fals, Luzás y el más escondido de Fantova (Siglo X).

Tanto el emplazamiento como el valor histórico del lugar animan a acercarse desde Graus a La Puebla de Fantova, inicio de esta jornada. La propia población es una fortaleza en sí, siendo las propias casas su muralla, con un magnífico portal entre Casa Girón y Casa Pariz. Tisamos sus correosas calles hasta su iglesia para continuar por la pista señalizada. 

Esta se desliza entre campos y vistas al Turbón y Cotiella. No tiene pérdida hasta topar un cruce. Girar aquí a la derecha para, a cien metros, y en otra curva, adentrarnos por un sendero entre un encinar. Este caminito tiene hitos, pero hay que estar atento. Tras un paraje umbrío derivar los pasos de nuevo hacia la derecha hasta volver a la pista que avanza por el Barranco de la Bodegueta. 

El regalo es la elegante torre que domina un cerro y su aledaña ermita de Santa Cecilia. Una masía adivina el emplazamiento del antiguo poblado y en frente el quebradizo paisaje del Morrón de Güell y la triste vista de los despoblados de Erdao y Bafalluy.

Tras 4 kilómetros, solo queda subir al complejo por un sendero serpenteante. La entrada en codo da acceso a un amplio espacio con una construcción nueva y la ermita cuyo campanario puede visitarse. Del castillo queda parte de la muralla, algún aljibe, una necrópolis con siete tumbas antropomórficas y un torreón con acceso por una puerta elevada que ahora tiene una cómoda escalera. Las vistas desde él explican el estratégico y bello lugar de este castro. 

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El Castillo de Peñaflor escolta y defiende Huesa del Común.leyenda del Cid entre el rumor del Aguasvivas (Huesa del Común, T / SERVICIO ESPECIAL

La leyenda del Cid entre el rumor del Aguasvivas (Huesa del Común, Teruel)

Con dos apellidos. Es la manera de identificar a los árbitros de fútbol. Y se da la curiosidad que es Huesa del Común la población con mayor densidad de esta fauna gracias a Gracia Redondo y el linier Ayete Plou. Pero si por algo es conocido este enclave de las Cuencas Mineras es por su sublime fortaleza. 

El Castillo de Peñaflor impresiona por la verticalidad de torres y lienzos que resisten mutantes sobre el poroso roquedal que defiende la población y esconde ferratas y varias vías de escalada. De visita libre y obligada antes de hacer la excursión, está citado en el Cantar del Mío Cid, fue conquistado por el mismísimo Alfonso I y guarida de los belicosos carlistas.

La ruta une dos torres, la citada en Huesa y su vecina de Segura de los Baños. La conexión se desliza por el río Aguasvivas (PR-TE 110) en una veintena de kilómetros de ida y vuelta casi sin repechos.

Empezamos en Huesa, con la referencia de los carteles que dirigen a la zona de escalada y un merendero con fuente. Obviar las escaleras que bajan al río y seguir por un sendero hasta un puente de madera. La señalítica no engaña ni la orientación básica de seguir el cauce, que cruzamos en varias ocasiones, con algún pasamanos en cantos rocosos y delicados si ha llovido. Al poco de un corral llegamos al desvío que deriva a Maicas y al antiguo molino y su basal, digno de parada de respiro.

El Camino de las Huertas sigue el flanco derecho y, tras un giro de este, se encuentra con la carretera y un puente, cerca del balneario de Segura de Baños que podemos visitar en un pequeño desvío o, directamente y tras pasar el puente, virar a la derecha para subir el Puerto de Segura y bajar al pueblo coronado por otra fortaleza.