Cita con las urnas

Un debate capital: El ‘boom’ participativo del 15M ya es cosa del pasado

La institucionalización del movimiento y las mareas han vaciado las calles. Las ciudadanía reclama a los políticos capacidad en la toma de decisiones mientras el asociacionismo se desinfla

El cambio. Imagen de archivo de dos ‘yayoflautas’ que celebran el aniversario del movimiento 15M.  | ÁNGEL DE CASTRO

El cambio. Imagen de archivo de dos ‘yayoflautas’ que celebran el aniversario del movimiento 15M. | ÁNGEL DE CASTRO / CARLOTA Gomar

Carlota Gomar

Carlota Gomar

En estos días de campaña electoral todos los partidos apelan a la participación ciudadana. Acudir a las urnas el 28M puede cambiar el rumbo de hasta el pueblo más recóndito de Aragón, pero ¿qué sucede después? Prácticamente todos los partidos promueven acciones que implican al ciudadano en momentos puntuales creando la sensación de que tienen en cuenta su opinión y que son partícipes en la toma de decisiones.

A tenor de la respuesta obtenida en distintos procesos que se han llevado a cabo en Zaragoza, pocos están dispuestos a invertir su tiempo y prefieren que sean los políticos, elegidos en las urnas, los que acarreen con la responsabilidad de decidir por todos. Cierto es que la mayoría de los ciudadanos quieren un mayor protagonismo, pero otorgando un papel importante a los representantes políticos, en quienes delegan la toma de decisiones. Lo llaman democracia sigilosa.

«Nos implicamos cuando hay posibilidad de cambio, cuando algo nos afecta directamente», explica el profesor de Sociología Política de la Universidad de Zaragoza y miembro del grupo de Investigación, Sociedad, Creatividad e Innovación David Pac, que asegura que la ciudadanía «recela de la participación cuando el proceso es a largo plazo».

Zaragoza en Común (ZeC) intentó abrir el ayuntamiento a la ciudadanía, hacerla partícipe en la toma de decisiones y en el destino de un puñado de millones del presupuesto. El balance de los llamados Presupuestos Participativos no fue el esperado, en el primer proceso solo 6.132 personas se involucraron (ni un 1% de la población total), mientras que en el segundo lo hicieron 11.557 personas que, en su mayoría, formaban parte de asociaciones de padres y madres o vecinales.

El método

«En estas votaciones no hay neutralidad porque no se aplica un método», explica Pac, que admite que, dado que el ciudadano de a pie no se involucra, las votaciones acaban «mediatizadas por las elites organizadas que hay detrás». El problema de estos procesos participativos, por decirlo de alguna manera, «es que es (una participación) muy interesada, votas lo que te afecta a ti», prosigue. Esto no es ni bueno ni malo, cada uno se implica en lo que decide.

Marea verde. Protesta en 2013.  | EL PERIÓDICO

Marea verde. Protesta en 2013. | EL PERIÓDICO / CARLOTA Gomar

Además de los Participativos, ZeC también intentó involucrar a la ciudadanía en un proyecto de calado, como la segunda línea del tranvía. Los zaragozanos pudieron elegir qué trayecto de los cuatro propuestos les favorecía más, pero solo un 1% de la población decidió el destino de un proyecto de ciudad de 200 millones de euros de inversión. Tanto los Presupuestos Participativos como la segunda línea acabaron en la papelera de reciclaje del siguiente Gobierno (PP-Cs).

El asociacionismo vecinal

Donde también se ve que los tiempos han cambiado y que la implicación de la ciudadanía es mucho menor es en el asociacionismo vecinal, ese que tanto ha conseguido, que tuvo su época dorada en los años 80 y al que se le deben los avances de la ciudad. «Cuando empezamos directamente pedíamos aceras», explica el presidente de la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ), Manuel Arnal, que admite que «la sociedad se ha vuelto individualista, hedonista e inmediata». «Ahora queremos conseguir las cosas en el momento, las queremos ya y nos olvidamos de que hay procesos que llevan tiempo, esfuerzo e implicación», señala.

Las asociaciones vecinales se crearon para «exigir cosas básicas». «En los años 70 no había de nada, los barrios necesitaban aceras, transporte público, centros de salud y todo tipo de equipamientos. No había de nada y entonces los vecinos sí que se implicaron», recuerda Arnal. Los mismo que siguen ahora en estas entidades, donde la media de edad supera los 60.

Cincomarzada. Peticiones vecinales. | EL PERIÓDICO

Cincomarzada. Peticiones vecinales. | EL PERIÓDICO / CARLOTA Gomar

«¿Los jóvenes? No les interesa», admite Arnal, que asegura que los gobiernos tampoco están a favor de potenciar el tejido asociativo. «Prueba de ello es el vaciado de las juntas de distrito, que cada vez tienen menos poder de decisión», lamenta este histórico del movimiento vecinal que insiste en que «solo la sociedad civil organizada garantiza la democracia». Pese a todo ello, Zaragoza puede presumir de ser una de las primeras ciudades en aprobar un reglamento de participación ciudadana.

Los ecos del 15M

Sin duda, el 15M supuso un antes y un después en la historia de España. Las plazas se llenaron de jóvenes y mayores (los que acabaron llamándose yayoflautas) reclamando una democracia más participativa. Una democracia real. Exigían ser escuchados, un cambio en las instituciones y lo hicieron altavoz en mano, llenando las calles. «Las mareas tenían un objetivo concreto, por eso hubo tanto seguimiento, porque se entendía que había posibilidad de cambio», explica Pac, que vuelve a insistir en el propósito, en el hecho concreto de protesta. De ahí el éxito de las mareas.

La institucionalización de estos movimientos ha provocado que las calles se hayan vaciado, pero «volverán a las calles», asegura. «En un proceso de poder instituyente es difícil que estén en la institución a la vez que en la calle», prosigue el sociólogo que añade que la pandemia ha modificado ciertos hábitos y ha supuesto «la retirada de la participación presencial». El confinamiento y el posterior miedo al contagio generó un parón en el activismo y asociacionismo que no ha acabado de recuperarse. O más bien, que ha generado un cambio en el modo de relacionarse que, por otro lado, no tiene por qué ser negativo.