Cita con las urnas

Un debate capital: Del Buñuel al WiZink. Los extremos de la cultura zaragozana

El desalojo del viejo instituto para convertirlo en un centro de mayores ha reabierto el debate sobre los espacios autogestionados y la cultura participativa frente a los grandes equipamientos de gestión privada

El centro Luis Buñuel lleva cerrado desde su desalojo, el pasado mes de febrero.  | ANDREEA VORNICU

El centro Luis Buñuel lleva cerrado desde su desalojo, el pasado mes de febrero. | ANDREEA VORNICU / CARLOTA Gomar

Carlota Gomar

Carlota Gomar

Hace un mes que Jorge Azcón, todavía en su papel de alcalde de Zaragoza, anunció su plan para que la ciudad tenga su propio WiZink Center. Un equipamiento que costaría una millonada (25 millones como poco) y que se construiría en los suelos del Portillo. Con capacidad para 10.000 espectadores y una empresa interesada, Provenue –la misma que gestiona el equipamiento madrileño—, el conservador se mostró confiado en que llegue a albergar 150 eventos al año y alcance los 300.000 asistentes. Casi nada.

El anuncio generó cierto revuelo entre el sector cultural de la ciudad, que cuestiona la necesidad de crear un nuevo espacio de estas dimensiones y clama por salas más pequeñas, de un tamaño intermedio entre el pabellón Príncipe Felipe y los espacios de conciertos habituales, como la Oasis o la López.

Para Azcón, que Zaragoza tenga su propio WiZink es mucho más que «un proyecto de ciudad», es «de país», llegó a decir, al entender que podrían celebrarse «acontecimientos a nivel nacional e internacional», por lo que el impacto económico «sería importantísimo». Optimismo a raudales el de Azcón.

No opinan lo mismo desde el sector cultural, que le recuerda que las cosas han cambiado, que esto no es ni Madrid ni Barcelona y que ahora lo que se llevan son los grandes festivales. ¿Vive Latino?

Comedores 8 Ocho centros de mayores ofrecen el servicio de comida.  | ÁNGEL DE CASTRO

Comedores 8 Ocho centros de mayores ofrecen el servicio de comida. | ÁNGEL DE CASTRO / CARLOTA Gomar

«Jamás vendrán esos grandes artistas a los que aspira porque esas grandes giras están en manos de fondos de inversión con agendas muy centradas en los festivales. Y esos artistas tienen contratos de exclusividad», avisan.

Apuntan, además, que en ningún caso estos megaproyectos favorecen al tejido local, al revés. «Este modelo solo va a contribuir a que los artistas que dan vida a la ciudad durante todo el año salgan perjudicados», lamentan.

La autogestión cultural

El WiZink no ha sido el único equipamiento que ha generado debate en la ciudad. Salvando las distancias, el desalojo del antiguo instituto Luis Buñuel reabrió la discusión sobre el modelo de centros cívicos al que debe aspirar la capital. El tradicional, con programaciones y actividades cerradas, o uno de gestión colaborativa, donde la gente puede producir, consumir y decidir sobre la cultura que quiere, como sucedía en el Buñuel y sucede en la Harinera de San José, con más de 22.000 asistentes durante el año 2022.

Hay que partir de un concepto y es que la cultura no es solo comprar un tíquet para ir a un museo o a un concierto. «Los centros cívicos al uso son contenedores de actividades que no tejido social ni cohesión social y no invitan a la participación activa», explica un experimentado gestor de centros, que admite que «la cultura comunitaria implica la cesión de poder y, eso, a los políticos, les cuesta aceptarlo».

Los datos, en cambio, revelan que el modelo funciona. Los centros cívicos tuvieron cerca de 2,4 millones de usos el año pasado, con un promedio de 6.500 diarios. Durante 2022 se programaron 10.547 actividades y cerca de 4.000 cursos y talleres.

Con los centro de mayores, como el que se va a reabrir en el Buñuel, sucede algo similar, con dos corrientes sobre su modelo completamente dispares. «Ya no buscan lo mismo de antes. Ese modelo de ir y jugar a las cartas es caduco, ahora quieren hacer actividades y talleres», recalca este gestor. Sin embargo, actualmente hay 67.657 socios activos que hacen uso a diario de los 31 equipamientos que hay operativos, donde también se ofrece el servicio de comedor (solo en ocho).

Lo que está claro es que es los mayores quieren actividad. En la Harinera de San José se reúnen todos los domingos un centenar de jubilados para bailar. Una actividad que organizaron y que gestionan.

Desde este centro, el Colectivo Llámalo H defiende que la ciudad tenga «espacios donde se pueda crear». Cristina Laborda está al frente del proyecto Andar de Nones, un colectivo impulsado por la Asociación TEAdir Aragón integrado por diez jóvenes con diversidad intelectual que desarrollan su trayectoria artística de la mano de Gejo. «Queríamos salir de nuestro entorno habitual, de nuestra zona de confort donde poder realizar las actividades con las que nos sentíamos más cómodos», explica a la vez que hace un llamamiento a los espacios de autogestión, como el del Buñuel o la antigua cárcel de Torrero. Con la reconversión del antiguo instituto en un centro de mayores, el equipo de Gobierno saliente pretende dar respuesta a un problema del distrito Centro, que carece de un espacio de estas características. Pero no es el único con déficits.

Gestión colaborativa 8 Desarrollo de un taller en la Harinera de San José. | MIGUEL ÁNGEL GARCÍA

Gestión colaborativa 8 Desarrollo de un taller en la Harinera de San José. | MIGUEL ÁNGEL GARCÍA / CARLOTA Gomar

Los Distritos del Sur claman por tener equipamientos, bibliotecas o ludotecas. Quizá por eso algunas de las promesas electorales se centran en grandes instalaciones, con varias piscinas y pistas de todo tipo, como la que propone la candidata del PP al Ayuntamiento de Zaragoza, Natalia Chueca. O el polideportivo y un parque multifuncional en Rosales del Canal de la socialista Lola Ranera.

Giesa, ¿Quién da más?

Ambas han presentado sus propuestas para sacar del olvido equipamientos de la talla de Giesa. El PSOE quiere convertir la antigua fábrica en La Ciudad de la Infancia, un proyecto que ya se valoró en su día por otros gobiernos y que cuenta con el apoyo de colectivos y entidades del barrio y que trabajan con menores de la capital aragonesa.

La conservadora plantea darle un aire bien distinto. Bajo el nombre de Distrito 7. Zaragoza, ciudad del cine y de las artes, propone crear un centro de producción audiovisual con un gran plató virtual que contaría 700 metros cuadrados. Así, explica, se reforzaría la atracción de rodajes, convirtiéndose en uno de los grandes incentivos para venir a rodar a la ciudad y para crear industria y empleo de calidad en el sector.