EL CAMINO A LAS URNAS

Un debate capital: Sin tiendas no hay barrios que valgan

El comercio local lleva lustros alertando de que el cambio de modelo y costumbres acabaría con los pequeños negocios, pero a pesar de todo, los negocios a pie de calle aguantan contra viento y marea

Un local cerrado en el barrio de Torrero.

Un local cerrado en el barrio de Torrero. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Iván Trigo

Iván Trigo

Los comercios, mercados y pequeñas tiendas dan vida a los barrios. Y también dan de comer a miles de familias en Zaragoza. Alimentan y dan servicios a los vecinos desde la proximidad que existe al compartir acera sin la necesidad de coger el coche para ir a un gran centro comercial. Pero desde hace ya mucho tiempo, estos negocios se están enfrentando a un sinfín de dificultades. Primero fueron los centros comerciales. Tras ello la crisis económica de 2008. Luego el boom de las ventas por internet. Después la pandemia. Y ahora la inflación. ¿Acabarán bajando las persianas los comercios de toda la vida?

A pesar de los problemas y de los muchos pronósticos catastrofistas, este sector de momento aguanta a costa del esfuerzo de los autónomos. Pero son muchas las patas que cojean.

El primero es el modelo comercial de la ciudad. Zaragoza es la provincia con mayor densidad comercial en España, con 702 metros cuadrados por cada mil personas, justo el doble que la media nacional (349), según el último informe The Retail Property Telescope, elaborado por la consultora EY. No obstante, una parte importante de los casi 500.000 metros cuadrados autorizados como gran superficie están hoy vacíos.

Porque como alertaron ya los agoreros, Zaragoza no da para tanto. Y cuando abrió Puerto Venecia, Plaza su fue a pique. Ahora está en demolición. Pero el daño para el pequeño comercio estaba hecho, porque la gente se acostumbró a huir de la ciudad para comprar, algo que solo cambió con el covid. Y es que a pesar de la caída de la actividad, el gusto por el barrio y el comercio de proximidad aumentó.

Muestra de ello es que a La Torre Outlet, inaugurado en 2020, le está costando encajar en el ecosistema comercial de la ciudad mientras los barrios siguen aguantando.

7 de cada 10 comerciantes no son propietarios de sus locales

De ahí la apuesta del Ayuntamiento de Zaragoza, que a través del plan local de comercio y el área de Economía que dirige Carmen Herrarte, ha impulsado la transformación de los principales ejes comerciales de los barrios en paseos comerciales. La idea era mejorar la escena urbana para atraer público y hacer más agradable la experiencia para el usuario y el comprador, haciendo que las calles se convirtiesen en una especie de centros comerciales pero al aire libre y en el corazón de la urbe.

Esta iniciativa ha tenido como banco de pruebas la calle Delicias. Y los resultados han sido cuestionados por los propios comerciantes. La calle se adecentó. Se colocaron nuevas señales. Bancos. Maceteros. Pórticos de entrada y salida a la calle. Una pantalla de led gigante. Y por no hablar de los toldos. También se pintó el suelo. Pero las ventas, aseguran los dueños de los negocios, no han aumentado.

Y es que el problema es estructural y las soluciones, complejas, por lo que requieren algo más que retoques estéticos. Una de las principales barreras que se encuentran los propietarios de los negocios es el precio de los alquileres de los locales. Según datos de la Cámara de Comercio, 7 de cada 10 comerciantes no son propietarios de los establecimientos en los que desarrollan su actividad.

Esto hace que ya desde el año 2006, cuando la burbuja inmobiliaria no había reventado, muchos autónomos y pequeños empresarios hayan tenido que lidiar con el aumento del precio de los locales que, en algunas zonas de la ciudad, se ha disparado. Y cuando el consumo cayó, con el covid por ejemplo, muchos negocios cerraron al no poder aguantar. Y ello derivó en un cierre de establecimientos, todos esos que llevaban años con el agua al cuello y que la pandemia acabó de ahogar.

Un ejemplo: según un informe de GTI, de febrero de 2021 a julio de 2020 había en el mercado un 20% más (196) de locales disponibles en el centro de Zaragoza. En el conjunto de la ciudad, según los datos que recoge el plan local de comercio, aprobado hace ahora dos años, hay unos 2.000 establecimientos con la persiana bajada permanentemente.

A todo esto hay que añadir la falta de relevo generacional, el cambio de costumbres de los consumidores, el auge del comercio online… Una larga lista que los políticos prometerán arreglar a pesar de que todavía nadie ha dado con la tecla correcta.

El éxito del 'Volveremos'

Pero todo sea dicho. Si ha habido una iniciativa relacionada con el comercio local que ha convencido a los propios detallistas es Volveremos, una aplicación móvil que bonifica las compras en las tiendas y que en esta edición ya ha agotado el saldo en apenas dos meses.

Durante los cuatro años que lleva en funcionamiento, con una inversión por parte del ayuntamiento de 15,1 millones de euros, se ha conseguido inyectar en el comercio local de la ciudad más de 130 millones de euros en ventas.

Pero con eso no basta. Y quien gobierne la ciudad no solo deberá decidir si continúa con el Volveremos, si no qué hacer para conseguir que las tiendas de Zaragoza sigan siendo un sello diferencial de la ciudad frente a tanta franquicia.

Porque sin tiendas tampoco habrá calles vivas. No habrá barrios ni la posibilidad de compartir con el pollero o la pescadera la receta de los canelones de la familia. Pero no hay que engañarse, más allá de la acción de los políticos, habría que empezar por que la ciudadanía se convenciese de la importancia de gastar en el comercio local. Pero la ciudadanía tampoco tiene tiempo. Y de ahí lo complejo del problema.

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