Desde hace varios años el Ayuntamiento de Fréscano y la Asociación Cultural Virgen del Pilar organizan la tradicional cabalgata de los Reyes Magos que se lleva a cabo cada 5 de enero. Es una jornada que en la localidad se pretende que sea algo más que el simple acto de la llegada de los reyes y el reparto de juguetes y de otros regalos. Por ello, unos días antes se va engalanado y arreglando un remolque para que sea la carroza de la cabalgata, en la que los pajes, los reyes y los ayudantes, junto con los niños y los mayores recorren las calles de la localidad y se desplazan hasta el pabellón municipal.

En este año, el pasado día 5 los Reyes Magos llegaron a Fréscano en un vehículo tan original y tan sencillo como fueron en tres bicicletas, aunque la comodidad no fuera la mejor para la llegada de sus majestades, que van vestidos con muchas y ricas ropas, pero al final entraron en olor de multitud. Posteriormente, todos se desplazaron hasta el pabellón municipal, muy bien decorado para esta ocasión con motivos navideños, y en el que ya se habían depositado todos los regalos y los juguetes de los vecinos, sobre todo de los destinados a los más pequeños.

La música, con un repertorio apropiado al ambiente navideño, junto a una buena temperatura, permitieron no sólo compartir la ilusión que siempre se genera en estas fiestas, sino también momentos de conversación, alimentada con la degustación de unos roscones de reyes, junto a alguna copita de moscatel, en este caso solamente para los mayores.

Todo ello, mientras los más pequeños, en el recinto cerrado, ya han recibido de las manos de los tres reyes magos, vestidos con sus mejores galas y con sus mejores sonrisas, cada uno de los juguetes y regalos, y que los niños sin esperar a nada ni a nadie, han abierto las cajas y se han puesto a jugar con las, en muchos casos grandes sorpresas, que contienen las mismas.

Es un espectáculo muy bello y sobre todo muy íntimo el hecho de ver a los niños y niñas con sus regalos, como se acercan a sus padres, como los enseñan una y otra vez, a la vez que siguen observando de reojo a los de los demás. Y todo ello jugando y compartiendo en muchos momentos los regalos que les han puesto los reyes magos con sus compañeros, aunque a alguno no haya manera de que los deje a nadie. En definitiva, aunque año tras año se repite la misma situación, al renovada ilusión y la alegría de los pequeños es absolutamente contagiable, mientras que por la mente de los mayores pasan recuerdos de sus más tierna infancia.