Hacia 1948 Juan José Vera (Guadalajara, 1926, residente en Zaragoza desde 1934) coincidió en la Brigada Topográfica de Zaragoza con Fermín Aguayo y Eloy Laguardia. El encuentro propició y alentó el deseo de Vera de prescindir de la figuración, en la que se había iniciado unos años antes, para encaminarse hacia nuevos horizontes que aún desconocía. En principio buscó apoyo en algunas soluciones cubistas que descubrió en un catálogo de Picasso, quizás el de la exposición de 1936 organizada por ADLAN que se presentó en Barcelona, Bilbao y Madrid. Según recordó Vera en una entrevista, Aguayo, a quien tanto admiró, se acercó un día por su estudio y le animó a exponer con el primer colectivo de artistas que integraron el grupo Pórtico. Pero no fue hasta octubre de 1949 cuando Federico Torralba seleccionó su obra junto con la de Fermín Aguayo, Eloy Laguardia, Santiago y Manuel Lagunas, Antón González, José Borobio y el escultor Carlos Ferreira, para el I Salón Aragonés de Pintura Moderna en el marco, aunque con espacios bien diferenciados, del VIII Salón de Artistas Aragoneses, que tuvo lugar en La Lonja. Desde aquel momento la pintura de Aguayo, Lagunas y Laguardia se convirtió en la referencia indiscutible para Vera hasta el punto de ser origen de su obra futura, asentada en las coincidencias pictóricas que compartía con los miembros de Pórtico.

El diálogo se rompe en 1954. Aguayo se traslada a París, Laguardia a San Sebastián y Lagunas entra en crisis. Siguen años de silencio durante los que Vera experimenta con nuevos materiales. En 1958 conoce a Ricardo Santamaría y en 1962 a Daniel Sahún, con quienes funda el Grupo Escuela de Zaragoza. En 1963 se presentaron al público como Grupo de pintores de Zaragoza y titularon la muestra Exposición de pintura actual. Hasta 1967, fecha de su disolución, se unieron al colectivo Julia Dorado, Otelo Chueca y Teo Asensio. Han sido numerosas las exposiciones dedicadas a Juan José Vera pero, sin duda, la más importante fue la retrospectiva La abstracción como presencia, celebrada en el Palacio de Sástago (2001). Las aportaciones de su comisario, Manuel Val, y de Jaime Ángel Cañellas, autor de la tesis doctoral El Grupo Zaragoza y la abstracción pictórica zaragozana en la década de los sesenta (1992), en el catálogo, continúan siendo de referencia toda vez que los siguientes proyectos que se han organizado sobre la obra de Juan José Vera no han ido acompañados de investigación.

La potencialidad del gesto

Si con algo no podían Vera, Sahún y Santamaría era con el informalismo. Sobraban excusas para posicionarse en contra, con el ingenuo propósito de superarlo. El informalismo, escribieron, «practicado por algunos, cada vez menos, poco inteligentes pintores no es nada actual ni vigente aun cuando sorprenda y engañe a incautos. Supuso hace años algo necesario nihilista y destructor frente al academicismo y rutina. Más tras al caos se impuso la necesidad de construir, de ordenar sin desdeñar los elementos tradicionales, línea, color y formas». Hacía tiempo ya que El Paso se había disuelto, concretamente en mayo de 1960, pero parece, por las insistentes declaraciones, que no habían olvidado el malestar que causó la presentación del grupo (Canogar, Feito, Millares y Saura), a iniciativa de Torralba, en el Palacio Provincial de Zaragoza, entre el 21 de enero y el 4 de febrero de 1958, a cuya inauguración siguió la conferencia de Saura, La abstracción expresionista en el arte, ilustrada con un pase de diapositivas de obras abstractas y la proyección del documental Flamenco de Carlos Saura, sobre el proceso de creación de un cuadro de Antonio Saura del mismo título, realizado en Cuenca en 1955.

Y pasó el tiempo; un tiempo crucial en la obra de Vera, empeñado en indagar la potencialidad constructiva del gesto, de la materia y del color; elementos que en su pintura y escultura fortalecen la asunción de un complejo entramado de relaciones formales, abierto a continuos desarrollos. Nunca ha pasado inadvertido en su obra un halo pesimista que en ocasiones se tiñe de tragedia y en otras quizás responda a una actitud melancólica. De Cézanne le gusta todo a Vera pero en especial una cita: «Todos tenemos una gran tristeza escondida en el alma. La pintura es sufrimiento». Así ve, siente y entiende Juan José Vera la pintura.