No me lo imagino. ¿Cómo destituirán a Puigdemont cuando el Palau esté rodeado-defendido por decenas de miles de independentistas? ¿Qué escolta deberán llevar los funcionarios de Madrid que intenten relevar a los altos cargos de la Generalitat? ¿De dónde saldrán los periodistas que hayan de dirigir los informativos de TV3 y Catalunya Radio?, ¿de Telemadrid e Intereconomía, como los actuales mandamases de TVE? ¿Mediante qué procedimiento se controlará a los funcionarios catalanes y en particular a los Mossos?

Dijo Rajoy que no se anula el autogobierno de Cataluña. Pero esa afirmación hay que traducirla del equívoco lenguaje maranista al castellano. ¡Por supuesto que se interviene y anula el citado autogobierno! Lo único que resulta dudoso es el mecanismo por el cual se implementará un 155 tan duro y drástico (como no podía ser de otra manera). Porque ese es un terreno jamas explorado.

Por lo visto estamos en un escenario donde la razón deja paso a las emociones. Y estas se despendolan a traves de un secesionismo catalán mesiánico y absurdo (que pretende declarar la independencia en base a un plebiscito cuya participación no alcanzó ni a la mitad del censo electoral, por no hablar del recuento), y de un centralismo españolista autoritario y cerril (deseoso siempre de cerrar cada confrontación con un parte victorioso). Temerosos de acabar en la temible tierra de nadie, el PSOE se ha ido con los unos y Podemos les hace el juego a los otros. Las izquierdas, fuera de combate.

Mucha emoción y poca democracia. Esta crisis, por si no se habían dado cuenta, se está desarrollando en medio de conciliábulos, reuniones secretas y opacas conferencias telefónicas. Manifestaciones y ondear de banderas, sí. Mas ni un solo partido implicado, que yo sepa, ha convocado a sus máximos y más amplios órganos de dirección. Los limitados y escasos debates al respecto en el Congreso y el Parlament han sido irrelevantes. Todos hablan de urnas pero desconfían de cualquier convocatoria electoral. Si esto no fuese tan serio, daría risa.