Se podrá estar de acuerdo o no con él, con sus decisiones y con sus políticas, pero no se puede negar que se mueve permanentemente en el alambre. No tiene tregua. Ni dentro ni fuera de casa. Ni su peor enemigo podría haber predicho una historia política tan jalonada de terremotos. Desde su acceso a la secretaría general del PSOE a su llegada a la Moncloa y después, sus legislaturas. Todo han sido seísmos, de distinta intensidad, eso sí, pero seísmos a fin de cuentas.

Los volcanes de Sánchez

Los volcanes de Sánchez DALIA Moliné

Nadie daba un duro porque saliera airoso de la moción de censura a Mariano Rajoy. Y salió. Parecía difícil que la aritmética cuadrara para conseguir formar gobierno. Y cuadró. Los augures aventuraban corta vida a la coalición PSOE-Unidas Podemos, y menos con un asaltador de cielos como Pablo Iglesias de vicepresidente. Y de momento, han fallado. Tampoco parecía fácil aplacar los ánimos secesionistas en las calles de Cataluña y encauzar una negociación. Y, por ahora, en eso están.

Aun así, al presidente del Gobierno Pedro Sánchez le han seguido creciendo los problemas. Quién podía imaginar, ni en la peor de las pesadillas, que le iba a tocar gestionar una pandemia global que ha arrasado con miles de puestos de trabajo, que ha fulminado empresas de todo tipo y tamaño, que ha acabado con la vida de decenas de miles de personas, que ha vuelto del revés la economía española, la sanidad, la educación, las relaciones exteriores. Y que cuando la campaña de vacunación estaba serenado un poco el país y se reabren los caminos hacia otra nueva normalidad... la tierra se iba a rebelar en La Palma con la erupción de un volcán, ese sí de verdad, que está generando una nueva crisis de la que va a costar salir por los cuantiosos daños materiales y sociales que está provocando.

Pues vienen más. Porque entre el rugir de estas explosiones de lava destructivas que van a transformar el paisaje y la vida de los palmeros se escucha el enjambre sísmico de las autonomías.

La proximidad del Consejo de Política Fiscal y Financiera en el que se abordará el nuevo reparto de recursos a las comunidades autónomas, se abren fallas. Por el choque de bloques que se han abierto entre territorios y que amenazan –véase la declaración de intenciones del presidente aragonés, Javier Lambán– con serias discusiones y, a lo peor, con pocos acuerdos.

Pendiente está también de otra erupción que ha surgido en un juzgado zaragozano a cuenta de la entrada en España, para tratarse del covid, del jefe del Frente Polisario, Brahim Ghali. La investigación ya supuso una remodelación del gabinete, pero de las declaraciones de la exministra Arancha González Laya –citada como imputada– dependerán las de otros altos cargos del Gobierno y la resolución de si hubo delito o no.

Y por si fuera poco, la nueva irrupción en el panorama político del inefable expresident Carles Puigdemont, cuya detención en Italia y posterior liberación, ya es un tremor para el tablero político catalán y español. ¿Acabará Sánchez doctorado en vulcanología?