Tarazona: 36 de 44 son 10.500

Es muy importante que la ciudad del Queiles no baje de los 10.000 habitantes

Manuel Martínez Morales

Manuel Martínez Morales

La realidad presente de los pueblos y sus gentes está relacionada con su pasado, con su historia. Las personas individualmente y las sociedades, colectivamente, construimos nuestro futuro a partir de las decisiones que vamos tomando en nuestro presente y este será mejor, cuantas más decisiones acertadas hayamos tomado en nuestro pasado y será peor, en caso contrario.

Treinta y seis de cuarenta y cuatro es parte del titular de este artículo. Desde aquel lejano 3 de abril de 1979, en el que se celebraron las primeras elecciones municipales democráticas tras el restablecimiento de la democracia, han pasado 44 años y de ellos, 36 son los que hasta hoy lleva gobernando la derecha política en Tarazona, la quinta ciudad de Zaragoza y la décima de Aragón por número de habitantes descontadas, claro está, las capitales de provincia.

Uno de los indicadores de que los pueblos y ciudades tienen vida y por tanto futuro está relacionado con su población. Y esa es la segunda parte de este artículo: hoy somos poco más de 10.500 los habitantes que actualmente estamos empadronados en la ciudad del Queiles, frente a los 11.200 censados en 1979, hace 44 años. Entonces, Tarazona era la tercera ciudad de Zaragoza y la séptima de Aragón.

Evidentemente, estos datos no me los invento yo: son datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística –INE– que nos sigue informando que de esos 10.500 turiasonenses actuales, 1.300 son personas que han venido de otros países, fundamentalmente Ecuador, Marruecos, Rumanía, Colombia, Argelia o Perú, por este orden en cuanto a número de personas de estos países, entre otras veintiuna nacionalidades más. El INE lógicamente no realiza ninguna valoración, pero yo sí me permito afirmar que, afortunadamente, la llegada de esos 1.300 inmigrantes a lo largo de estos últimos años nos ha permitido mantenernos por encima de los 10.000 habitantes, lo que es muy importante.

Es muy importante que Tarazona no baje de los 10.000 habitantes. Y ello, no solo porque su Ayuntamiento pasaría de 17 a 13 concejales, perdiendo por tanto capacidad, iniciativa e influencia política ante otras administraciones como son la Diputación Provincial o el Gobierno de Aragón. Sino porque con ello perdería también recursos financieros de su participación en los tributos del Estado y podría ponerse en riesgo la administración de determinadas competencias de gestión propia relacionadas, sobre todo, con los servicios sociales, culturales o deportivos, tan necesarios. Pero también, por qué no decirlo, las ciudades y sus gentes manifiestan un orgullo colectivo de pertenencia a una comunidad concreta, un sentimiento que yo he percibido en las diversas poblaciones en las que he desempeñado mis tareas profesionales, políticas y sindicales, pero que en Tarazona se manifiesta de una manera especial. No cabe duda que la rica historia y el extraordinario legado recibido a lo largo de los varios milenios de su existencia, algo tendrá que ver con ese orgullo turiasonense.

¿Podría Tarazona afrontar un futuro tan brillante como su pasado histórico? Creo, sinceramente, que sí puede afrontarlo, pero no con los actuales mimbres.

El pasado 27 de enero participé en la Asamblea que celebró el primer partido de la oposición para elegir, unánimemente, a la candidata a la alcaldía. Fui conocedor en primera persona de los enormes retos a los que se enfrenta la ciudad y de las posibilidades que se están perdiendo por el camino para afrontar esos retos: un polígono industrial tan necesario para el desarrollo económico que sigue sin ser municipal a pesar de la existencia de un convenio preparado hace quince años por el único gobierno progresista que ha existido en Tarazona entre 2003 y 2007; una despreocupación absoluta hacia una oferta educativa que debe mejorar con la implantación de nuevos perfiles de formación profesional en el Instituto de la ciudad; la puesta en funcionamiento del centro de formación del profesorado que yo dirigí durante un tiempo, que el Gobierno de Aragón del PP cerró en 2011 y que ya no ha abierto sus puertas, a pesar de que sí lo han hecho el resto de centros de profesores rurales de la provincia de Zaragoza; un centro asociado de la UNED que la DGA ha puesto sobre la mesa y el Ayuntamiento ha dejado escapar; unos terrenos enormes de la antigua Textil Tarazona, actualmente propiedad de nuestra empresa pública Suelo y Vivienda de Aragón cuya cesión debe conseguir el Ayuntamiento como gran parte del desarrollo económico y social de la ciudad; unas posibilidades turísticas presentes, con instalaciones en la ciudad y con un Campamento y un Albergue en el Moncayo propiedad del municipio que no se saben o no se quieren aprovechar y futuras, con un Parador de próxima apertura y, finalmente, un Casco Histórico que se hunde ante la desidia municipal que en los próximos días va a disponer de un plan director de rehabilitación contratado por el Ayuntamiento, aguijoneado por un grupo de turiasonenses amantes del Casco.

«Tarazona no recula aunque lo mande la bula». Sin embargo, treinta y seis de cuarenta y cuatro años de gobiernos de la derecha son muchos, demasiados años y estamos solo a 500 habitantes de recular bastante más.

Suscríbete para seguir leyendo