El 8M y la división

Álvaro Sierra

Álvaro Sierra

El sentir mayoritario de la sociedad tiene un único grito en forma de riada humana: más feminismo. Las manifestaciones volvieron a recoger esa sensación de hartazgo por las víctimas de violencia machista (y las denuncias a veces invisibles) que aumentan.

Pero también con recuerdo a las batallas del presente y a las que llegarán. Queda claro que nada se consigue sin el avance persistente de una sociedad que lucha por una mayor igualdad de género en todos los aspectos de la vida. Porque sin igualdad en todo, como la erradicación de los micromachismos a la conciencia colectiva de una causa necesaria, todo será en balde.

De ahí que la política no debe embarrar lo que en el día a día comienza a ser algo normal. No debe ser un arma que arrojarse en la cara. Seas del mismo gobierno o de la oposición. Porque la divergencia en el seno del Gobierno central empaña la celebración. Porque la presencia de un partido que relativiza la violencia machista y con opciones de gobierno reales con el PP incapacita el seguir avanzando. Porque hay dudas de que demos pasos atrás.

Y resulta increíble como el capital político de la izquierda en el gobierno ha dejado por los suelos la celebración del 8M dejando de lado a parte del movimiento feminista. O que el PSOE que avaló la ley de Montero la dejara sola sin dar la cara al enmendar el desastre.

Hay que lograr en la política el consenso que ya se vive en la calle. Ni la ley trans, ni la ley del solo sí es sí, ni la alegalidad de la prostitución deben incendiar el debate contra unos u otros. Siempre hay grises y hasta en las causas más imposibles se pueden lograr consensos. Hace falta querer y alejarnos de los radicalismos, de extrema izquierda a derecha. Vayamos al consenso y a lo que nos une.  

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