Aleluya

Miguel Miranda

Miguel Miranda

Desde los años 80 una tendencia religiosa conservadora configurada por iglesias evangélicas han ido tomando posiciones en el interior del Partido Republicano en los EE.UU. Son las mismas que se extendieron por Latinoamérica (Bolsonaro como ejemplo) como antídoto a la creciente influencia y prestigio de la Teología de la Liberación. Captan sus adeptos desde posiciones fundamentalistas, oponiéndose a lo que denominan libertinaje sexual, el matrimonio homosexual, los derechos de las mujeres y pregonando el fin de la separación entre las Iglesias y el Estado. Aleluya. En lo económico son neoliberales y sus prédicas son puro espiritualismo desencarnado, sin conexión alguna con la realidad de la gente que sufre la pobreza y la desigualdad. Aleluya. Son propensos al milagro y a la sanación mágica ejercida por sus pastores. Aleluya. Todos los que no comparten su fanatismo son la representación del diablo o el mismo diablo. Y hace tiempo que algunos de sus pastores dieron el salto a la política convirtiéndose en dirigentes republicanos. Aleluya. Parece que hacen buenas migas con el tradicional puritanismo de las derechas aunque a la hora de la verdad ahí tienen a Trump, misógino hasta la náusea, racista constructor de muros, supremacista y putero. Y ahora encausado por una vergonzante utilización de los fondos electorales para tapar pecados y pendiente de que le puedan acusar en otros treinta procedimientos abiertos. Aleluya. Pues a pesar de todo, las iglesias evangélicas le apoyan sin reparos. Aleluya. Decían que lo importante era la moral pública y que luego, en privado… la libertad. Pues lo privado de la vida de Trump se hace público y da asco. Puro fariseísmo. La religión como instrumento de alienación, una vez más. Ahora las aleluyas se oyen en Madrid, dedicadas a «nuestro señor Feijóo», a Almeida y a Díaz Ayuso que sonríen complacidos. Sin ningún pudor. Todo vale para echar a los demonios de la Moncloa. Lo que nos faltaba por ver.

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