¿Democracia o tecnocracia?

La democracia nos permite que seamos personas, con aciertos y errores, pero siempre nosotros

Antonio Morlanes

Antonio Morlanes

¿Seremos capaces de entender qué significa el término democracia? Porque no es sólo una palabra, es una forma de concebir la convivencia entre las personas basándola en el respeto a las libertades y derechos individuales, asumiendo que las personas somos todos los que pertenecemos a la especie humana, sin distinción alguna. Si no es así, para lo único que nos sirve la democracia es para hacer un alarde de adorno externo vacío en nuestra forma de pensar.

La democracia tiene como objetivo principal la confrontación de ideas en libertad para conseguir una conjunción de intereses, además es la fórmula que consolida una convivencia cimentada en el respeto entre todos sus miembros. Cuando se establece como fin la lucha entre grupos, sólo basada en ideologías diferentes, lo están haciendo atrincherados en el odio que se tiene a los enemigos y está sustentado en la falsedad del verdadero significado para defender un modelo de sociedad justo.

Hemos vivido unas elecciones, municipales y de algunas comunidades, y lo más curioso es que se nos ha conducido a pronunciarnos sobre tensiones políticas que a nadie favorecen, o quizás a unos pocos, cuando el objetivo verdadero era pronunciarnos sobre la gestión que se había realizado durante la legislatura pasada y qué se nos proponía para la entrante. Bien, pues todo esto ha quedado marginado y la consecuencia será que criticaremos los modelos que nos impongan, cuando no nos hemos pronunciado sobre ellos. Creo que es el momento en que reflexionemos sobre nuestro papel como ciudadanos.

Ya en alguna ocasión me he referido al significado de la unidad de España contemplado en nuestra Constitución y que yo refrendo en su totalidad, pero no entiendo cómo se puede hablar de dicha unidad defendiendo dejar al margen a dos millones y medio de ciudadanos que han votado a partidos que propugnan la independencia de sus territorios, pues bien, dentro de la democracia y en un estado de derecho, que lo hagan, yo defenderé lo contrario y no tengo miedo al resultado, porque mientras la mayoría de los ciudadanos digamos no a dicha independencia, eso será lo que valga y no otra cosa. Que haya ciudadanos de clases diferentes me parece tétrico y poco racional.

Dejemos de interpretar la voluntad libre de los demás ciudadanos y seamos capaces de analizar la nuestra, que, con total libertad y responsabilidad, la declararemos a través de las urnas. No concuerda que el voto lo hagamos basándonos en enfrentamientos y a posteriori reivindiquemos todo lo que hemos ignorado, es decir, nuestros propios intereses: cómo desearíamos que sea nuestra forma de vida. Lo que no se debe establecer es tomar partido en batallas sobre quién debe tener el poder, porque la pregunta a hacernos sería ¿para qué?

Pero retornemos al concepto de convivencia democrática, esta es la que yo defenderé, pues me permite participar, al menos, con mi voto para elegir a mis representantes. Me podrán decir que el sistema electoral debe cambiarse y contra eso no moveré un dedo, lo debatiremos y lo que sea necesario cambiar, apoyado por la más alta mayoría, se transformará en un modelo renovado. Lo que no podemos obviar es que con el tratamiento tan anómalo que le estamos dando, hacia donde nos estamos derivando es a un modelo tecnocrático, es decir, a un gobierno de los técnicos, que serán quienes, en base a sus conocimientos, determinarán cómo debemos ser la totalidad de la ciudadanía. No debemos despreciar a la técnica, pero siempre como instrumento para realizar la voluntad popular.

Democracia o tecnocracia. Disyuntiva por no poner otros sistemas mucho más condicionantes a nuestra libertad. Pero seamos capaces de hacer un alto en nuestras vidas y decidamos cuál debe ser el que nos da mayor y mejor capacidad de decisión, o preferimos vivir como nos relata Aldous Huxley en la novela Un mundo feliz: una sociedad predeterminada en sus papeles sin capacidad alguna de decisión. Creo que esforzarnos por un sistema democrático es la mejor decisión que podemos tomar, pues es la que nos permite que seamos personas con nuestros aciertos y equivocaciones, pero siempre nosotros.

Suscríbete para seguir leyendo