El alcalde de todos

Juan Alberto Belloch presentó sus memorias y recibió un baño de multitudes. Más que cuando era alcalde de Zaragoza. Esta semana reunió a decenas de representantes de la política, la cultura, la empresa, el derecho y la propia ciudad. Su figura hace equipo y consenso

Belloch, con un ejemplar de sus memorias

Belloch, con un ejemplar de sus memorias / Andreea Vornicu

Nicolás Espada

Nicolás Espada

Fue elegido alcalde 24 años después del mejor regidor municipal que había tenido Zaragoza, Ramón Sáinz de Varanda (1979-1986). Y 20 años después de aquella elección, Juan Alberto Belloch (2003-2015) ha demostrado que ha cumplido con su promesa pronunciada en su primer discurso con la vara de mando. Reivindicó entonces la figura del primer alcalde constitucional de la ciudad, socialista, y se comprometió a continuar con su legado. Y si Sainz de Varanda resultó ser uno de los activos más importantes que ha tenido la capital aragonesa, ahora se aprecia cómo el paso de Belloch por la alcaldía dejó también mucha huella. Esta semana se pudo ver con claridad que es el alcalde de todos. (Más o menos).

Que un escenario se quede pequeño para acoger la presentación de un libro de memorias no ocurre todos los días. El martes pasado, el salón de plenos de la Diputación Provincial de Zaragoza estuvo repleto. Y todos salieron con el libro bajo el brazo: Una vida a larga distancia. Memorias de un juez y político independiente. Todo un recorrido por su vida. Por un lado la parte más íntima y personal del Belloch adolescente y joven (impresionante la carta de su madre del año 1976), pero sin olvidar sus momentos más dolorosos como la muerte de su hija bebé o la ruptura con su hijo Damián, a quien le pide que es momento ya de acabar con sus diferencias, pensando quizás en poder ver a sus nietas que no conoce. Pero también los momentos dulces como la boda con Mari Cruz Soriano, ya en Zaragoza, y su papel de padre de las hijas de ella. Por otro lado, la dureza judicial del País Vasco y su impulso a la tarea de los jueces, amén de su paso por los ministerios de Justicia e Interior, su relación únicamente profesional y política con Felipe González (ideal la receta de los huevos rotos), el caso Roldán y su aterrizaje complicado en el PSOE aragonés hasta convertirse en el alcalde de la Expo. Conforme avanza el relato se ve cómo desde sus sucesivas responsabilidades abanderó una forma diferente de entender la política, manteniendo siempre su independencia sin perder la lealtad a sus principios.

Belloch dice de sí mismo que sabe hacer buenos equipos y consigue importantes consensos. Y eso es lo que se pudo comprobar esta semana en la presentación de su libro, editado por Plaza y Janés. Su figura hace equipo y consenso. Reunió a gente de la ciudad, de aquellos que tenían mucho que decir cuando él era alcalde, y de los de ahora. De sindicatos, de asociaciones, de colectivos varios. Pero también de la cultura: pintura, espectáculo, narrativa. Jueces, abogados, procuradores y personas relacionadas con el derecho se dejaron ver sin ningún rubor. Igual que médicos, empresarios, de antes y de ahora, de firmas ligadas al ayuntamiento y otras totalmente alejadas de él. Y políticos, muchos políticos. Cierto que más de la derecha que de la izquierda y muy justos de su partido (aunque ahora siga sin tener carnet). Estuvo gente de su equipo ya retirada y otras que aún siguen muy activas, como Lola Ranera o Carmen Dueso, pero se echó de menos a la cúpula socialista actual, aunque estuvieran de duelo. Del PP de hoy, numerosos, empezando por el futuro presidente del Gobierno, Jorge Azcón. Quizás es la tónica de ahora, que se presentan libros sobre políticos y van más de otros partidos que del suyo, como pasó con el de Hipólito Gómez de las Roces. Habrá que esperar a ver qué sucede con las memorias de José Ángel Biel, que también esperan turno.

Todo un lujo de presentación la de Belloch, que discurrió por la palabra de Fernando Gimeno, Fernando Escribano, Juan Bolea, Marcelino Iglesias, Mari Cruz Soriano y Ros Cihuelo (no estuvo ni el presidente de la DPZ, socialista). Todo un lujo de alcalde que tuvo Zaragoza durante doce años en que la ciudad avanzó y con ella los ciudadanos que conviven. Belloch dio un salto después de Sainz de Varanda que nadie había podido ejecutar. Hizo ciudad y la ciudad se lo reconoció y lo sigue haciendo. Hoy, Juan Alberto Belloch es más alcalde de todos los zaragozanos y que haya conseguido superar el ruido y la furia de los momentos más agrios de la política y sea reconocido por todos no solo es una satisfacción personal, que seguro que la tiene, sino un gran triunfo del respeto, el consenso y la tolerancia.