TERCERA PÁGINA

El hombre-voto y los espejismos de verano

Es algo consensuado que necesitamos una humanidad de hombres libres y no de ‘esclavos populistas’

María Gómez y Patiño

María Gómez y Patiño

Cuando hoy he salido de casa apoyada en mis bastones ingleses (muletas) he comprobado que hacía un día nublado y había 26º C de temperatura. Eran las once de la mañana, pero he tenido la impresión de estar en alguna ciudad costera del Cantábrico. A veces tengo estas sensaciones sin que haya una razón para ello, más allá de mi propio recuerdo infantil de la temperatura de la costa en el norte. Confieso que, para mí, esa temperatura es la ideal para todo el verano, y si hubiera que votar a favor de eso, lo haría sin ningún género de dudas. ¿Por qué he pensado en «votar»?

La joven y sonriente socorrista de servicio en la piscina (donde hago mi rehabilitación), me ha ayudado a entrar en la piscina, sentada en lo que yo he imaginado un trono de princesa, descendiendo al foso de la música o a la «sala de baile» en mi propia fantasía. En el interior no había nadie. Mi soledad es a veces tan solemne como hermosa, y eso me ha permitido soñar… He cerrado los ojos, y rodeando el borde perimetral de la piscina, lo que me ha permitido imaginar que estaba bailando un tango que adoro: Verdemar, de Carlos Di Sarli y cantado por Serpa. Bailaba con un bailarín figurado que me hacía flotar (sólo que flotaba era cierto).

Siguiendo con mi desbordante imaginación y habiendo asociado el hecho de votar por una temperatura estival estable de 26 grados, pensé que podría ser un buen presagio que la campaña electoral comenzara el 7 de julio, san Fermín, lo que otra vez me llevaba al Norte, y a Pamplona y al canto de encomendación de los corredores pamploneses al santo antes de empezar la carrera.

Creo que todas las personas conocen el cántico:

A san Fermín pedimos,

por ser nuestro patrón,

nos guarde en el encierro

dándonos su bendición.

Como se sabe, a continuación, se canta la versión en euskera, seguida de un respetuoso silencio que he vivido un par de veces en directo y todos los años, sin excepción, a través de TVE1.

El «encierro» me llevó a pensar al término que se utiliza en campaña electoral, dentro de la war room desde donde se hace la apertura, seguimiento y cierre de campaña. Pediría a san Fermín que nos guardara en nuestra carrera y no permitiera que se cruzara un toro asesino que se llevara por delante a los corredores políticos que venían haciendo una carrera digna.

Al abrir los ojos he pensado: «ha sido un espejismo propio del verano» que puede jugar malas pasadas... La vuelta a la realidad ha sido inmediata: estaba en Zaragoza, en un posoperatorio delicado y estábamos a unos días de celebrar las Elecciones Generales del 23 de julio de 2023.

Todavía quedaban esperanzas de no perderlo todo, y de que el hombre-masa del que Umberto Eco o Noam Chomsky nos han hablado desde hace algunas décadas, dejaran de serlo, para tener su propio criterio, siguiendo fundamentos ideológicos y no eslóganes propios del marketing político más populista y pedestre.

Es cierto que, en una sociedad consumista, como la nuestra, la vendibilidad política (el marketing político y populista) puede crear hombres-voto, que acudan a las urnas llevados por ese populismo que nos envuelve y del que no es fácil a veces desprenderse.

Soñaba ahora qué podría suceder, si el hombre-masa, convertido ahora en hombre-voto, iba a ser capaz de pensar por sí mismo, rechazando valores populistas, oportunistas y tan provisionales que no aguantan el filtro de criterios racionales e ideológicos.

Creo que es algo aceptado y consensuado por toda la ciudadanía que necesitamos una humanidad de hombres libres y no de esclavos populistas. Una crítica social de Adorno no soportaría jamás un populismo exacerbado y una pérdida de derechos o costumbres ya asentadas entre la población.

No obstante, habrá que ser muy cautos, pues los espejismos de verano siempre juegan malas pasadas y hay que esperar a que pasen... Cuando llegue el otoño todo habrá pasado, incluso cualquier espejismo perverso de verano...

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