EL ARTÍCULO DEL DÍA

El 23J dura cuatro años

Es imposible que la economía personal pueda estar bien si antes la macroeconomía no va bien

Antonio Morlanes

Antonio Morlanes

Comienza la campaña electoral para las elecciones generales que se celebrarán el 23 de julio. Este periodo de quince días debería servir para que nosotros los ciudadanos recibamos la información sobre cuáles son las propuestas de gobierno que nos ofrecen los diferentes partidos políticos. Aunque a veces se nos olvide este es el fundamento de la campaña: determinar en quién vamos a depositar nuestra confianza, a través del voto, para que lidere el país los próximos cuatro años. Esta acción es sumamente importante y tenemos que ser conscientes de que debemos reflexionar sobre ello, pues si nos equivocamos será largo el sufrimiento de no haber votado el modelo que se desea. Dicho de otra manera: no se puede votar con el ánimo de castigar a alguien, sino de elegir quién va a hacer lo que se espera que suceda en ese largo tiempo.

Por tanto, me voy a permitir razonar, de acuerdo con mi criterio, sobre temas que pueden suceder según quien gobierne. El primero que me viene a la mente son los derechos individuales de todos los que conformamos la sociedad; relaciono algunos: todas aquellas personas que se engloban en cada uno de los conceptos que contienen las siglas LGTBI y alguna más para añadir; los partidarios de la eutanasia; quienes desean disponer de la posibilidad de abortar o los que deciden casarse con la persona a la que aman, al margen del género.

Pues bien, todo esto se refiere a derechos de las personas que de ninguna manera implican al resto, por tanto ¿cuál es el problema? ¿Por qué se quiere definir la vida de otros cuando nadie se entromete en la de ellos? Ser heterosexual no es ni mejor ni peor que cualquier otra forma de sexualidad y nadie nos dice que deberíamos dejar de serlo. Casarse con alguien del mismo sexo no nos limita en nada a los que nos casamos con la fórmula tradicional de hombre-mujer. Quien desea terminar con su vida, de acuerdo con sus propias razones, no nos conduce a quienes no lo consideramos como una posibilidad de que lo debamos hacer. Quien, por motivos personales, decide que debe abortar no obliga a nadie a que siga sus pasos. Por tanto, dejemos de ser los dueños de las vidas de quienes no las entienden como nosotros entendemos la nuestra. Pero además de estas cuestiones, que a algunos se les llena la boca como el método a seguir (haz lo que yo diga y no lo que yo haga), hay otras dos que son fundamentales para convivir en una sociedad justa e igualitaria: el respeto hacia aquellas personas que son marginadas por su color o su fisonomía y la igualdad real entre hombre y mujer. Sobra decir, aunque lo digo, que no hay justificación alguna para la violencia machista, aunque «uno tenga un divorcio difícil».

Aparte de la anécdota, lo realmente importante es que entendamos a qué nos estamos refiriendo, que no es otra cosa que a los Derechos Humanos: al respeto de los Derechos Humanos. Esto es el fundamento de la convivencia: la consideración que se merecen los derechos y las libertades de todos los miembros que formamos la especie humana. Todos sin discriminación somos personas.

El segundo tema del que me dispongo a reflexionar, y que se debería tener en cuenta a la hora de elegir a nuestros representantes, es el modelo económico que nos ofrecen. Quiero antes que nada dejar clara una cuestión que considero fundamental. Estoy oyendo y leyendo que aunque la macroeconomía va bien, la microeconomía, es decir la economía de las familias y las personas, deja mucho que desear porque no funciona todo lo bien que haría falta, o sea: que los agentes económicos del día a día están en precario. Siendo cierto que los salarios, en un porcentaje importante de ciudadanos, no responden al concepto de las necesidades, debemos entender un principio fundamental: es imposible desde todo punto que la economía de las personas pueda avanzar hasta llegar a estar bien, si antes la macroeconomía no va bien. Es una cuestión de posiciones, podríamos decir que es la locomotora para la segunda.

Además es importante que a cada elemento económico lo coloquemos en su lugar. El incremento del coste de las hipotecas proviene de la subida de los intereses que decide el Banco Central Europeo, con la finalidad de combatir la inflación, o sea, que no se deriva de ninguna decisión del Gobierno de España. También creo que el incremento del coste de los alimentos era necesario, lo que importa ahora es que esas subidas se distribuyan adecuadamente en todo el proceso productivo y distributivo y no sólo en este último.

Y para acabar, sólo me queda por decir que el 23 de julio seremos los actores principales de esta representación ya que cuando introduzcamos la papeleta en la urna estaremos decidiendo lo que nos va a suceder durante los próximos cuatro años. Seamos conscientes de la importancia que eso tiene: el 23 J dura cuatro años.

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