Tertulia para muy cafeteros

Javier Cuervo

Javier Cuervo

Como vivimos en el tiempo de los diarios amables y todos los clientes tienen siempre la razón, esa propiedad ajena, no le haré perder el tiempo ni le frustraré: sí, ganó el debate el que usted cree que ganó el Cara a cara de Atresmedia. ¿Queda alguien leyendo?

Quizá sea de los que no le ha gustado el debate electoral de los principales candidatos porque tuvo modales de tertulia, esa lucha española que sustituyó a la esgrima, que se combate sentado y se dopa con café, de la que escribieron tanto los periodistas madrileños hasta los años setenta, en que pasó a ser un deporte sedentario de provincias. Estaba muerta la tertulia hasta que fue resucitada por los medios de comunicación privados en Madrid: primero la radio, después la televisión; primero la política, luego los deportes y el cotilleo. Sentar tertulianos es la fórmula más barata de llenar un estudio y rellenar horas de programación y, aun sin café, gusta a los muy cafeteros. Cuando renacieron se debatía si se debía decir «contertulios» hasta que «tertuliano» quedó definido como el profesional de un género, un gladiador de la polémica, no un conversador de café.

La política ha contaminado la comunicación; como la comunicación, la política. Ya no se sabe si son primero los editoriales de los periódicos o los argumentarios de los partidos; los cambios de gobierno mudan directores de periódicos, los debates parlamentarios se hacen para la tele y la tele se hace para la tertulia incluso cuando lo que se anuncia es el gran debate electoral. Se enseñaron a cámara papeles que no se veían y se dieron datos que no «son verdad» y se refutaban con un «miente» porque en la tertulia y en la partida, ese combate sentado de sobremesa con baraja española, se puede ir de farol. En muchas casas había tertulia sobre el debate tertuliano y tertuliaban los dedos por wasap.

Acabada la tertulia de Antena 3 siguió en la Sexta, se hizo tipografía en la primera página de las primeras cabeceras y ayer se leían críticas de las tertulias sobre el debate, lo que aleja la información, amplía la opinión y mantiene los altos niveles de cafeína.

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