EL ARTÍCULO DEL DÍA

El juego de las amnistías

Las discusiones se deberían hacer desde las ideas, no desde las vísceras, generadoras de odios

Antonio Morlanes

Antonio Morlanes

La vida está llena de perdones y odios y según quién analice esta premisa pensará que es mejor una cosa u otra. La capacidad de pensamiento y decisión que tenemos las personas es lo que nos hace distintos, especiales y humanos. Yo sé cuál es mi actuación cuando debo decidir sobre algo que me ha sucedido y, que de acuerdo con mi criterio, no es positivo para mí. Me gusta hacer ver a quien ha hecho algo contrario a mis intereses que no me he sentido bien, pero que no por eso vaya a hacer un campo de batalla que, además, no se sabe nunca dónde terminará. Por tanto, creo que el perdón es el mejor de los caminos.

Este preámbulo viene a colación del debate nacional que se ha desarrollado con referencia a la amnistía. En primer lugar, deberíamos ser capaces de generar unos conocimientos sobre la materia que se trata, para que la discusión que se abra se haga con las ideas, en lugar de con las vísceras, porque éstas nunca han sido un buen lugar decisorio, pero sí generador de odios.

La amnistía no es un instrumento que se haya inventado ahora como consecuencia de las acciones independentistas de grupos catalanes. La amnistía nace en Grecia, alrededor del año 403 a.C., y por primera vez la ejerce el general ateniense Trasíbulo sacando una ley que perdonaba a los treinta tiranos que habían ejercido un gobierno oligárquico. Por tanto, ha tenido, desde entonces, mucha historia con amnistías de todo tipo a lo largo de ella.

Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de debatir sobre la amnistía, es que esto responde solo a una decisión política y nada tiene que ver con el poder judicial, por lo que no existe interferencia alguna entre poderes. Sin embargo, creo que para poder decidir sobre la bondad o no de la amnistía, quizás sería bueno repasar algunas de las que se han realizado en la era contemporánea, tanto internacionales como nacionales. Y para que quede claro a la mayoría se les ha buscado denominaciones que den valor a dicha decisión política.

Para situarnos es necesario conocer que en el mundo, desde 1990 hasta 2016, se han realizado 289 amnistías (en Europa, 28). Como ejemplos significativos podemos destacar: En 1996 la Asamblea de la República de Portugal amnistió a 48 terroristas del grupo Forgas Populares 25 de Abril. El actual primer ministro británico, el conservador Rishi Sunak, ha promovido una Ley de amnistía para los delitos cometidos durante tres décadas por los conflictos con Irlanda del Norte que provocaron 3.532 muertos, de ellos 1.840 civiles, y 47.500 heridos. Tampoco se puede obviar que en 1997 el Reino Unido ya aplicó otra amnistía por la disolución de grupos terroristas del Ulster. Incluso tenemos casos muy curiosos, Augusto Pinochet, dictador chileno, antes de ceder ante el movimiento democrático de su país, se concedió una amnistía a sí mismo (curioso, pero deplorable).

También tenemos ejemplos en España: El 6 de octubre de 1934 el president Lluís Companys hizo la proclamación del Estat Catalá, fue por esto condenado a 30 años de cárcel. En febrero de 1936 fue amnistiado por el presidente Azaña y ese mismo mes fue ratificado, de nuevo, como presidente de la Generalitat de Cataluña. El 25 de abril de 1934 el Congreso de los Diputados aprobó una ley de amnistía propuesta por el presidente del Consejo de ministros, Alejandro Lerroux, por la que se dejaba en libertad al general Sanjurjo que había sido condenado a muerte por el intento de golpe de Estado en 1932, y que en 1936 fue uno de los cabecillas del golpe que llevó al poder a Franco. El 30 de septiembre de 1939 un ya Generalísimo Franco realizó un autoindulto para todos los delitos y acciones que se hubiesen cometido contra la República entre el 14 de abril de 1931 y el 18 de julio de 1936, solo exigía una condición: tener ideología coincidente con el Movimiento Nacional. La Ley 46/1977 aprobada por el Congreso, conocida como Ley de Amnistía, se aplicaba a las acciones de intención política consideradas delitos por la legislación existente desde 1939 hasta 1977.

Esta ley también amnistiaba a las autoridades, funcionarios y agentes del orden público que hubiesen cometido delitos en la persecución de actos políticos o violando derechos humanos. Es decir, la Ley 46/1977 amnistiaba 40 años de dictadura.

A la rama político-militar de ETA, que entre 1977 y 1981 cometió 16 asesinatos, el ministro del Interior, Juan José Rosón, les ofreció acogerse a la Ley de Amnistía de 1977 por dejar las armas. Ellos lo denegaron y después 300 polimilis fueron indultados apoyado por el entonces líder de la oposición, Manuel Fraga. Por último, y no porque no haya otras, en el año 2000 el presidente Aznar concedió en un solo día 1.400 indultos para celebrar el cambio de milenio. Me podrán algunos decir que no es igual indulto que amnistía y tendrán razón, pero tiene un mismo tronco: eliminan la pena a la que han sido sentenciados y ambos actos son decisiones políticas.

En 1978, el 6 de diciembre, se aprobó la Constitución por la que en la actualidad nos regimos. La Carta Magna explicita en su artículo 62, punto i): corresponde al Rey ejercer el derecho de gracia con arreglo a la Ley, que no podrá autorizar indultos generales. La Constitución en ninguno de sus 169 artículos menciona la palabra amnistía ni se refiere a ella, porque cada una que se concede se hace a través de una Ley Orgánica aprobada por el Congreso de los Diputados. A partir de aquí cada uno es libre de interpretar lo que considere al respecto, pero fuera de la voluntad del Congreso, y si se solicitase, la decisión sería del Tribunal Constitucional. Nuestras opiniones son solo eso, meras opiniones. Nos debemos a la Constitución.

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